A fuego lento

Los dos hicieron lo que pudieron. Peñarol esta por debajo del equipo que salió campeón en la Liga de las Américas. Desde que llegó al país que por la naturaleza del cansancio no es el mismo. Domina, mete, pero usa el peso específico de la jerarquía individual más de la cuenta. Se pierde, tiene baches, depende de Román González con una notable adicción, ataca por largos momentos confuso.

Quilmes va para adelante con lo que tiene. Se matan en defensa. Los jugadores sacan el machete del pantalón y repasan cada rotación, cada detalle del oponente que le fue asignado para defender. En ataque no gozan de ninguna individualidad que desequilibre, si establecen juego de pases, terminan como los autitos chocadores. Receta final: le dan para adelante. Así se los ve a todos jugando al llanero solitario.

Con estas dos realidades salió un partido entretenido y parejo en el primer tiempo, desproporcionado en el segundo, de acuerdo a lo que cada uno hizo en cancha. Peñarol estuvo 20 puntos arriba de Quilmes porque sus jugadores metieron los tiros con y sin marca. Quilmes no metió nada. ¿Virtud de la defensa de Peñarol? En parte, no toda.

De todos modos, es una realidad que Peñarol la mayoría de los partidos de local mete 85 de promedio jugando contra los Detroit Pistons, puede perder, pero por arriba de ese marcador. ¿Como hacía Quilmes para sumar más de 85?. Imposible. Sencillamente imposible en este momento del torneo. La única forma posible era bajar el goleo del rival

Sin embargo Peñarol salió afiladísimo, usando a Román de Faro y al resto de receptores. Es tremenda la importancia de Román González en este equipo. La recibe y toda la atención defensiva gira en torno a él. Doble marca, Román la pasa y viene el tiro abierto del lado opuesto. Triple. Así fue el primer cuarto donde Peñarol consiguió 5/8 en triples y 27 puntos. Si González no recibe la doble marca, es doble seguro. Hoy domina a todos los pivotes de la liga en el uno contra uno.

Quilmes, de todos modos, tuvo la buena noticia de hacer 20 puntos en un cuarto. Sucede que hacer 20 puntos para el equipo de Oscar Sánchez es una buena noticia porque jamás puede mantener esos guarismos. Pero el técnico de Quilmes sabía que Peñarol no podría mantener esa efectividad de tres puntos, por eso siguió feliz con su ataque esperando su momento.

Y su momento llegó. En el segundo cuarto, cuando salió Román a descansar y Peñarol perdió su pivote en cancha. Osborne y Ale Diez, ahora juegan muy de frente al canasto. Le facilitaron la gestión defensiva a Quilmes que se puso en individual y cara a cara. Aunque salió Carl Edwards y el equipo se hizo bajo con Villares de alero (Contra Mata), el equipo defendió muy bien, al tiempo que Peñarol se perdió por completo.

Con Villares encontrando triples a la carrera, Romero haciéndose fuerte en la pintura y un buen ingreso ofensivo de Aguirre Quilmes logró descontar una ventaja que llegó a ser de 12 (22-34) con un parcial 10-0. Salles no miró el aro en toda la noche y no es precisamente un base que no ataque. Peñarol estuvo casi cuatro minutos sin convertir, pero la vuelta de Román González a la cancha cortó la sequía. Lo dicho: un equipo con Román, otro sin él.

El partido se clavó casi tres minutos con el resultado 35-36. Quilmes tuvo 4 ataques para pasar al frente por primera vez y no lo logró. Peñarol aguantó y cerró mejor el primer tiempo pero en deuda. Los aplausos eran para Quilmes que se había presentado “digno” como sostenía su técnico en la previa.

Pero la vida de esperanzas para el cervecero duró un tiempo. El segundo fue todo de Peñarol reflejando la realidad de uno y otro. Quilmes metió puntos con 6 jugadores, Peñarol lo hizo con los 12 que entraron al campo, los 5 titulares y los 7 suplentes llegaron al gol.

