Se chocó un tren de frente

No hay mal que dure cien días en nuestra Liga Nacional. Ferro encontró salida a la angustia de no poder ganar cortando una racha de 6 partidos en derrota y poniendo un manto de felicidad para la lucha de las posiciones del fondo de la zona Sur. Sin brillar, pero con actitud e inteligencia se llevó un partido que le permite mirar con más optimismo el futuro.

Del otro lado Peñarol se cayó en un pozo profundo, inédito en los últimos 10 años, de haber perdido tres partidos seguidos de local, de haber terminado brindando una imagen muy pobre, muy poco coincidente con la dinámica de equipo que disfrutó hace escasos 20 días. No hubo nada para destacar en la derrota para el equipo de Sergio Hernández. Ningún jugador dio el presente, ni siquiera por individualidad para destrabar algo que por equipo no llega.

Y es lógico comenzar diciendo que todo lo que Ferro tuvo para tomar y llevarse del Polideportivo debió ser brindado por el local, no por subestimar o menospreciar la tarea del equipo de Álvaro Castiñeira, que hace de la defensa grupal un culto, sino porque la riqueza individual de un equipo que ataca para 100 puntos jugando como local es algo muy difícil de contrarrestar.

Peñarol ya había dado toda clase de señales de estar pasándola mal como equipo, pero como las derrotas siempre fueron en un alto goleo, la idea de que todo el problema pasaba por el costado defensivo achicó los márgenes de preocupación. Ahora que perdió sin poder atacar bien, se abre una incógnita gigante sobre los orígenes de los problemas del “Milrayitas”.

Por mucho que avance y se modernice este deporte su esencia sigue intacta: no se puede jugar sin un base. Y cada vez que Figueroa y Shadi no están en un buen nivel el equipo se resiente porque no tiene formar de suplirlos. Y anoche Figueroa estuvo bien en la marca pero no está consistente como hacedor de juego y Sahdi directamente tuvo su peor partido en años. Así Peñarol terminó de quebrarse como equipo sin salida en su juego.

Entonces todos terminan chocando con todos, los extranjeros señalados como culpables, no encuentran la pelota donde podrían sacar ventajas. Brown juega todo balón en mano, sin recibir ninguna salida de cortinas, fuerza sus tiros y equivoca los caminos sin saber qué hacer. Feeley en una situación similar. Y Ferro que leyó bien los problemas de su rival nunca abandonó la marca individual para profundizar esos inconvenientes.

Hacer un recuento cronológico del partido es insuficiente para marcar lo que anoche se vivió en el Poli. Porque Peñarol para sumar tres derrotas seguidas como local primero tiene que tener quebrado algo más que su juego: su espíritu. Hemos visito varias veces en los últimos tiempo un equipo que podía jugar mal pero ganaba a los empujones. Eso también parece haberse perdido.

Ferro trabajó la victoria con la siguiente ecuación: actitud (+) lectura de juego (–) miedo a ganar. Si hubiera estado un poco más tranquilo el equipo verdolaga podría haber hecho mucho más daño pero en sus mochilas también corría muy fuerte el deseo de ganar, los nervios, la ansiedad que tantas veces juega en contra. Y lo condicionó a tomar malas decisiones a la hora de cerrar el juego.

Peñarol se llevó el primer tiempo (38-35) sin merecer ventaja alguna. Había hecho muy poco para ganar. Acaso disfrutar de un poco de puntería perimetral a pie firme. Pero cortado el circuito del pick and roll con los pivotes Peñarol se desdibujó solo tirando a distancia. En tanto Ferro también había chocado casi sin jugarlo y en el marco de un partido pobre, había logrado bajar el ritmo ofensivo de su rival llevando el juego al terreno más conveniente.

El local llegó a perder 10 pelotas en el segundo cuarto. Un número que excede un comentario más al tema y grafica todo lo que se pueda decir de un equipo.

En el tercer cuarto el partido siguió con la paridad descrita pero sin Ramón Clemente que se fue descalificado en la última jugada del primer tiempo por protestarle al árbitro Juan Fernández. El extranjero se quejaba de un encontronazo con Leo Gutiérrez que los árbitros no vieron y se pasó muy ingenuamente con las protestas para salirse del partido de modo definitivo.

A pesar de perder a un hombre vital (decisivo) en la estructura de Castiñeira, Ferro no se amilanó. Lo ubicó a Martín Cuello de alero, negociando a la dupla Rasio-Amoroso o Rasio-Oglivie en el puesto del 4-5. Incluso el chico Facundo Jerez jugó muy buenos 6 minutos en el tramo final. Todo muy clarito en la visita.

Por el contrario, Sergio Hernández (que empezó a correrlo de atrás a su rival) no utilizó a su pivote Andrew Feeley en todo el último cuarto, quien con solo 21 minutos se había erigido en el goleador de su equipo (15). La mitad del cuarto la jugó Acuña, que poco pudo hacer en ataque y finalmente los últimos cinco minutos el técnico de Peñarol se jugó por un doble ala pivote. Sorprendió que el “milrayitas” no imponga a su pivote extranjero para el cierre, cuando tenía ventajas teóricas (y prácticas) en el puesto, pero así de confundido estuvo siempre en un plan de emergencia.

Finalmente Peñarol terminó lanzando 1/9 en triples en el último cuarto, con Leo Gutiérrez pasando el balón a Sahdi en la última jugada, con Brusisno afuera por cinco faltas cuando restaban largos 6 minutos, con muchos más deseos que ideas y con una floja actuación colectiva e individual. Ferro olió la sangre de su rival herido y cazó a su presa.

Anthony Young directamente no ingresó al juego y ya prepara su regreso a su país, despidiéndose de todos al cierre del partido. Ya está arreglada la llegada del pivote Cris Moss (justamente el que quería Ferro) y luego Feeley correría la misma suerte cuando pueda reincorporarse Giorgetti que cada día está más cerca del regreso. Es una incógnita lo que pase con Todd Brown.

Mientras tanto, Ferro no quiere saber nada de problemas ajenos. Hizo su trabajo para cortar la mala racha y fue feliz en Mar del Plata,

Síntesis
Peñarol (70): Juan Pablo Figuroa 7, Todd Brown 7, Nicolás Brussino 13 (x), Leonardo Gutiérrez 10 y Andrew Feeley 15 (FI); Alejandro Diez 7, Roberto Acuña 5, Luciano Massarelli 1 y Fabián Sahdi 5. DT: Sergio Hernández.

Ferro (75): Leandro Portillo 7, Jonathan Maldonado 14, Ramón Clemente 4 (exp), Lisando Rasio 8 y Ryan Amoroso 7 (FI); Ernesto Oglivie 14, Martín Cuello 9, Luciano Tantos 6, Facundo Zárate 3 y Facundo Jerez 2. DT: Álvaro Castiñeira

Parciales: 18-15, 38-35, 55-55 y 70-75
Árbitros: Juan Fernández y Rodrigo Castillo
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (Mar del Plata)

Pablo Tosal
@pablotosal