Aferrados a una ilusión

Siguen las emociones y parecen no tener fin. Ahora todos vislumbran un final de siete juegos. La serie alcanzó su pico de dramatismo esta noche con otro partido parejo, intenso, donde hubo nuevos condimentos tácticos, enriquecidos por la paridad y sobre todo porque la ejecución tiene que ver cada vez más con los nervios. Una final para disfrutarla cada minuto.

Ahora le tocó a Peñarol la victoria sustentado en: su gran defensa, la respuesta del banco de suplentes en momentos claves, la inteligencia de suplir a Jackson, los triples errados de Leo Gutiérrez, la personalidad para dar vuelta el partido, el dominio de las tablas y el aprovechamiento de los errores del rival (creo que no me falto nada).

A esta altura, los partidos son similares y los equipos llevan 4 juegos consecutivos entre sí más los 2 de la serie regular. Se conocen y saben qué disfruta el rival y qué cosas los pone incómodos. Decía Sergio Hernández en la conferencia: “En el primer tiempo estábamos muy tácticos, respondíamos de acuerdo a lo que hacía Atenas, lo hablamos en el entretiempo. Atenas nos llevó siempre a la opción “B” de cada ofensiva, nos negaba la opción “A” y nos hacía tomar la segunda o tercera, a forzarnos a jugar individual. En cambio ellos hacían siempre la opción “A” y nosotros ajustábamos en consecuencia”.



Esta explicación tiene que ver con la comodidad que Atenas se movió en el primer tiempo y el dominio estratégico de los primeros 20 minutos o casi, porque en realidad Peñarol empezó a cambiar a mitad del segundo cuarto, con los suplentes y la zona que puso el “Oveja” Hernández, no como recurso (de apenas unos segundos como sucedió en otros partidos) sino como sistema.

El primer tiempo fue otra muestra de paridad absoluta en errores, aciertos y dominio del juego y el tanteador. Acaso Atenas haya sacado diferencias y predominio en lo psicológico. El ritmo del inicio y del juego lo marcaron los árbitros pitando 9 faltas en 5 minutos y medio. En un ratito Figueroa, Kanté y Johnson ya tenían 2 faltas cada uno. Decididos a parar el partido y mandar a los jugadores a la línea de libres el comienzo fue además de equilibrado, cortado, friccionado y de muchas protestas.

En breve se encausó y apareció “el partido”: por un lado Andre Laws con 9 puntos manejando la ofensiva de su equipo, mientras el local aprovechaba a Tato Rodríguez y algo de Román en la pintura. La diferencia la hizo Leo Gutiérrez que aprovechó huecos en el corazón del trapecio y aportó 6 puntos.

Luego el propio Leo se encendió en el inicio del segundo cuarto y clavó dos triples seguidos para darle una máxima a Atenas de 8 puntos (20-28). La distancia seguía igual (22-30) cuando Peñarol rompió el juego. Con Román González (6 pts) que volvió a la cancha y la aparición decisiva del pibe Sebastián Vega (20 años) que sumó 8 puntos en un ratito.

Cuando perdía por 3 (27-30) Peñarol utilizó por necesidad por primera vez como sistema una zona de frente par, y Atenas cayó en el error. “Nos equivocamos, teníamos la posibilidad de jugar, y tomamos el tiro de tres puntos al segundo pase en el ataque, no supimos utilizar esos 8 puntos a favor”, confesó Rubén Magnano en el post partido. Y luego amplió “para colmo no estuvimos certero en el triple en toda la noche”.



En realidad nadie lo estuvo. Peñarol terminó el partido con 3/19 en triples (16%) y Atenas con 2/17 (12%). Los dos abollaron los aros desde afuera. Pero ¿producto solo de la mala puntería?. Acá es donde la serie se enriquece. Los dos están ajustando cada vez más las tuercas sobre el rival sin dejarlo tomar tiros claros, cómodos o desde posiciones convenientes.

Con un parcial 10-0 Peñarol pasó al frente 32-30, en el medio Bruno Lábaque, sacado discute con su propio técnico. El partido estaba caliente y se ponía del lado del local. Figueroa suplantó a Bruno, Atenas se calmó un poco y con todo el oficio de un grande apareció Diego Osella en la pintura para marcar diferencias. El “Chuzo” no lo pudo contener y Atenas se llevó el primer tiempo 37-40.

El tercer cuarto fue clave aunque no decisivo. Lo ganó Peñarol 18-8 y aún así se mantuvo con vida la visita. Como Leo Gutiérrez erró tres triples, sus compañeros no pudieron sostener la ofensiva y el bajón de su mejor arma en ataque. No fue la noche de Locatelli (Peñarol ajustó mucho sobre él) mientras sucedían dos aspectos claves: se conectó el tandem González – Johnson y Atenas perdió 5 pelotas en el segmento.

La buena tarea de Tato Rodríguez se coronó con un pleno en el cuarto final. Nunca un triple fue tan gritado por al gente local. Con el partido 68-66 a falta de 2 minutos para que termine el juego Tato Rodríguez aprovechó la descarga de Román ante la triple marca y el tiro de tres puntos entró “limpito” (71-66). La descarga emocional de los hinchas (que a esa altura se comían la butaca) fue tan grande que se sintió como el grito de un gol en el minuto 90 de cualquier partido importante.

La gente no se equivocó con su grito. Ese triple abrió la llave del final. Antes había aparecido Juan Pablo Figueroa con 6 puntos seguidos y algo de Leo, pero sin más respuesta en Lábaque ni Osella y nada de Locatelli. Djibril Kanté definitivamente tuvo su peor juego en la serie, que se pasó más tiempo sentado que jugando.

Hubo un ingreso monumental en el tramo decisivo de Alejandro Reinick del que se espera todo en defensa sin tener responsabilidad en ataque, pero el “Colo” logró en dos acciones interpretar el espíritu de esta final “vamos al frente con lo que tenemos”. Las finales son para valientes, y Reinick está hecho de nervios de acero y su temple contagia.

Esas pequeñas diferencia son acaso las que llevan a torcer la balanza de una victoria. Es tal el nivel de paridad que el triple de Tato Rodríguez ante la doble marca a Román y los 4 puntos de Reinick terminan siendo decisivos. Del otro lado, Atenas cerró con 4 triples errados, Kante afuera por 5 faltas y sin gol en el juego interior. Lo peor seguramente fue que le marcaron 22 puntos sin poder negar las armas de su rival que tampoco tuvo gol desde el perímetro (1/4 en triples).

La final ha ganado en emoción, cuando parece que no puede dar más, brinda otro capítulo mejor que el anterior, como los buenos libros. Se enriquece desde lo táctico (por primera vez los dos marcaron zona), se acrecientan los errores a través de las defensas y todo es una guerra de nervios y psicológica. Una final brillante que ahora juega una definición al mejor de tres. Dos partidos en Córdoba y otro en Mar del Plata. El primero que gane dos, se lleva todo.

Síntesis
Peñarol (77): Sebastián Rodríguez 16, David Jackson 6, Fernando Malara 6, Byron Johnson 11 y Román González 18 (FI), Lucas Picarelli 2, Sebastián Vega 11, Alejandro Reinick 4, Alejandro Diez 2, José Muruaga 1, Facundo Campazzo 0. DT: Sergio Hernández

Atenas (68): Juan Pablo Figueroa 6, Andrew Laws 18, Juan Manuel Locatelli 7, Leonardo Gutiérrez 18 y Djibril Kanté 3 (x) (FI), Bruno Lábaque 4, Diego Osella 10, Federico Ferrini 0 y Cristian Romero 2. DT: Rubén Magnano


Parciales: 18-20, 37-40, 55-48
Árbitros: Pablo Estévez, Diego Rougier, Juan Fernández
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (8000 espectadores – Dato Oficial Peñarol)
Serie:2-2
Próximo juego: martes 19 de mayo

Foto: Majo Gil (mjgil@pickandroll.com.ar)

Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar