Gimnasia: La cooperativa del básquet

Gimnasia de Comodoro Rivadavia vivirá su segunda final de Liga Nacional y no llega de casualidad: es un equipo que ha ido creciendo con el correr de la Liga, mostrándose como un mejor equipo a medida que las dificultades avanzaron y sorteando todas ellas por su temperamento ganador y forma de juego.

El equipo de Gonzalo García tiene un estilo claro y sencillo: se pasan el balón para que lance el mejor ubicado. No hay estrellas sino un equipo, no hay una mano de privilegio sino todas y hay antes que nada el conocimiento de que no puede haber pases sin rompimientos.

Es usual entre los hinchas del básquet valorar los equipos que se pasan bien el balón, pero poco se destaca de las virtudes del rompimiento. Y no existe el pase claro si previamente no se genera una ventaja, porque el rival siempre te va a marcar. Los equipos que juegan con dinámica de pases necesitan encontrar el espacio y el ángulo de pase y esto es un arte.

Se mueven los receptores, se mueven los pasadores y se mueven los jugadores sin balón que crean los espacios a través de las cortinas, directas o indirectas. Todo esto pone en funcionamiento un sistema donde todos están comprometidos para el mismo fin. Se salvan o se hunden todos juntos.

El proceso de este equipo ya había mostrado sus virtudes la temporada pasada donde un equipo apoyado por el mismo perímetro (pero sin Aguerre) luchó de igual a igual con Boca en cuartos de final cayendo en quinto partido. Pero su exigua rotación la terminó pagando cara, con un desgaste de piezas claves.

Este año repitieron el esquema con la idea de su técnico, Gonzalo García, que le gusta jugar con una rotación de 8 jugadores. Y lo hace de manera literal, los juveniles o fichas U23 que no están a la altura del resto no suma minutos.

No poder rotar con 10 jugadores y tener ambiciones de llegar a la final podría ser su talón de Aquiles, sin embargo el técnico ha logrado convertir una supuesta debilidad en una virtud. Porque para sobrevivir en ese sistema, se necesitan jugadores comprometidos e inteligentes. Gimnasia sabe que falta dar y cuáles no, y debe controlar el ritmo de juego de acuerdo a su personal.

En rotaciones de siete, como le sucedió en la serie contra Peñarol y luego contra Quilmes por ausencia de Pablo Orlietti, Gonzalo García ha tenido que rotar el equipo pensando en el descanso del plantel y las faltas acumuladas sin mirar el tanteador y las circunstancias del juego. Y el equipo nunca se desmembró.

Jugar a máxima intensidad, tal como se requiere en esta liga, y saber que no se pueden equivocar ha logrado hacer crecer el nivel de concentración, porque en la rotación no hay muchas manos para colaborar con la causa. Los jugadores pueden tener una mala noche con el tiro, no así con el plan de juego.

Entre las virtudes de Gimnasia se destacan la ejecución de la idea por sus individualidades de gran nivel. Nicolás De Los Santos ha tenido una temporada espléndida, alternando, tal como requiere el equipo, sus momentos de armador y sus momentos de goleador. Pero sobre todo aceptando ser el defensor más calificado del perímetro.

Para ser un base, De los Santos le ha tocado marcar (de acuerdo a las características) a escoltas goleadores del rival y lo ha hecho con éxito. Ese desgaste, que en otros equipos está reservado para especialistas, parece no haberle pasado factura y llega intacto a las finales.

Leonel Schattmann siempre fue un gran tirador, pero no había podido demostrar cualidades de líder en un equipo de punta hasta este año, donde tuvo que aparecer por necesidad para darle a su equipo el salto de calidad que necesitaba para ganar. Schattmann fue decisivo en duelos claves de semifinal y final de conferencia. Cuando su mano se enciende es prácticamente inmarcable.

