(Conferencia Sur) No será la victoria de anoche sobre Independiente por 92-83 la que marque la mejoría del rumbo para Peñarol, pero es la consecuencia de un cambio de mentalidad que le dio cuatro triunfos seguidos...
Autor:Pablo Tosal
El partido fue de tono discreto y por momentos, especialmente en el tercer cuarto, muy friccionado. Peñarol tuvo que luchar otra vez, con las mismas armas, ya que la vuelta de Josh Pittman estuvo muy condicionada por la lesión que no lo dejó moverse con claridad y mostró signos de dolor. Entonces, edificó nuevamente el triunfo en su capacidad de aprovechar los momentos de cada jugador.
En el primer cuarto, tirando con malos porcentajes (9/15 en dobles y 1/8 en triples) los cuatro rebotes ofensivos entre Alejandro Olivares y Jared Prickett le dieron valiosas segundas instancias que no desaprovecharon. Pero la defensa zonal, en triángulo y con asignación individual sobre los Rodríguez fue un jeroglífico que no pudieron resolver en todo el partido. Independiente sobrevivió desde el perímetro con Arenas y Davico (3/4 en triples).
En el segundo cuarto, Fernando Rodríguez encontró gol desde lejos (16 puntos en la primera mitad, 2/3 en triples) y Olivares seguía dañando en la pintura (10 puntos). Pero la zona visitante mantenía contenidos a los internos. Peñarol siguió con bajos porcentajes y ya si rebotes ofensivos, más cuatro pérdidas en el cuarto, se quedó sin chances de ampliar la ventaja. Independiente era una suma de voluntades y sólo el base Rowe daba algo al equipo con 11 puntos en el parcial. El resto chocaba contra la bien plantada defensa milrrayitas.
El tercer cuarto fue lo peor del partido, ambos se equivocaron bastante, llevaron el desarrollo al terreno de la lucha y comenzaron los roces. Situación que le favorecía a Independiente que debía luchar para ganar, en cambio el local debía jugar para llevarse la victoria. La persecución individual sobre los Rodríguez dejó a Peñarol sin gol de la media cancha y los 17 puntos del cuarto los hicieron entre Hedman, Olivares y Prickett. Dos triples de Davico y algo de Ingram en la pintura eran las cartas de los de Plá.
Para el final llegó lo mejor y Peñarol se acordó de jugar. Apareció Tato Rodríguez con 3/3 en triples más un doble para abrir a una defensa muy cerrada y su hermano Fernando recuperó la memoria ofensiva. Pittman entró para ganar espacios en el triángulo defensivo de Independiente que le regalaba la esquina para su tiro. Se animó con un triple y en un contraataque apenas si pudo tirar una bandeja. Para él, el partido terminó ahí, ya que fue reemplazado con signos de dolor en su tobillo derecho. Pero con buena rotación ofensiva, el juego de duplas entre Prickett y Olivares sacó la diferencia necesaria para que los últimos dos minutos la hinchada disfrutara al canto de “vamos, vamos los pibes” con los cinco juveniles en cancha.
Peñarol promedió 4 asistencias por cuarto, algo que no tuvo ni por asomo, en la era “Tim Moore”, consecuencia también de la salida de Locatelli y Pittman, es decir, suplió individualidades con juego de equipo. Ahora deberá seguir trabajando para creer en sí mismo y pensar con más optimismo el futuro.
Pablo Tosal
Peñarol (92): P.S. Rodríguez (14), C.F. Rodríguez (18), J. Pittman (8), A. Olivares (20), J. Prickett (18), formación inicial; P. Ortega (3), J.P. Sánchez, L. Liguori, B. Romano (3), J. Tunoni (1), D. Ferrero y M. Hedman (7). Entrenador, Carlos Romano.
Independiente (83): J. Rowe (24), D.D. Arenas (4), J.M. Carusso (10), J.M. Davico (16), M. Ingram (18), formación inicial; M. Leduc (5), E. López (1), S. Lucas y C. Alemanno (1). F. Migliori (4), Entrenador, Marcelo Plá.