El paradigma Peñarol

Si hubiera una fórmula del éxito hace rato que muchos ya la habrían comprado con el dinero suficiente. No existe la fórmula que pueda repetirse y que asegure el éxito permanente.

La gesta deportiva profesional involucra muchos parámetros, donde entre otros, se depende de las circunstancias temporales, algo que ocurre en el Universo una sola vez. Pero no hemos de meternos en esta humilde nota con la física cuántica porque es indescifrable para mi.

Tendremos dos situaciones para analizar. Primero la cantidad y calidad de títulos que han obtenido en la historia de nuestro básquetbol profesional los clubes de liga. Peñarol marca la performance más impactante en títulos en un corto período.

Segundo la construcción de este fenómeno, los ejes principales de la estructura y la posibilidades de continuidad de la misma.

Que dicen los números

En esta comparación no se trata de la acumulación de títulos en total donde Atenas de Córdoba es concretamente el rey de Copas, sino de analizar la capacidad que ha tenido un club de acapararlo todo en un lapso donde haya dominado el medio.

Es imposible cualificar un título. Como si hubiera un ranking donde cada campeonato obtenido otorgue una suma de puntos. Aunque se sabe que no es lo mismo ganar la Liga que un Súper 8, más allá que este título hace que ya la temporada no sea negativa, incluso para los equipos que tienen ambición de pelear la LNB. Tampoco era lo mismo un Súper 8 que la Copa Argentina.

Peñarol ha logrado una acumulación muy difícil de repetir. Al menos los 30 años de nuestro básquetbol profesional demuestran que es una eventualidad más que una constante.

Obtuvo en este período de 8 años 15 títulos en total.
Cuatro títulos de Liga Nacional: 2009/10, 2010/2011, 2011/2012, 2013/2014
Un título de Copa Argentina: 2010
Cuatro títulos Súper 8: 2006, 2009, 2011, 2013
Dos Ligas de las Américas: 2007/08 y 2009/2010
Dos campeonatos Interligas: 2010 y 2012

Después se han puesto en juego Copas de menor valor, lamentablemente no bien promocionadas en el marco de partidos especiales en el medio de la Liga Nacional como la Copa Desafío: Peñarol se consagró en dichas Copa dos veces 2007 y 2010.

La única comparación posibles dentro de la historia deportiva de nuestro básquetbol de clubes es con Atenas de Córdoba: Pero no en los riquísimos 30 años que Atenas tiene en la LNB sino en el mejor momento de cosecha del conjunto cordobés.

Atenas consiguió 12 títulos en 9 años, donde se jugaban menos Copas que hoy. Por entonces no se jugaban la Copa Argentina, ni el Top 4, ni el Super 8, ni la Interligas, ni la Liga de las Américas. Hoy tampoco se juegan el Sudamericano de Clubes Campeones, Panamericano de Clubes y la Copa de Campeones (lamentablemente) se ha transformado en un ida y vuelta o partido único en el medio de la fase regular en la Copa Desafío.

Cuatro títulos de ligas: 1997/98, 1998/99, 2001/02, 2002/03
Campeón Torneo Top 4 2003
Dos veces Campeón Torneo Copa de Campeones: 1998, 1999
Campeón Campeonato Sudamericano de Clubes Campeones 1993 y 1994
Campeón Campeonato Panamericano 1996
Campeón Liga Sudamericana de Clubes 1997 y 1998

Otro que se anota en la historia como equipo que ha ganado mucho en un período corto es Boca que se anotó con 11 títulos en apenas 4 años. Aunque lo que difiere es la calidad de certamen obtenidos. De todos modos es innegable que marca una época dorada y queda en los grandes registros de la historia.

Dos títulos de Liga: 2003/04 y 2006/07
Cinco títulos Copa Argentina: 2002, 2003, 2004, 2005, 2006
Un Torneo Top 4: 2004
Tres Campeonato Sudamericano de Clubes Campeones: 2004, 2005, 2006

También se puede recordar la hegemonía de Estudiantes de Olavarría a principios de este siglo ganando dos Ligas Nacionales, un Sudamericano, un Panamericano y un Top 4 en apenas 3 años, además de varias finales y participaciones en Copa. Pero su periodo de dominio es más corto en el tiempo.

Como se ve la situación de los clubes reflejan un dominio temporal que cumple un ciclo y no se perpetúa sino que se recicla. Atenas es el mejor ejemplo porque ha tenido varios micro ciclos de dominio.

Una vez que establecimos que el de Peñarol es el más impactante de todos los ciclos surge lo siguiente: ¿hasta donde puede extenderse? y la respuesta nos lleva invariablemente al análisis de la construcción del período.

