No se dio el sueño de medalla

Todo un país deportivo se despertó temprano para seguir el sueño de la medalla de Bronce de una Generación que los representa como ninguna otra. El resultado final no cambia las formas, ni el orgullo, ni la certeza de saber que estamos ante la máxima expresión equipista del deporte argentino de todos los tiempos. Pero la derrota ante Rusia duele. Acaso más por el deseo de verlo a ellos festejar y reír en un podio, como un regalo. Por eso el nudo en la garganta.

Y también porque la victoria quedó muy cerca, muy cerca. Porque a Chapu Nocioni, el primer patriota, no le entra nuevamente desde el corner el triple para la victoria. Por eso duele más. Y Sabemos también que la pelota que recupera Prigioni en el final fue falta, y no la cobran. Como designio del destino esta Generación empezó con la misma injusticia en Indianápolis 10 años atrás. Siguen sin respetarnos.

Y a pesar de tener el pecho inflado de orgullo por saber que la celeste y blanca es representada por hombres que nos hacen mejor como personas, estamos tristes porque queríamos que la historia tenga ese final de medalla. ¿Por qué negar la tristeza?.

Me cuesta escribir. Uno se hace hincha de la selección de su país en el deporte que sea, pero la Generación Dorada es más que eso. Es una forma de entender el deporte. Por eso estamos tristes, porque el podio es como un Olimpo, solo para privilegiados. Un lugar donde deberían estar hoy Pablo, Lancha, Manu, Chapu, Luis, todos.

En definitiva me toca escribir un partido que no quiero. Porque tengo miedo que nos acordemos de los errores que se cometieron (claro, lo vemos con el resultado puesto) y nos olvidemos de lo difícil que es estar en ese lugar, compitiendo por una medalla con un tiro para ganar. Y sí. Se cometieron errores, se podría haber hecho esto, aquello y lo otro. No se hizo, perdimos. Esa mirada es corta.

Lo cierto es que hubo un primer cuarto parejo, de vaivén. Donde Rusia comenzó mejor (4-10) y entre Manu, Chapu y Nocioni se dio vuelta 14-12 con parcial 10-2. Fue uno de los tantos parciales abiertos que se vio (para los dos lados en el partido).

La defensa rusa hizo lo mismo que Francia en la segunda presentación de los Juegos, una sobre carga constante a Scola y atención escalonada al rompimiento de manu. Cerrados sobre su pintura lucieron impecables, del mismo modo que lo hicieron en el primer tiempo con España. Pero esta vez, tuvieron para atacar un par de jugador que no se apichonaron como en las semifinales: el base Shved y el alero Kirilenko.

La defensa argentina le jugó a Shved del mismo que lo hizo con Huertas en los cuartos de final, tratando de evitar el pick and roll con sus pivotes, pero regalando inevitablemente el tiro. Y Shved nos castigó durísimo con el lanzamiento.

También fue evidente, una más, ante un equipo tan alto como los rusos, la necesidad de pivote que tuvimos. La salida de Fabricio Oberto de esta Generación Dorada fue un puñal porque es irremplazable. En Turquía con él, pero sin Manu, hasta se pudo disimular la salida del escolta de San Antonio pero acá fue indisimulable. Scola como pivote debatiéndose contra las torres rivales, daba emoción, pero era una locura. Luifa jugó 35 minutos, no se le puede pedir más nada.

La estrategia del técnico estadounidense, David Blatt, nacionalizado isarelí, que dirige a los rusos, fue tener una rotación frenética desde el banco, constante, de alto nivel de desgaste defensivo. No obstante por la paridad y las respuestas Kirilenko y Shved sumaron casi 36 y 33 minutos respectivamente. Pero fueron los ejes ofensivos de su selección.

El segundo cuarto mostró lo mismo. Argentina no podía entrar a la zona pintada y con solo triples podía lastimar el aro ruso. Los guarismos lo resaltaban 8/20 en triples y 5/11 en dobles. La lucha por los rebotes era titánica (14-16) y el resultado apretado 38-40.

En el tercer cuarto la apuesta del técnico Julio Lamas de tener poco recambio no se modificó. Entró Facundo Campazzo a falta de 4:32, entre Leo Gutiérrez pero Argentina perdió la línea, siendo el mejor momento ruso en el partido que tomó 11 de luz (50-61). La ofensiva chocaba contra una defensa sólida y los tiros lejanos ya no entraban para abrir un poco esa muralla.

De todos modos, ya sabemos que Argentina no se rinde nunca con estos jugadores. Y en un mágico parcial 12-1 al comienzo del último parcial se logró empatar en 62 para comenzar de nuevo.

La selección llegó a pasar al frente 74-72 a falta de dos minutos y encima Khryapa comete una grosera falta ofensiva a Manu Ginóbili. Parecía todo a pedir de Argentina, y Manu tiró un triple, acaso que era la victoria, pero lo erró y con 1:26 por jugar Shved con dos libres puso la igualdad en 74.

Delfino erró uno de los dos libres que tenía algo que Fridzon no, en la jugada siguiente (75-76) a falta de 56 segundos. Otra vez se hizo cargo Diego Armando Ginóbili que metió un golazo con bandeja pasada tirando para atrás para darle la delantera a su equipo (77-76) a falta de 43 segundos.

Y el cierre fue un caos donde Dios nos dio la espalda. Alexey Shved metió el triple del partido (77-79) y Chapu Nocioni lo erró, desde el mismo lugar que se escapó el Mundial de Japón 2006 (maldito destino). En 10 segundos y la locura general de la última bola, Manu le manotea la bola a Fridzon la agarra Prigioni, falta sobre él, la pierde, doble de Rusia. Fin.

Se termina así la aventura de Argentina en los Juegos Olímpicos de Londres, donde luchamos de igual a igual con todos, perdimos dos veces con los Estados Unidos, que parece atado al camino argentino. Se dio todo y no pudo ser medalla. La Generación Dorada no tendrá acá su final, habrá revancha para ellos, pero solo para ellos, porque a nosotros no nos deben nada.

Síntesis
Argentina (77): Prigioni 3, Ginóbili 21, Delfino 15, Nocioni 16 y Scola 11 (FI); Jasen 0, Juan Gutiérrez 2, Leonardo Gutiérrez 6 y Campazzo 3. DT: Julio Lamas.

Rusia (81): Shved 25, Ponkrashov 0, Kirilenko 20, Khryapa 9 y Kaun 6 (FI); Fridzon 19, Monya 2 y Mozgov 0. DT: David Blatt.

Parciales: 20-19, 38-40, 57-61 y 77-81.
Arbitros: Juan Arteaga (ESP), José Carrión (PUR) y William Kennedy (EEUU).
Estadio: North Greenwich Arena.

Pablo Tosal
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