Queremos edificar el imperio que tenía Atenas“, aseguró Daniel Trapani, el máximo responsable del básquetbol de Estudiantes (Olavarría), que tras conseguir el bicampeonato en la Liga Nacional de Básquetbol...
Autor:Pablo Tosal
El dirigente demostró que la ambición se siente cómoda en el gimnasio del Parque Guerrero y apostó: “El próximo desafío es el tricampeonato, que nadie lo logró y Estudiantes quiere ser el primero” Los cinco títulos en 12 meses, un juego vistoso y demoledor, la imagen de equipo serio y ganador y la sabia conducción de Sergio Hernández posibilitan que las palabras de Trapani no sean sólo un producto de la algarabía.
Bicampeón nacional, ganador de la Copa de Campeones, rey de la Liga Sudamericana y del Torneo Panamericano. Todo en el lapso de un año y pocos días más.Símbolo de una ciudad que aprendió a gustar del básquetbol a fuerza de títulos y festejos. Olavarría se desvive por el automovilismo, por las leyendas de los hermanos Emiliozzi en el Turismo Carretera, pero desde hace un año la ciudad del cemento tiene otra pasión, Estudiantes.
Es que el equipo bonaerense logró algo que muchos intentaron pero ninguno consiguió: derrocar a Atenas, el equipo cordobés que tras la debacle de Ferro a fines de los 80 se hizo amo y señor del básquetbol de estas tierras.
El fugaz GEPU de San Luis, Peñarol, Independiente de Pico y Boca quisieron arrebatarle el lugar a los cordobeses, pero sólo fueron zarpazos que duraron una temporada.
Pero lo de Estudiantes va en serio. Este año se dio el lujo de perder a varias figuras de la temporada pasada y apostó por un recambio que, a priori, no ofrecía demasiadas garantías. Gabriel Fernández, Paolo Quinteros y Gabriel Díaz llegaron para reemplazar a Eubanks, Wolkowyski, Gianella, Claudio Farabello y respondieron.
La filosofía de juego fue la misma, se superaron algunos sacudones económicos y el interrogante mayor era quién iba a aportar del goleo de Eubanks. Y surgió Byron Wilson, un jugador de enorme calidad (elegido jugador más valioso de la serie final), que desparramó básquetbol por todo el país y que se colgó otro anillo de campeón a fuerza de puntos y carácter ganador.
Gustavo Fernández, Daniel Farabello y Víctor Baldo fueron los otros puntales de un equipo que jugó 77 partidos en una temporada extenuante (en la Liga el récord fue de 44 triunfos y 11 derrotas). Pero nunca bajó el ritmo, fue el mejor de punta a punta, no respetó historias, localías ni rivalidades.
Siguió abrazado al éxito y promete no aflojar. Un ejemplo para un club que quiere copiar lo mejor de otro e imprimirle su propio sello. Nadie duda que está en el camino acertado.