La fenomenal historia contemporánea

La movida tiene su génesis en las cenizas mismas de Peñarol (invierno del 2003), cuando tenía dos temporadas completas con los Derechos de Televisión ya comprometidos con deudas y obligaciones a pagar que superaban al millón de pesos. Por entonces un club podía hacer una liga humilde solo con los derechos de TV. Como bien lo definió Domingo Robles "Para estar un poco mejor, teníamos que subirnos a la lona, porque estábamos por debajo de ella". Por entonces la dirigencia de Peñarol tomó un nuevo rumbo con Robles como cabeza visible y muchos hinchas caracterizados que devinieron en nuevos dirigentes para dar una mano.

Merced al respaldo de la gente en dos buenas temporadas con Guillermo Narvarte como técnico, Peñarol se puso de pie en lo económico. De hecho la temporada 2004/05 fue la más fantástica en la historia de Peñarol con 2800 boletos vendidos y 3500 personas por noche (contando abonos) de promedio en los partidos de fase regular. Ninguna temporada con el equipo tricampeón de Sergio Hernández se pudieron igualar semejantes números. Más allá que luego en las finales se reventaba el estadio y el saldo siempre quedó a favor.

El "ciclo" propiamente dicho nace en la temporada 2006/07 cuando se armó el llamado "equipo de la dignidad", nombre que tomó de la imposibilidad que tenía Peñarol (ya con dinero), de contratar jugadores importantes en el mercado, sobre todo los que pertenecían a la agencia Villanueva - Rafaelli. El tiempo luego los juntaría y quedaría como una anécdota.

En febrero de 2008 en la nota "Barro y oro" Pick and Roll cuenta con más detalles la situación dirigencial de época de Peñarol http://www.pickandroll.com.ar/noticias/00011444/barro-y-oro/

En el invierno del 2007 la dirigencia tomó una decisión clave. Después de una temporada extraordinaria, que de manera increíble no termina con el título de liga, deciden no repetirle el contrato al técnico Carlos Romano. No obstante en vez de simplemente cambiar el proyecto subieron la apuesta y fueron por Sergio Hernández. Lo contrataron y le dieron un empuje al ciclo.

Con el nuevo entrenador llegó el jugador del momento: Román González. El pivote jugó las mejores dos temporadas de su carrera en el club (y la primera con Quimsa también estaría a la altura). En la primera temporada ganaron la Liga de las Américas y en la otra llegaron a la final de la liga. Por entonces la estructura deportiva se apoyaba en tres jugadores extraordinarios: el base Sebastián "Tato" Rodríguez, el alero Juan Manuel Locatelli, el pivote Román González, más el técnico y el escolta extranjero. Esa organización cambiaría en nombre propios pero mantendría una lógica constante: la continuidad.

El golpe para que el ciclo sufra su segundo envión fue la llegada de Leo Gutiérrez, el jugador más dominante de la competencia. Habiendo ganado la final con Atenas en uno de los pases más fantásticos de la historia de la liga, Leo abandona Córdoba para irse a Mar del Plata, al equipo que había derrotado en la final. Fue un mar de declaraciones cruzadas abriendo heridas que aún hoy no han sanado.

Y allí se daría el impacto que le daría el carácter definitivo en toda la situación. Sergio Hernández deja establecido que el pivote sea Derrick Alston, el extranjero que brilló en Boca. Aseguraba experiencia, calidad, visión de juego y humildad. Pero la dirigencia y los agentes del jugador, cuando tenían todo cerrado no se pusieron de acuerdo en algo importante (que también marca parte del ciclo): en Peñarol los foráneos no tienen contrato garantido como exigían los representantes. "Oveja" se había ido a San Juan de Puerto Rico al mando de la Selección Nacional a buscar uno de los cuatro boletos para el mundial de Turquía 2010.

Desesperado, Domingo Robles le comunica a Hernández por teléfono que estaba caído lo de Alston. Y le dice: "Esta Leiva en el mercado y fue ofrecido". El técnico le respondió de manera categórica "¿Está Martín? Si te dan los números cerralo ya, no vamos a encontrar otro mejor". Después de recordarle a Oveja los problemas que había tenido Leiva con los hinchas de Peñarol, Robles toma la decisión de contratarlo, incluso a riesgo de tener la mitad de los dirigentes en contra, marcando otro echo que ejemplifica la búsqueda del título: no importa el pasado de los jugadores sino su futuro en el club.

Con Leo Gutiérrez y Martín Leiva Peñarol tomó su formato definitivo. Disfrutó de todos los títulos posibles teniendo a diferentes intérpretes como compañeros. Primero la continuidad de "Tato" Rodríguez en la base, luego la llegada de Selem Safar y la aparición desde la cantera de Facundo Campazzo.

Cuando se habla del trabajo formativo y reclutamiento no hay dudas que es la parte esencial de un jugador joven. Pero muchos clubes, con algunos detalles, con sistemas parecidos o diferentes, trabajan muy bien en sus divisiones formativas. Con más o menos exigencia, pero la madera es la parte esencial del árbol y nunca se puede cambiar. Y Campazzo es diferente por mucho o poco que se lo trabaje.

