Argentina - Nueva Zelanda (8vos de final)

Si la etapa preliminar del torneo no le ofreció grandes complicaciones, todo será distinto de aquí en más. Y a pesar de que la imagen ofrecida como equipo no fue la mejor, lo rescatable es que las veces que necesitó ganar partidos complicados (Francia o Serbia y Montenegro) lo hizo con el viejo estilo de ofensivas pensadas, sin aceleraciones innecesarias y al ritmo de un conductor que ha tomado más injerencia que nunca, como Pepe Sánchez. Y también resulta provechoso que el compromiso y el hambre se mantengan intactos. Porque si algo tiene y vale esperar de los campeones olímpicos es vergüenza deportiva, profesionalismo y ganas de seguir haciendo historia.

Enfrente tendrán a un equipo conocido, al que ya enfrentaron en los últimos dos grandes torneos. Sin embargo, Nueva Zelanda no tiene la contundencia y la sincronización de juego que expuso para alcanzar el cuarto puesto en el Mundial de Indianápolis 2002. El actual perdió al pivote Sean Marks y no mostró hasta el momento en este torneo el conocido poderío en los lanzamientos de tres puntos.

Es ésa un arma de doble filo para la Argentina, pues un día la puntería puede aparecer afinada y todo lo que no entró en cinco noches puede entrar en una sola. El libro del básquetbol tiene escrita infinidades de estas historias.

Los Tall Blacks, practicantes del haka, perdieron los tres primeros partidos en la sede de Hiroshima, por el Grupo B. Cayeron con España (86-80), Alemania (80-56) y Angola (95-73), y vencieron en los dos últimos, frente a Japón (60-57) y Panamá, anoche (86-75). Su porcentaje en triples fue asombrosamente bajo: 9 de 27 (33%) en el debut; 7 de 21 (33%) en el siguiente cotejo; 7 de 27 (26%) en el tercero; 8 de 33 (24%) en el cuarto, y ayer 12 de 34 (35%).

Los neozelandeses dependen muchísimo de los triples y por eso se clasificaron con angustia y en el último encuentro. Porque su juego no tiene críticas. Lo practican de memoria y con enorme intensidad y entrega física. Se trata, además, de un equipo con experiencia, que hace seis años trabaja bajo la dirección del técnico norteamericano Tab Baldwin y se apoya en la desequilibrante tarea del base Kirk Penney, el motor del equipo.

Además de Cameron (ver aparte), las otras estrellas de Nueva Zelanda son el tirador Dillon Boucher, el escolta Mark Dickel –también lanzador de tres puntos– y el pivote Craig Brasdshaw. El estilo de juego dinámico, de pases y cortinas permanentes con sorpresivos cortes hacia el aro, penetración y descarga a los tiradores, es un sello de los neozelandeses, que ha creado serios problemas a muchas potencias, aunque no tanto en este Mundial. Claro, porque no afinaron la puntería de tres todavía. Esta noche, los muchachos argentinos deberán dar muestras de capacidad para superar esa dificultad, en la instancia que más les gusta.

Pero Cameron, un viejo conocido para la Argentina

El gordo Pero Cameron, de 32 años, un ala pivote de cerca de 130 kilos y 1,98m (del físico de Charles Barkley), tiene un enorme talento y mucho oficio, y siempre complicó a los seleccionados argentinos, tanto en Indianápolis 2002 como en Atenas 2004. Sus triples y rebotes siempre hicieron daño.

El historial

El primero, allá en Indianapolis

El primer cruce de los últimos tiempos entre la Argentina y Nueva Zelanda data del Mundial de Indianápolis, hace cuatro años. Aquella noche brilló Manu Ginóbili, con 24 puntos y cinco asistencias, para el triunfo por 112-85. El otro hombre decisivo en aquel holgado éxito fue Alejandro Montecchia (foto), que repartió siete asistencias, bajó cinco rebotes y anotó cinco puntos.

Otro triunfo, en Atenas 2004

En Atenas 2004 se volvieron a cruzar, por la cuarta fecha de la primera etapa del torneo. La Argentina se impuso nuevamente, por 98-94. La figura de aquel encuentro fue Luis Scola, que sumó 25 puntos, la misma cantidad que Phillip Jones. En la imagen se ve la penetración de Walter Herrmann ante la marca de Dillon Boucher; esta noche volverán a enfrentarse.

Otro éxito en la despedida de la Argentina

Definitivamente, Scola demostró el 2 del actual que Nueva Zelanda le sienta bien. El pivote, que fue el goleador, con 28 puntos, jugó otro gran partido y se convirtió en la figura del triunfo por 85-72, en la despedida del seleccionado de la Argentina, en el estadio de Obras. El otro destacado de la noche fue el Chapu Nocioni, con su habitual intensidad, a pesar de que se trataba de un amistoso más. En la foto, Wolkowyski prueba al aro ante la mirada de Bradshaw y Cameron, dos de los pilares de los Tall Blacks.

Autor: Miguel Romano - Diario La Nación