Puma, ¿de qué lado estás?

Alejandro espera con su esposa venadense, Marina Corti, la salida del colegio de sus tres hijos: Luisina (11), Sofía (9) e Ignacio.

El Puma, con su característica gorrita, pasa desapercibido entre el puñado de padres que cumple con la rutina diaria. Es uno más, aunque fue campeón de Liga, tiene un subcampeonato del mundo, ganó un oro olímpico y, en su momento, hasta se dio el lujo de decirle no a la NBA.
Este jugador, o ex jugador y, acaso, futuro entrenador, siempre se muestra igual.

-¿Te acostumbraste a no estar tan expuesto, sin tener que dar demasiadas notas y demás?
-Tampoco es que daba demasiadas notas, je.

-Es cierto, más que nada por tu perfil. Pero siempre fuiste requerido, algo que seguramente fue cambiando.
-Es verdad, pero no lo extraño. Te digo más, a veces me sorprende si llama alguien, je.

-La exposición que a veces sufren los deportistas, después es algo que extrañan.
-Sí, pero la verdad que eso no lo extraño.

-Es más, era una carga para vos, ¿no?
-A veces sí.

-A todo esto, ¿estás entrenando?
-Poco. Arranco y paro...

-¿Arrancás en primera o en cuarta?
-En cuarta, je. Una vez empecé acelerado y lo sentí. Las últimas veces lo hice tranquilo y subiendo el ritmo, pero me cuesta.

-¿Será difícil volver a verte jugar oficialmente?
-Sí.

-¿Mentalmente sos un ex jugador?
-Más o menos. A veces miro un partido y todavía me siento jugador; creo que eso nunca va a cambiar.

-¿Qué significa sentirse jugador?
-Ponerte en la piel del jugador y darte cuenta de lo que puede estar sintiendo el otro adentro de la cancha, o cómo reaccionaría ante determinada situación.

-Uno te ve a diario y sos un ciudadano más, común y corriente. ¿Qué te distrae, el campo?
-La verdad que paso mucho tiempo en casa. Al campo (ubicado a unos 80 kilómetros de Bahía) voy de vez en cuando, porque tengo un encargado que hace el trabajo pesado.

-¿Hay algo de pesca en la laguna?
-¿Sabés que no? Bajó, fácil, un metro y medio.

-Es decir que ahora tenés que rumbear para otro lado a tirar la caña. ¿Te gusta más el mar o la laguna?
-Me gusta más el mar.

-¿Por lo que sale o por la adrenalina que genera?
-Las dos cosas. El mar es más impredecible.

-¿Le tenés respeto?
-Sí. Es más, soy de pescar más de costa que embarcado.

-Hay personas que por su carácter uno no entiende cómo puede invadirlas la tranquilidad del pescador. Pero tu perfil cuadra perfectamente.
-Sí. Puedo estar cinco horas sin pescar nada y la paso de primera, je.

“Mi sueño es volver a sentir temblar el Casanova”

-¿Qué extrañás?
-A veces quisiera estar un poco más ocupado. Estoy por empezar un curso de entrenador que organiza Eneba por internet. Si bien no es mi intención ser entrenador, nunca está de más tener el título.

-¿Te impulsó la convocatoria de Pepe para ser parte del proyecto?
-Sí. Lo del curso lo tenía decidido de antes, después surgió esto y me entusiasmó. Tengo que reunirme con Jose (Pisani el DT). Voy a estar totalmente a su disposición, él será el jefe.

-Suena raro.
-¿Qué se yo? No me siento más que él para nada. Tiene muchísima más experiencia que yo como entrenador. Desde mi lugar puedo aportarle otras cosas que tal vez no las vivió.

-¿Qué parte más te gusta del entrenador?
-Je, entrenador jefe no me gustaría ser...

-Pero el asistente también es entrenador.
-El asistente es el nexo entre el entrenador y los jugadores.

-Por tu forma de ser, ¿lo que menos te gusta del entrenador es el trabajo de motivación y diálogo con el jugador?
-No, creo que me puedo soltar.

Mucho y buenos

-¿Hubo algún entrenador del que rescataste más conocimientos?
-Ufff... Hay varios e importantes. El Oveja (Sergio Hernández), Julio (Lamas), Rubén Magnano, Vecchio, quien, a pesar de que nunca me tuvo en cuenta para la mayor, debo admitir que fue un gran entrenador.

-¿Desde la parte emocional o táctica?
-Era muy motivador y ambicioso.

-¿El entrenador transmite lo que lleva adentro?
-A Vecchio lo tuve en Cadetes y la verdad, supo transmitirlo. Eramos pibes.

