Gracias a la aparición de Marcelo Milanesio con dos triples fundamentales en el final, Atenas derrotó en Córdoba a Andino de la Rioja por 73 a 64 y sumó su séptima victoria consecutiva. Muchas veces en desventaja,...
Autor:Florencia Cordero
Fue con susto y con dramatismo. Atenas necesitó apelar a la magia de su líder, Marcelo Milanesio, para quebrar a un humilde pero obstinado Andino de la Rioja, al que derrotó por 73 a 64, lo que le permite estirar la racha ganadora a siete partidos.
Los aplausos que anoche surgieron desde las tribunas fueron para el número 9, quien, sin jugar un gran partido, demostró que sigue siendo el encargado de sentenciar el destino de Atenas. Los otros aplausos se los mereció el colista Andino, que, con las limitaciones deportivas e institucionales (sus jugadores hace meses que no cobran y llegaron a Córdoba una hora antes del partido), estuvo a punto de amargarle la noche al único escolta.
Dejando de lado la victoria, que en los papeles previos aparecía sin tantas dificultades, Atenas volvió a mostrar muchas dudas en su andamiaje. Volvieron a aparecer las actitudes individualistas y los apresuramientos, en desmedro del orden táctico que se necesita para ser eficiente en un juego de conjunto.
Andino trajo como misión apretar en toda la cancha. La enjundia puesta por sus jugadores transmitía por momentos la sensación de que tenían un jugador de más en la cancha. Pasaron de defensas zonales a individuales y siempre complicaron a un Atenas que, en muchos pasajes del encuentro, tuvo que remar con el marcador en contra.
Hasta los 37m25s de partido, los errores se repartieron por partes iguales. Por Atenas, hay que agregarle desorden, imprecisiones y baches en todas sus líneas, que sólo fueron disimulados por jugadas aisladas y por la mayor jerarquía de su plantel. Mientras que su rival, con un despliegue al límite de sus posibilidades, se las ingenió para lastimar con un imparable –hasta que se fatigó– Claudio Chiappero (20 puntos y 8 rebotes) bajo el cesto y con los movimientos de pelota de la dupla Vaquero-Oroná.
Por ello, Atenas necesitó de dos “bombazos” de Milanesio para cambiar el 59-61 por un 65-61. Luego, sobre la chicharra, la embocó Herrmann de afuera, alejando el susto instalado en el Cerutti.
Fuente: José Artaza. Diario “La Voz del Interior” de Córdoba