Sahdimasoquismo

Hay muchas maneras de ver un resultado, por lo que hizo uno y por lo que no hizo el otro. En este caso los méritos de Peñarol y los desméritos de Quilmes se entrelazan en el análisis de un partido emocionante.

Ambos mostraron las formas de irregularidad que traen en esta liga, es hasta imposible descifrar cuan corridos pueden estar del plan original, porque la lucha defensiva los puso rápidamente a los dos en plan B.

Lo cierto es que para ganar un partido como el que se vivió en el Poli hay que tener la cabeza fría cuando el corazón arde. Una mentalidad a pruebas de emociones y Peñarol encontró en Leo Gutiérrez las respuestas para volver al juego y luego una gran personalidad para cerrar el partido cuando el camino se había puesto muy empinado.

Quilmes fue con lo que pudo, usando rotaciones alternas y dejando casi todo el segundo tiempo a Alejandro Spalla en cancha por su buena marca, pero sin dudas en un plan de emergencia. A veces esas rotaciones especiales alcanzan para ganar, pero esta vez (y por poco) no le alcanzó, porque no pensó sus mejores opciones, aceleró cuando tenía que frenar, jugó perimetral cuando se imponía jugar interno, lo tenía casi todo servido pero ayudó a Peñarol a que pudiere sacar la cabeza de la línea de flotación y cuando le das aire, el “Milrayitas” no perdona.

El local dominó el primer cuarto merced a un gran aprovechamientos de los tiros libres (10/10) El partido era de bajo vuelo, cortado por las faltas, lleno de nervios, pero sacó ventajas Peñarol con Brussino castigando desde la línea de libres (7/7) y con los rebotes ofensivos que le dieron 7 lanzamientos al canasto más que Quilmes.

Leandro Ramella cambió a último momento la formación de arranque cuando vio que Peñarol salía con Brussino de escolta y Ale Diez de alero. Lo mandó a Maciel de 3 y lo sacó a Vildoza. La preocupación del entrenador cervecero era no perder ante los posteos de Ale Diez y mantener firme su defensa. Pero aun así le anotaron 22 puntos y con recibiendo 6 rebotes ofensivos del rival.

En el inicio del segundo cuarto el cervecero disfrutó de su mejor momento con un parcial de 2-9 la visita pasó al frente 24-27. El local ensayó una zona defensiva a ver si podía tentar el triple de Quilmes y proteger su canasto ante una noche pésima de Cris Moss.

Quilmes logró establecer su media cancha liviana: Cequeira, Vildoza y Spalla por la tempranera tercera falta de Baxley que se tuvo que sentar (Ridículo cobro de técnica del árbitro Sergio Tarifeño) pero Peñarol respondió de una manera fantástica: 5/5 en triples.

Aparecieron para brillar con luz propia Fabián Sahdi (11 pts y 3 triples) y Luciano Massarelli (2 triples y 12pts). Con una carencia absoluta de poste bajo pudieron alimentar bien a Acuña con tres dobles de los que el pivote disfruta recibir de frente y con 6 puntos pudo por fin hundir su ofensiva.

Quilmes respondió con dos triples de Vildoza, un buen ingreso de Romero (7 pts) y 5 puntos de Maciel. Pero recibió una lluvia de puntos en contra y el cuarto lo ganó Peñarol por un alto 29/25 que determinó el 51-53 de la primera mitad. Peñarol tomó 10 rebotes ofensivos, lanzó 14/14 en libres y 7/13 en triples. Estaba muy afilado.

El tercer cuarto se mostró inicialmente favorable al equipo de Sergio Hernández que mantenía la tónica de los buenos porcentajes en ataque. En apenas dos minutos Figueroa se tuvo que sentar por su 4ta falta pero el equipo no lo sintió porque Baxley anotó solo dos puntos en todo el parcial. La media cancha Sahdi, Massarelli, Brussino le manejó bien el juego a Peñarol y administró una ventaja de 11 (68-57) a falta de 2:50.

Nada hacía prever una reacción del cervecero, sin embargo Ramella encontró el equipo con Alejandro Spalla de alero, Maciel y Gallizzi. Vildoza se amigó con el gol y lograron descontar hasta ponerse a 5 en el cierre (69-64). Cuando se cerraba el tercer cuarto Luca Vildoza clavó un triple inverosímil desde 3 metros detrás de la media cancha para dejar ardiendo el clásico a solo dos puntos de diferencia (69-67).

Los jugadores de Peñarol sintieron el golpe y los de Quilmes el empujón anímico de ese triple monumental y en el amanecer del último cuarto el cervecero pasó al frente 73-74 en dos minutos, parcial que se extendió a 73-81 a falta de 4:19 con un parcial total de 5-24 en 6 minutos (perdía por 11 y pasó a ganar por 8).

Peñarol estaba a la deriva, sin juego, sin ideas y con sus jugadores que empezaban a irse por acumulación de faltas. Entonces apareció él. El más grande jugador de la historia de la Liga que Peñarol aún disfruta. Triple, doble de rebote ofensivo detrás de un tiro libre y otro triple más de un recupero a la carrera para Leo Gutiérrez. Fueron 8 puntos de oro para que Peñarol pueda empatar el partido y pensar que el milagro era posible.

A todo esto Quilmes hizo algunas cosas para ayudarlo, con pérdidas de balón por acelerar el balón y tratar de liquidar el juego corriendo. Tres ofensivas sin tirar al aro por errores no forzados. Como Spalla estaba defendiendo fenómeno Ramella se vio en la diyuntiva de elegir entre Vildoza y Cequiera, con Baxley siempre en cancha. Y Luca alternó buenas producciones con una velocidad no ideal para cerrar el partido. Ese pecado de juventud Peñarol lo vio como una señal divina.

Baxley volvió a mostrar un clásico donde tiene puntos pero falla en el cierre. Con el juego 88 iguales y 17 segundos para definir Walter se jugó un tiro sobre la marca de 6 metros y no buscó la penetración para ir a la línea de libres, que le darían sin dudas los árbitros que cobraron cada falta hasta por las dudas.

Para el suplementario Peñarol ya había perdido por faltas a Juan Pablo Figueroa, Cris Moss, Leo Gutiérrez y Ale Diez. Quilmes sabía que había que llegaba mejor pero no pudo aprovecharlo. Ambos salieron a jugarlo con temor a perderlo, es lógico, además del cansancio acumulado, pero Sahdi metió una bandeja pasada que fue una pirueta y ese doble obró como el mismo triple de Vildoza en el final del tercer cuarto: le permitió a Peñarol descontracturar su ofensiva. Entró por primera vez Kennedy Winston por la quinta falta de Acuña. Definitivamente Peñarol se quedaba sin ningún interno. Aun así Quilmes jugó todo con Vildoza yendo a buscar faltas en las penetraciones, algo que logró siempre. Baxley erró sus lanzamientos largos y Quilmes se desdibujó.

La solidez de Winston, Massarelli y Sahdi desde la línea de libres le dio tranquilidad a Peñarol ante un errático Quilmes y finalmente Brussino terminó por dar el mazazo final con un triple muy oportuno para determinar el ganador. Quilmes jugó una doble marca ante la penetración de Winston, liberó a Brussino y el escolta que recibió del extranjero no perdonó.

El clásico se vivió con una tensión muy especial, no fue bien jugado y hubo hasta pocas acciones vistosas pero sin dudas que se ubican entre los más emotivos al menos de estos últimos 10 años. Peñarol sacó pecho en el momento crucial y lo ganó. Quilmes ratificó que fuera de Once Unidos solo ganó 5 de 25 partidos y por los motivos que sean no puede trasladar su buen juego fuera de casa.

Síntesis
Peñarol (102): Juan Pablo Figueroa 3 (x), Nicolás Brussino 19, Leonardo Gutiérrez 17 (x), Alejandro Diez 8 (x) y Christopher Moss 2 (x) (FI); Roberto Acuña 8 (x), Fabián Sahdi 24, Luciano Massarelli 17, Kennedy Winston 4 y Tomás Monacchi (-). DT: Sergio Hernández

Quilmes (96): Luis Cequeira 8, Walter Baxley 26, Maximiliano Maciel 7 (x), Ivory Clark 6 y Tayavek Gallizzi 6 (x)(FI); Diego Romero 11, Luca Vildoza 23, Alejandro Spalla 6 y Fernando Calvi 3. DT: Leandro Ramella

Parciales: 22-18, 51-43, 69-67, 88-88 y 102-96.
Árbitros: Daniel Rodrigo y SergioTarifeño
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (Mar del Plata)

Pablo Tosal
@pablotosal