Con naturalidad, sin forzar situaciones, pasándose mejor el balón, el conjunto de Sergio Hernández fue un equipo sobrio por atacar, sin estridencias, sin grandilocuencias. Pero efectivo y conciente que el partido le daría esa chance. Quilmes puede pasar tres ataques sin convertir. Peñarol no, sabe que de tres ataques uno termina en gol si o si.

Un rápido parcial 8-0 abrió la brecha a 10 en el inicio del tercer cuarto (39-49). Tres ataques errados y una pérdida por Quilmes, tres ataques convertidos y dos libres logrados por Peñarol. La historia comenzaba a definirse.

El golpe de Knock Out lo pusieron los extranjeros de Peñarol. Apareció Jason Osborne en el final del tercer segmento con 5 puntos seguidos para llevar la distancia a 11 y metió el primer doble del último cuarto para alargarla a 15. Dos triples de Wadley la llevaron a 21. Entre tanto Quilmes erraba y erraba, Villares que fue muy importante en el primer tiempo (14 pts), desapareció en el segundo (0/7 de campo) y en el tercer cuarto brilló con un solo de guitarra, Carl Edwards que hizo 12 de los 13 puntos de su equipo en todo el cuarto. Ninguno le dio una mano, nadie le pudo sumar gol a Quilmes (1/10 en triples en el segundo tiempo). Allí por primera vez en el juego, la ausencia de Reynolds o de un segundo extranjero se hizo notoria y decisiva.

Con 21 puntos de distancia (52-73) el partido se cerró mucho antes. Comenzó la rotación desde el banco. El Huevo jugó su última carta mandando a Maximiliano Maciel, que se decía que no podría jugar. El alero no quedó nunca solo para el tiro de tres puntos y la defensa lo obligó a jugar uno contra uno. Con su planta de pie maltrecha no pudo hacer mucho.

En la parte final una serie de escaramuzas que comenzaron entre Ale Diez y Carl Edwards terminó con la salida del extranjero de Quilmes por falta y técnico. Luego del otro lado se trenzaron Wadley y Villares, siendo Quincy esta vez el que se fue antes por doble falta técnica. Los jugadores le ponían pimienta innecesariamente a un partido que ya estaba terminado.

Al partido le sobraron 5 minutos donde Peñarol dominó a voluntad el resultado final, rotando con el ingreso de los juveniles Konsztadt y Ledesma. Ya no hacía falta Román, ni Osborne, ni los grandes capitanes del barco. Quilmes estaba quebrado y esperando que todo termine.

El final llegó inexorable, pintando la realidad que hay entre uno y otro. Una diferencia de 21 puntos que podría doler en otros tiempos, ahora es natural. Quilmes volvió a marcar menos de 70 puntos, Peñarol más de 85. La historia sigue, el clásico continúa y cada juego será tan apasionante como diferente.

Síntesis
Quilmes (66): Hernando Salles 0, Eduardo Villares 20, Carl Edwards 17, Cristian Romero 9, Ezequiel Dentis 10 (FI); Selem Safar 4, Sebastián Porta, Nicolás Aguirre 6 y Maximiliano Maciel 0. DT: Oscar Sánchez.

Peñarol (87): Lucas Picarelli 6, Juan Manuel Locatelli 7, Quincy Wadley 19, Jason Osborne 15, Román González 15 (FI); Sebastián Rodríguez 6. Marcos Mata 6, Alejandro Diez 2, Jervaughn Scales 7, Jonathan Ledesma 2, Alejandro Konsztadt 2. DT: Sergio Hernández

Parciales: 20/27 – 39/41 – 52/65
Árbitros: Daniel Rodrigo y Roberto Smith.
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (6000 espectadores)

Foto: Majo Gil (mjgil@pickandroll.com.ar)

Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar