El desahogo final de los jugadores uniéndose a su hinchada en el festejo de la victoria sobre Ferro Carril Oeste ( 88 a 85 ) dejó bien en claro el inevitable cambio de perfil de Peñarol por lo que resta de...
Autor:Marcelo Fredotovich
Peñarol sabía que tenía que desgastar a su adversario en la pintura, tratando de ejercer su predominio con Montenegro, Hedman y Olivares por sobre Leandro González y Ruperto Herrera. Y en los primeros minutos lo logró, acaparando el rebote ofensivo.
Pero enseguida Ferro empezó a congestionar el trapecio con mucha ayuda de sus perimetrales, cortó los circuitos del dueño de casa y, aprovechando malos tiros o robos de balón, corrió de la mano de su muy buen base Titarelli, y anotó con Castiñeira como líder, al tomar a Peñarol sin buen balance defensivo. Sin alguien capaz de aupar al resto ya sea por tomar tiros de responsabilidad o decidir situaciones (ni Montenegro ni Rodríguez tenían un buen pasaje), solo Mauricio Hedman respondía con rebotes y puntos.
No obstante, Ferro, demostrando la buena escuela que aun en la pobreza sigue teniendo la institución porteña, mantuvo y agigantó su dominio del contragolpe y con 7 puntos más de Titarelli y 6 del cubano Herrera, que ganaba la porfía en las tablas, se fue alejando hasta que el uruguayo Camilo Castro remató la faena con dos triplazos para lponerse 50/38 en el primer tiempo.
Ferro terminó ese parcial con 5 pérdidas pero 4 recuperos contra 8/1de su adversario. Además concluyó con 5/6 triples y dominó los tiempos con Fernando Titarelli en su duelo de bases. A Peñarol solo un pasaje de marcación zonal lo vio mejor en la cancha, mientras Hedman y el mendocino Sánchez ya amagaban con lo que sería finalmente su gran noche.
El complemento fue totalmente inverso. Parece que el técnico Carlos Romano puso énfasis en su mensaje y sus muchachos entendieron. Hubo otra actitud y se buscó como opción lógica el juego ofensivo interno ya sea llevando la bola bien abajo del cristal o en base a penetraciones. Eso, como se preveía, surtió efecto enseguida. Ferro empezó a cargarse de faltas y a los 7 minutos del tercer corte Peñarol ya estaba 61/62 por un triple de Sánchez.
El último cuarto tuvo un inicio inusual: el grueso de la hinchada local descendió al piso del Polideportivo y se ubicó estruendosamente detrás del aro que da al centro de la ciudad. Sus banderas y cánticos obnubilaron a los jugadores visitantes que perdieron la pelota (se le escapó a Camilo Castro). El cuerpo técnico porteño protestó y los árbitros, sobretodo Setembrini, no quisieron saber nada con la nueva ubicación de los simpatizantes (no más de 50) del local. Enseguida se abrió una tribuna retráctil para ellos y la policía formó un cordón de protección y siguió el juego sin inconvenientes. En realidad, nunca los hubo y no se entendió por qué tanto miedo en un estadio tan seguro cuando en otros escenarios del país el público está casi montado a la pista. Esa situación fue una inyección para Peñarol que pasó al frente (73/70) de la mano de Hedman bajo las tablas (bien asistido por Montenegro) y Sánchez desde el perímetro.
Pero Ferro no se entregó y por eso se sufrió hasta la última bola, cuando Peñarol defendió dos veces en forma excelente (robo de Liguori y tapa posterior de Sánchez) y se llevó el juego.
Valioso éxito por la forma en que se dio vuelta; porque de local a Ferro había que ganarle y porque puede ser que ahora, definitivamente, el equipo de Romano se de cuenta que esto es lo que hay, que con esto deberá jugar el básquetbol que más le convenga y que el equipo deberá estar por sobre las individualidades para salir adelante.
Mauricio Hedman (25pts. 11/14 dobles y 3/3 libres, 12 rebotes y 2 asistencias) y Juan Pablo Sánchez (18 pts. 2/4 dobles, 4/7 triples y 2/2 libres) fueron puntales en el triunfo peñarolense.
Especial de Rodolfo Puleo
Peñarol 88: Liguori 6, C. Rodríguez 14, Amaro 6, Hedman 25, Montenegro 25 (fi) Sánchez 18, Olivares 15 y Hechavarría 0.