Lo de Facundo tiene mucho de trabajo y mucho de circunstancial. Fue a un club donde lo ampararon y protegieron, tuvo a un maestro como Osvaldo Echevarría, perfeccionista y obsesivo, en su desarrollo, a una persona especial como Sergio Hernández que supo siempre como fortalecerlo sin condicionarlo, a un espejo de pasión por la camiseta de su club como Tato Rodríguez y a los dos jugadores más duros mentalmente de toda la competencia como Leo y Martín. Este cóctel fue el alimento de Campazzo en su crecimiento, un proyecto que hoy es realidad y no tiene techo visible en su futuro.

Las acciones que diferencian proyectos

Hasta acá el proceso de Peñarol parece solamente fundamentado en los jugadores, y aunque es cierto que son ellos lo que marcan la diferencia hay situaciones claves que valen mencionar.

Muchos equipos han tenidos grandes jugadores en sus planteles. Sostenerlos en el tiempo es el anhelo máximo de todo entrenador. Lo ha dicho incluso el técnico más ganador del mundo como es Greg Popovich: la clave está en el trabajo y la continuidad.

Para lograr una permanencia en el tiempo de la misma base de jugadores, la dirigencia de Peñarol ha hecho milagros artesanales para tapar incendios. Bajando decibles a las peleas, convenciendo a uno, apoyando al otro, estando presentes en todo momento.

Como en toda familia siempre hay problemas, pero el principal precepto de Peñarol es levantar un muro alrededor de la intimidad del plantel y cuerpo técnico. Y sabe dios que en los últimos 8 años ha pasado de todo. Sin embargo todo sigue funcionando como el primer día. Ese logro es vital.

Mientras otros equipos con buen potencial económico han modificado sus estructuras Peñarol mantiene una base estable sin sufrir grandes cambios. El más importante en todo este proceso fue la salida de Marcos Mata y la llegada de Boccia. Y en verdad la apuesta salió redonda.

Repasemos: la salida de Locatelli se saldó gracias a la permanencia de Mata y su crecimiento. La de Tato Rodríguez por el fenómeno Campazzo, Selem Safar fue una herida cubierta por un extranjero. La de Mata por otro nacional de jerarquía, y ahora llega la salida de Facundo.

Aquí entran otros conceptos dirigenciales que marcan pautas; en Peñarol nadie cobra más que Leo Gutiérrez. Y encima el propio Leo sabe que su salario no está siquiera entre los mejores 3 de la competencia. Por lo tanto, Peñarol entiende que no habrá un base de lujo, jerarquizado para su reemplazo, por más que tenga el dinero. Por que no saldrá a competir con el salario sino con otras herramientas.

Esta fórmula de dos jugadores principales, el resto más barato, no pagar locuras, un solo extranjero o a lo sumo dos (y siempre de desembarco inicial en la liga), nadie cobra más que el líder, no importa lo que haya pasado en el pasado lo que importa es el futuro, todo queda puertas adentro y presencia permanente de un gran números de dirigentes es simplemente eso: una fórmula que ha Peñarol le ha dado resultado. En su tiempo y en su lugar y con estos jugadores.

Tal vez aplicando la misma fórmula en el mismo club con otros jugadores los resultados sean distintos. No hay ciencia. Al respecto del ciclo, con la salida de Campazzo se especula como será la continuidad. Y es claro que si el ciclo tuvo su mayor empuje con la llegada de Leo Gutiérrez, el cierre del mismo sea con su salida. Y no la de Campazzo, aunque el base sea el jugador más dominante de la actual liga nacional. El club hoy garantiza competitividad y también ha forjado un carácter institucional, en ese aspecto los beneficios serán imperecederos, trascendiendo los nombres propios.

Peñarol generó un milagro de resurrección y gloria. Un paradigma de éxito que es difícil de repetir aunque se copie. En la historia completa del "milrayitas" en la Liga Nacional hubo muchos dirigentes inteligentes y que apostaron a ganador, trayendo jugadores brillantes y firmándoles hasta 3años de contrato. Y también hubo reclutamiento y trabajo de base. Pero la gloria se dio ahora y bajo este formato. De hecho en la historia de la Liga hubo y hay grandes dirigencias en muchos clubes con personas inteligentes, capaces y audaces para generar proyectos. Pero a nadie le funcionó como a Peñarol. En lo único que no ha reparado la dirigencia actual milrayitas es en el Marketing y difusión. Allí tiene una deuda pendiente.

La salud del nuevo campeón de la Liga no responde a su material económico si no a la solidez de sus ideas, capacidad de trabajo y apuesta de futuro. En un mundo donde todo puede fallar y aunque no existan las fórmula secretas del éxito, Peñarol encontró la suya y se consolida.

Pablo Tosal
@pablotosal
www.pickandroll.com.ar