-¿Hubo un momento de tu carrera donde aprendiste a conocer a los entrenadores?
-No. Le creí a todos los entrenadores que tuve. Después, puede ser que se les haya escapado la moto (sic) y uno podía mirarlos con otros ojos.

-¿Tenés miedo a exigir de acuerdo con lo que fuiste como jugador?
-Y... Lo he pensado. Aunque hay que ser objetivo.

-Hay que reconocer que no a todos le pueden salir las cosas con naturalidad.
-Tal cual. O no tener la ambición o las ganas de uno. Eso me chocó cuando volví a la Liga. Ver jugadores que se conformaban. Uno va a tratar de aconsejar y mostrar el camino. Después, cada uno elegirá.

-¿Considerás que ese conformismo lo genera la mediocridad de la Liga misma o bien que va más allá y es un tema cultural?
-No lo he analizado, pero veo tanta mediocridad alrededor que puede ser contagioso. Que Tinelli sea el programa más visto de la Argentina te da una idea de cómo está nuestra sociedad. Tampoco veo que últimamente emigren jugadores a Europa, con lo cual puede ser que nos hayamos estancado un poco.

-Dentro de este conformismo generalizado, el hecho de tener juntos a Pepe, a Espil y a vos, ¿puede llegar a contagiar al resto?
--¡Ojalá! No lo he charlado con Pepe, pero creo que su deseo debe ser ese, poder marcar el camino y la manera de hacer bien las cosas. Confío plenamente que este proyecto será bárbaro y que Pepe intentará hacer todo muy bien. Después, mandarán los resultados deportivos.

-¿Estás al tanto del armado del plantel?
-Un poco. Hace más de una semana que no hablo con Pepe o Jose.

-Vas a tener que sacar el traje del placard, je.
-¿Viste vos...? No sé si la corbata es obligatoria, je.

De todo un poco

-Cómo jugador, ¿qué importancia le diste al asistente?
-He visto todo tipo de asistentes: los que no hacen nada y los que laburan mucho. Yo entro al proyecto sabiendo que voy a tener que aprender un montón de cosas. Por eso quiero estar cerca del chico que trabajará como asistente.

-Mauro Polla.
-Sí. Para querer ser entrenador hay que seguir todos los pasos. Seguramente con él voy a aprender bastantes cosas.

-¿Te gusta el scouting?
-Sí. En realidad, me acostumbré, más que nada en Europa. Cuando volví, acá no se hacía tanto y me faltaba algo. En España llegabas a los partidos y era como dar una lección. Había que estudiar cuatro o cinco hojas y si te equivocabas lo pagabas.

-¿Podés sentirte más cómodo con el trabajo diario del entrenador o con el de técnico durante el partido?
-Creo que los dos son importantes. Igual, considero que todavía no estoy capacitado para sacar petroleo del parquet durante un partido, je.

-¿Qué no harías como entrenador?
-Mandar al frente a los jugadores.

-Fuiste testigo de esas situaciones?
-Sí.

-¿Esta situación la provocan, básicamente, los malos resultados?
-Hay de todo.

-¿Muchas veces se respeta al entrenador más por estos códigos que por los conocimientos propios?
-Particularmente, los últimos años priorizaba más a la persona que a la capacidad que tuviera como entrenador.

-¿Es por la propia madurez?
-Creo que sí. La experiencia permite tener más facilidad para resolver situaciones. Y, a la vez, poder hablar con el entrenador. Y todo esto es fundamental, porque, ¿viste cómo son los jugadores? Entrás en la lista negra y nadie quiere ir a jugar con vos.

-Ellos los jugadores, je. Es como siempre le decía Jorge Faggiano (dirigente de Estudiantes) a los jugadores: “muchachos, antes de ser policía fui ladrón”.
-Tal cual, je.

-En definitiva, estás dentro del proyecto, falta definir puntualmente la función.
-Sí. Está la posibilidad de que me ponga los cortos, pero es un poco remota.

-¿Te quedó algo por cumplir como jugador?
-Y... Jugar la NBA.

-Ese asterisco no vas poder borrarlo nunca de tu cabeza, ¿no?
-A veces miro los partidos y pienso: si tuviera 22 o 23 años, ¡qué fácil sería! Pero antes no tenía esas ambiciones, hasta que después comprobé que hubiera podido.

-De hecho, llegó a pasar por una decisión propia (en 2003, Popovich lo quería para los Spurs y el Puma, muy profesional, priorizó el contrato con Pamesa Valencia, de España).
-Sí, pero ya está.

-¿Cuál es tu sueño en esta experiencia?
-Sólo poder estar vinculado al proyecto me pone feliz, pero mi sueño es volver a sentir temblar el Casanova.

Foto: Archivo Pick and Roll - Majo Gil (mjgil@pickandroll.net)
Fuente: Fernando Rodríguez “La Nueva Provincia”