Pensá en grande

El título de liga 2008/09 lo único que logró fue cerrar todo de modo perfecto. No hubiese empañado la gestión. En todo caso la terminó confirmando y avaló que a veces es deseable la apuesta para mejorar la calidad del producto sabiendo que el resultado deportivo es una eventualidad.

En nuestra era, lamentablemente, uno es lo que tiene y se mide por lo que gana. Según quien fuera Ministro de Deportes de la provincia de Buenos Aires, Carlos Bilardo, el segundo es el primero de los perdedores. Digamos que la gestión de los que deben enseñarles a los chicos el valor de competir no puede ni pensar que perder está mal. Pero así parece funcionar el mundo, al menos para los que mandan.

Y bien está decir que Atenas jamás apostó a perdedor, fue siempre a más, pero arriesgó a punto de agrandar su margen de error, de cuanto más grande es la esfera, más ruido hace si se rompe.

Armó un equipo caro, con renombre, ilusionó a la gente con una tripleta importante: el regreso de un directivo de peso (Felipe Lábaque) un hombre capaz de dirigir la misión (Rubén Magnano), y un nuevo líder dentro de la cancha (Leo Gutiérrez), pero como ya se sabe, nada garantiza el éxito, no hay una fórmula, solo hay una apuesta que se ratifica cada día con el trabajo.

Atenas podría haber fracasado en lo deportivo, lo que hubiera sido un desastre económico, pero los buenos argumentos del técnico y el talento de las individualidades formaron un equipo compacto y ganador. Al final de cuentas no importó siquiera que se haya quedado con el número uno de la serie regular. Para entonces ya había marcado un promedio de 2000 personas por partido en los 22 juegos de local. La atracción en el público, que desencadena el efecto con las empresas que patrocinan fue su mayor virtud.

Luego los libres errados del pivote de Boca, Derrick Alston, en la fecha 30 de la segunda fase, le dieron la ventaja de campo hasta la final. Como se ve para salir campeón también hace falta darse la mano con el destino. Acaso por eso no sea necesario hablar de títulos sino más bien de apuesta.

¿Estaríamos escribiendo esta nota si hubiera perdido la final?, quizás si, quizás no. Pero el reconocimiento ya era innegable.

Tuvo su primera alegría en la Copa Argentina y su primera decepción en el Super 8, donde comprobó que el camino al título sería un sendero de espinas. En el medio se dio el tiempo para un gusto personal: igualó el record de partidos ganados de forma consecutiva que tenía Peñarol desde la 93/94.

En el medio del baile, sufrió lesiones, doble derrota de visitante, perdió la imbatibilidad de local y hasta buscó cambiar al extranjero que finalmente se consagraría como MVP en la final, Andre Laws. Cuando nacía febrero, el técnico necesitaba descontracturar la ofensiva y pretendía al goleador uruguayo Leandro García Morales. El cambio no se dio porque el escolta no pudo terminar con su equipo Biguá, en Uruguay, antes del cierre del libro de pases en la Argentina. En esta situación también se vio el destino.

Hubo también en la historia un actor involuntario: Regatas Corrientes. Cuando Atenas volvió a Córdoba para jugar el 5to partido de la serie de cuartos de final, en la noche del viernes 17 de abril, hubo mucha gente que se quedó afuera del Polideportivo Ceruti sin poder ingresar para ver el partido. Por entonces el equipo había superado todas las expectativas con la gente y este síntoma es inequívoco: el camino de la reconstrucción estaba trazado.

Para terminar una temporada soñada, por obra y gracia de otro actor involuntario, llegó el moño que vistió de fiesta al básquetbol. El empresario cordobés Euclides Bugliotti aceptó brindar las instalaciones del Súper Domo Orfeo para que haya Liga Nacional en el estadio cerrado más grande y moderno del país. Desde allí la historia todavía fresca nos mancha las manos cuando hojeamos que hubo 27 mil espectadores en tres jornadas. Que se movilizó Córdoba desde estamentos poco cercanos al básquetbol y fundamentalmente que las empresas también lo vieron. Todo esto no es casual.

El modelo de gestión mezquina que terminó con Boca campeón en un estadio para 1600 personas, cuando podía ir al Luna Park (Pick and Roll comprobó por entonces que estaba libre) le hizo un flaco favor a la Liga Nacional. Por un lado repudiable, porque el directivo que estaba al frente del club Boca Juniors, Leonardo Minervini, también “defiende” los intereses comunes de la Liga como vicepresidente de la AdC.

No obstante, un mes después de la final 06/07 la entidad madre de nuestra competencia promocionó la Liga en Capital Federal con la imagen de un partido en el Polideportivo Islas Malvinas de la serie entre Boca y Peñarol. No se podía mostrar un afiche de la Bombonerita para agrandar el negocio, pero se le permitió a Boca jugar en dicho gimnasio.

Esta vez, tampoco había reclamo por parte de la AdC, pero fueron los dirigentes de Atenas quienes solitos con su vocación empresarial decidieron que lo mejor era ir al Orfeo. Y podría haber perdido con Peñarol. Fue dicho, la final estuvo para cualquiera. ¿Qué hubiera dicho la patria resultadista?. No se escuchó ni una sola queja de Rubén Magnano por perder la localía, algo que otros técnicos no hubieran soportado.

La apuesta de los buenos jugadores y los buenos técnicos la hacen varios dirigentes y varios clubes. Quimsa de Santiago del Estero y Regatas Corrientes fueron los ejemplos esta temporada que no siempre esa combinación sale bien. Pero la apuesta dirigencial de Atenas para ir siempre a más termina regalándole al club un lugar mucho más cómodo en el futuro. Vuelve a las competencias internacionales y por no haber tenido miedo de perder las finales, tuvo como bonus el acercamiento de más empresas para patrocinar el equipo.

Una resultado que celebramos todo, por el bien de nuestro básquetbol.

Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar