Te mide y te noquea

Cuando un equipo esta muy convencido de ganar y el otro muy convencido de no poder ganar pasa lo que ocurrió en el Polideportivo. Peñarol se sabe superior, tiene la victoria entre ojo y ojo, odia perder, se sabe ganador y esta en un momento de equipo impecable.

Monte Hermoso desde la lesión de Mike Robinson viene reinventándose a sí mismo, buscando saber que es, a que juega, que quiere ser. Y lo ha hecho con mucha eficacia hasta hoy. Peñarol, en cambio, tiene claro los roles de la A la Z.

La síntesis es:
1) Monte Hermoso dominó a Peñarol en el primer cuarto jugando mucho mejor. Convencido de poder.
2) Peñarol lo emparejó con la defensa
3) Tres acciones seguidas, en el marco de un partido parejo le dieron 11 de luz a Peñarol
4) Monte Hermoso se derrumbó de la cabeza.
5) Solo con la solidez de quien se sabe superior, Peñarol dominó el juego
6) Monte Hermoso espero el final con acciones individuales aisladas. Nunca convencido de poder ganar

Es curioso pero el orden de un equipo que jugaba mejor se destruyó muy pronto. ¿El culpable?: la defensa de Peñarol. El equipo de Santángenlo tuvo una buena dinámica ofensiva inicial. El conocido pim pam pum. Un pase, un corte a canasto y una última asistencia. Picante. Pocos segundos. Tiro rápido. German Sciutto y Albert White eran abanderados.

En la convicción ofensiva radicaron los sueños de la visita. Por eso Sebastián Cabello fue “a por todo” en dos segundas instancias contra Leiva. Rebote ofensivo y gol. Así de bien estaba Monte Hermoso. Gol en todas las posiciones y el aprovechamiento integral de un Peñarol dormido y anárquico en ofensiva.

Lamonte ni le pegaba al aro, Leo erró dos libres, Peñarol perdió cinco pelotas. Un festival de errores, mandadas individuales, malos porcentajes. De todos modos lo más preocupante para Sergio Hernández no era su patética ofensiva sino su pasiva defensa.

Peñarol, bien, mal o dormido, sumará gol, pero su defensa no es negociable. Por eso entraron en el primer cuarto Alejandro Reinick y Facundo Campazzo y de movida en el segundo segmento también lo hicieron Marcos Mata y Selem Safar. En este párrafo están los responsables de dar vuelta el juego por completo.

La defensa en bloque del local ya no permitió los rompimientos a canasto del rival y negó que Chukie Robinson tomara tiros cómodos. Entrar con el balón a la zona pintada fue para Monte Hermoso una especie de utopía. Monte Hermoso no gozó de ningún tiro claro en el parcial y sus porcentajes se derrumbaron.

Por el contrario Peñarol con su actitud defensiva mejorada, sacó pecho y posteó a Reinick (8 pts en el cuarto) y mandó para abajo a sus perimetrales. Hubo 21 puntos de los suplentes sobre 40 en total en el primer tiempo.

Cuando abrió el segundo cuarto las primera tres acciones ofensivas de cambiar tiro claro por gol le correspondieron a Peñarol. Monte Hermoso erró lo suyo y en el marco de un partido parejo el local tenía una distancia de once (48-37) descontextualizado de la realidad (apenas habían corrido dos minutos y medio).

Allí se terminó el juego. O por mejor decir, empezó el otro. Peñarol sabiéndose dueño de su terreno, de su tablero, de su voracidad ofensiva y de sus ganas de ganar. Monte Hermoso se destruyó solo. Conspiró contra si mismo. Es fácil describirlo pero difícil de ver porque son intangibles, esto que se marca no está en las estadísticas pero si en el juego. Monte se derrumbó por completo.

Se olvidó de pasarse la pelota y Salles jugó de modo individual, sacando patente de hombre, pero su equipo lo miraba. Y si tuvo pase fue para Robinson. Santángelo probó con la doble base pero Sadhi alternó más malas que buenas y por culpa de defender poco Albert White miró mucho el partido desde el banco cuando su equipo pedía a gritos algo de gol.

Para el último cuarto la distancia era de doce (63-51). En el comienzo Peñarol lo arrolló de movida con triples de Campazzo y Safar (69-51) y los muchachos bajaron la persiana a falta de 7 minutos. Una irrespetuosidad que el “Oveja” Hernández no estaba dispuesto a permitir. Primero les gritó y después del quinto triple tirado como si fuera un campeonato de metegol pidió minuto. El técnico de Peñarol caminó solo hasta mitad de cancha, contó hasta 20 para calmarse y volvió al banco a decirles a sus jugadores que el partido no había terminado.

Mandó a Leo Gutiérrez, héroe de mil batallas, a que les muestre el camino. Cuando Monte Hermoso había logrado poner la ventaja en diez (69-59) erró dos triples seguidos y chau partido. Peñarol apretó el acelerador, dos tiros cómodos y Bang Bang!, estás liquidado!.

Sobre el final el extranjero de Peñarol encontró sus documentos y leyó: “Kyle Lamonte”. Allí se acordó de quien era y actuó en consecuencia. Metió siete puntos y la distancia se abrió hasta 18 para cerrar en cómodos 16 (83-67).

Síntesis:
Peñarol (83): Sebastián Rodríguez 8, Kyle Lamonte 10, Nicolás Lauría 4, Leonardo Gutiérrez 15 y Martín Leiva 11 (FI) Alejandro Diez 3, Facundo Campazzo 9, Alejandro Reinick 8, Selem Safar 7, Marcos Mata 8, Franco Georgetti 0, Matías Sesto 0. DT: Sergio Hernández.

Monte Hermoso Básquet (67): Hernando Salles 13, Germán Sciutto 7, Albert White 7, Byron Johnson 6 y Sebastián Cabello 5 (FI) Chukie Robinson 19, Ezequiel Dentis 0, Fabián Sahdi 2 y Adrián Boccia 8. DT: Mauricio Santangelo.

Parciales: 16-23, 40-35 y 63-51
Árbitros: Roberto Smith y Fabricio Vito
Estadio: Polideportivo “Islas Malvinas”

Tabla de posiciones (clic acá)

Foto: Majo Gil (mjgil@pickandroll.net) / GALERIA DE IMAGENES

Pablo Tosal
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