Cazafantasmas

En la normalidad de las cosas, los grandes jugadores y los entrenadores exitosos tienen siempre la buena prensa de su lado. Porque han hecho mérito necesario para que eso ocurra. También es cierto que reciben beneplácitos de mirada menos críticas y pueden gozar de algunas resoluciones que a otros entrenadores no le permitirían. Se llama el efecto espiral de la vida y es normal en todas las sociedades.

Cuando llega una noticia como la de Quimsa que prescinde de los servicios profesionales de Santander la situación descripta sufre un shock, una conmoción, porque en el imaginario íntimo nuestro conocimiento de las cosas no nos permite pensar en que algún buen jugador sea cortado lo mismo que un entrenador. Y nos vemos conmovidos.

Silvio Santander fue campeón con Quimsa en la temporada 14/15 con el tercer registro histórico de porcentaje de efectividad (81.2% de victorias en 69 partidos), después del Ben Hur de Lamas (83.6% en 55 juegos) en el 2004/05 y Ferro del 1986 (82.1% en 37 encuentros). Además en virtud de la cantidad de partidos no caben dudas que ese Quimsa fue uno de los mejores campeones de la rica historia de la Liga. En dicha Liga, además, se regaló la doble corona con la obtención del Súper 8. En ambos casos fueron los primeros títulos de dichos torneos para la institución.

En ese proceso de continuidad a la temporada siguiente trataron de mejorar la propuesta pero los resultados ya no acompañaron. Los esfuerzos del cuerpo técnico y dirigencia lograron mejorar el equipo para la competencia internacional y quedó afuera de la Final Four de la Liga de las Américas y luego como para coronar una mala temporada cayó cuartos de final de conferencia 0-3, que significaría octavos de final de toda la competencia y con ventaja de cancha. Hoy llegó a esta realidad (afuera del Super 4 ante un equipo de significativos menores recursos económicos como Concordia) que termina sirviendo de disparador para los dirigentes.

De inmediato el subconsciente comienza con una cazaría de brujas. Se buscan fantasmas y los costados oscuros de una situación poco usual.

Hace poco menos de dos meses el entrenador Adrián Capelli renunció a la dirección técnica de Atenas. Solo iban cuatro partidos (cuatro derrotas) pero sin mediar mayores comentarios el técnico se fue porque creía que ya no podía ayudar al equipo e ingresó Gustavo Miravet, quien creía que si podía ayudarlo. La situación es anómala e impactante, sin embargo no hubo ruido.

En este caso de Santander se sumaron además de los resultados antes descriptos situaciones que fueron generando (como un goteo) una escisión entre la dirigencia y el entrenador.

Quienes están cercanos al plantel saben que hay jugadores nacionales que sufren un alto desgaste por las formas que Santander tiene de conducir a sus equipos. Nicolás Aguirre salió campeón como santiagueño en un equipo de Santiago, MVP, ídolo de la provincia y sin embargo dejó la institución para involucrarse en otro proyecto. Y no se fue por más dinero. Gabriel Deck, al año siguiente hizo lo mismo. Y dentro del plantel, como en todo proceso largo donde se convive con la presión de ganar, surgen similares disparadores.

De todos modos los únicos inconvenientes visibles y puertas afuera que tuvo Quimsa en este último tiempo entre entrenador y jugadores fueron con los foráneos. David Jackson la temporada anterior y Tristan Spurlok en la actual. Nada que no sea normal en relaciones profesionales.

De tal manera sin extraños procesos en el medio que involucren una decisión de corte, el despido de Santander de Quimsa es la salida de un entrenador de un club que tenía otras ambiciones, (la temporada pasada y la actual) y que se sumó a cortos circuitos con algún jugador del plantel (que repercuten en la dirigencia) pero que tienen que ver con la forma de trabajar e involucrarse con su equipo.

A veces los entrenadores exitosos, a quienes admiramos, también son despedidos. Aunque a los comunes, nos cueste creerlo.

Pablo Tosal
@pablotosal