Con ellos está Santiago Scala, un jugador sin techo visible, que ha sido otra pieza importante en el engranaje. Entra de base o de escolta. Juegan con un perímetro bajo cuando va Schattman de tres y mantienen la intensidad. Y a la hora de producir es clave junto a De los Santos para fabricar los espacios. Porque los rompimientos de Scala y su tiro siempre generan atención.

El alero titular es Federico Aguerre y se comió el puesto en dos bocados este año. Su crecimiento y madurez en el puesto resultó vital para las aspiraciones de Gimnasia. Puede defender cambiando con los grandes, tiene buen dominio del juego aéreo y espera su tiro con suma paciencia. Corre la cancha y llega bien en el contraataque cuando los “ligeritos” del perímetro recuperan y salen rápido. Es la pieza que terminó por ensamblar a todo Gimnasia y los potenció definitivamente a jugar la final.

Para los internos hay cuatro jugadores de características diferentes donde dos de ellos pueden cumplir funciones distintas: Diego Cavaco es una alero/ala pivote y Diego Guaita es un ala pivote/pivote. El marplatense es el capitán del equipo y Gonzalo García lo considera imprescindible. Le da mucho contenido anímico y liderazgo a un plantel joven. Guaita rinde en donde lo llamen a actuar. Puede atacar de frente o de espaldas.

Finalmente para el puesto del pivote se reparte dos jugadores los minutos, San Clancy, el Patrón del equipo, y Pablo Orlietti. Lo que suma Clancy en este Gimnasia se refleja tanto en los números como en los intangibles. Lidera desde el silencio y el trabajo, no permite que el equipo se relaje, asume protagonismo en los momentos difíciles, no necesita el balón para jugar. Es uno de los pivotes más completos que ha pasado por la competencia. Ataca mucho el rebote ofensivo, lo que permite siempre a sus perimetrales completar la acción del canasto porque tiene virtudes de ir a buscar la segunda instancia.

Con Orlietti se complementan bien, porque ambos lanzan de media distancia y en la rotación que tiene el entrenador han jugado juntos también cuando el equipo necesita subir la talla de su defensa.

En síntesis es un equipo donde cada una de sus piezas engrana perfecto en la maquinaria que creó a su gusto Gonzalo García. Destruir un equipo cuyas virtudes radican en su función de conjunto es difícil. Pero no todo termina ahí. En algunas oportunidades el rival lo ha puesto en plan “B” y teniendo que jugar incómodo, valiéndose por sus individualidades, también aprobó la materia.

Gimnasia fue de menor a mayor esta temporada, y para finales de la fase regular finalmente puedo encontrar algo que necesitaba para potenciarse como candidato: ganar de visitante. Gimnasia bajaba (de forma inexplicable según su entrenador) el rendimiento con respecto a los juegos en casa. Pero en la gira de Concordia, Paraná y Sunchales volvió con un formidable 3-0 que le generó la certeza que podía competir con todos en cualquier cancha. Luego metió triunfos en Mar del Plata y Lanús y perdió en suplementario en Obras. Gimnasia sabía que estaba para más, cuando encontró su juego de visitante.

La situación lo potenció en Play offs, donde perdió ante Peñarol el juego uno de la serie trayendo al cuerpo todos los temores que se pueden padecer, sin embargo ganó los tres siguientes con una autoridad inobjetable. No solo en Comodoro sino la doble victoria en Mar del Plata que Peñarol no había sufrido jamás en play offs en toda su historia.

Contra Quilmes fue un duelo más defensivo y de prueba de carácter. El cervecero le testeó el alma al plantel patagónico que otra vez demostró el temple necesario para salir adelante. Puede ganar atacando y puede ganar defendiendo. Además lleva un invicto de 6 partidos en estos Play offs.

Para salir campeón deberá ganarle a un equipo que ha marcado una diferencia importante con el resto. Quimsa es un equipo que se hace difícil verlo perdedor en cuatro de siete partidos. Contra esas absurda chance va Gimnasia, su orgullo, su buen juego y su ilusión.

Fotos: Majo Gil (@MajoPick)

Pablo Tosal
@pablotosal