Suele decirse que de las derrotas se sacan buenas conclusiones, pero quizás Peñarol pueda rescatar importantes aspectos de cara al futuro después de la victoria, anoche, en Comodoro Rivadavia, frente a Gimnasia...
Autor:Pablo Tosal
A todo gol. Así comenzó el partido. A pesar de la férrea marca de Alejandro Ferrari sobre Pittman, el goleador metió 9 puntos en el parcial, al tiempo que Pricket y Fernando aportaban lo suyo. El déficit para Peñarol fueron dos: en primera instancia que su rumbo ofensivo era un barco a la deriva hasta que Hernán Montenegro entró promediando el cuarto. En apenas 5 minutos metió 4 asistencias “mágicas” para que sus compañeros disfruten de “bandejas servidas”. Y el segundo saldo negativo fue su defensa, vulnerable, y poco efectiva hasta para hacer foules. Mauricio Pedemonte desequilibró a Fernando y entre Ken Leeks y Carl Simpson metieron 17 puntos. El tablero marcó 28 iguales en los diez minutos finales.
En el segundo cuarto cambió la mitad de la historia, Gimnasia siguió goleando y Peñarol no. La marcación hombre a Hombre de los sureños fue al límite, pero sirvió para sacar de partido a los goleadores de la visita. A Montenegro no le dejaron jugar en el poste alto y que distribuyera juego, como lo hizo en los primeros diez. Y la ausencia de un hombre criterioso que le diera juego fue notoria. Simpson se hizo fuerte en la pintura y Ferrari, además de anular a Pittman metió 8 puntos en el parcial. La defensa marplatense confundía presión con foules, víctima, además, del mal balance defensivo: Tiraba incómodo, volvía peor y siempre Gimnasia encontró un tiro más claro que aprovechó con buenos porcentajes. El dato saliente es que los de Richotti fueron 21 veces a la línea de simples (18/21)
El final de la primera mitad marcó un quiebre en el partido. Al regreso Peñarol se pareció mucho más al sólido equipo que le ganó a Atenas, defendió con más criterio y León Liguori y Pablo Ortega, cada uno a su turno, cortaron el circuito ofensivo entre el base y el resto del equipo rival. “Leo” Diebold cayó mal y se lastimó el brazo, por lo que Eloy Martin seguiría hasta el final. Aunque Gimnasia ya no estaba tan cómodo. Con la premisa de que los internos no se hagan fuertes, el milrrayitas ajustó su marca hacia adentro y le contestaron con 4/5 en triples. Pero fue más un acto de reflejo que un sistema para vulnerar la defensa visitante. El desarrollo estaba en manos de Pittman y compañía. Prickett metió 9 en el parcial y hacía de todo, se asoció Olivares y Fernando recuperó protagonismo, bien guiados por los juveniles bases.
Si Peñarol no entró ganado al último cuarto fue porque la diferencia que tuvo que remar era mucha, y porque Gimnasia la embocó de afuera. Casi lógicamente el porcentaje de efectividad de Gimnasia fue bajando y Peñarol se adueño del tanteador también. En todo el segundo tiempo el local no tiró libres, dato que grafica la mal incursión ofensiva, que además de inoperante por méritos de la defensa, era desprolija por méritos de un equipo que vio como se le escapa un partido importante y se desesperó. Fernando Rodríguez desequilibró de nuevo, al tiempo que Pittman tomó las decisiones más importantes del final. Alejandro Olivares le ganó la espalda a los internos (le sacó la cuarta falta a Leeks que lo mandó al banco) y para el pasaje final, Hernán Montenegro entró para ponerle el moño. Gimnasia quiso remediarlo desde afuera pero no pudo con el 0/7 en triples, convirtió sólo 12 puntos en el último cuarto y no pudo nunca con la defensa en zona del final. Inteligencia y actitud, dos virtudes que Peñarol supo conjugar para dar vuelta la taba.
Pablo Tosal
Gimnasia (90): Leonardo Diebold 2, Alejandro Ferrari 14, Mauricio Pedemonte 14, Ken Leeks 17, Carl Simpson 15 (fi); Santiago Haag 0, Marcos Nóbile 11, Pablo Maglia 4 y Eloy Martin 13. DT: Marcelo Richotti.
Peñarol (95): Lisandro Liguori 6, Fernando Rodríguez 24, Josh Pittman 24, Alejandro Olivares 10, Jared Prickett 24 (fi); Hernán Montenegro 4 Bruno Romano 1 y Pablo Ortega 2. DT: Carlos Romano.