La fiesta empezó adentro, en el parquet, cuando después de sufrir un cuarto, los jugadores de Quilmes dieron vuelta la historia y ganaron el clásico 92-81, y luego, el carnaval fue en las tribunas, con el pueblo...
Autor:Pablo Tosal
De acuerdo con la tradición, el Carnaval es esa festividad anual en la que se celebran los placeres de la vida, y en exceso, para luego ejercitar la contrición y el ayuno que lleva a través de la cuaresma a la Pascua. En eso anda Quilmes hoy; a puro festejo, olvidándose por un rato del país. Y lo hace mientras espera la parte más dura del campeonato.
Es imposible no medir el clásico por las figuras que tuvo. Fueron cuatro los jugadores que llevaron la mochila del juego y según sus actuaciones fueron los matices del partido.
A saber: la rutilante actuación de Daniel Farabello, quien dejó una planilla de 15 puntos, 10 recuperos y 10 asistencias. No solamente números dio el entrerriano, además en el tercer cuarto, cuando Peñarol ensayó una reacción, apareció con 3 triples de más de 7 metros para aplacar todo intento de Peñarol. Y en el cuarto final volvió a hacer magia, al mejor estilo selección nacional, con robos y asistencias. Con “Chiche” en este nivel Quilmes parece otro equipo y su hinchada y la gente del básquet tendrá que disfrutarlo los partidos que restan ya que su destino está en Europa.
El segundo de los Notables de ayer fue Pablo Gil. “Es sin dudas el mejor sexto hombre de la Liga”, dijo Carlos Romano minutos antes del clásico. El escolta bahiense apareció un ratito en el primer cuarto para anular a Roberto Canutti, pero su show unipersonal empezó en el segundo segmento cuando fue indetenible para el trío Canutti - Ortega - Viera que quisieron frenarlo. Metió 16 puntos en el parcial y ya nunca dejaría la cancha. Terminó como goleador de su equipo y en defensa, además de los cuatro recuperos, superó siempre al base rival.
Para que Peñarol ganara se tenían que combinar un par de factores. Hernán Montenegro debía ser el eje por donde pase el juego de su equipo. Y lo fue durante 10 minutos de la manera que más le convenía: jugando en el poste bajo. Pero ante la inexistencia de una base confiable, otra vez el “loco” tuvo que desaprovechar su enorme talento yéndose al perímetro a generar algo de juego y a alimentarlo a Fernando. En los primeros 10 minutos mientras recibió de espaldas al aro, fue indetenible. En la doble y triple marca encontraba siempre a sus compañeros solos y en el uno contra uno iba para el aro. Después del primer parcial jugó con su corazón, hasta que le dieron las piernas, pero sin base no se puede jugar al básquetbol y Hernán lo siente más que nadie.
Finalmente el último de los pilares del partido, Fernando Rodríguez ofreció un juego conmovedor. Jugó con los dientes apretados y la intensidad que necesita todo clásico, fue más solidario que otras noches, soportó la durísima marca del tandem Farabello - Cavaco y terminó con 35 puntos (11/13 en dobles, 2/4 en triples y 7/10 en libres). El goleador de la Liga nacional no dejó morir nunca las esperanzas milrrayitas.
Y el partido se dividió en dos: el primer cuarto y el resto. Pablo Viera, base titular del local, perdió tres pelotas seguidas y Romano lo cambió por Canutti. El puntaltense dio más juego y lo obligó a Matías Ibarra a cometer su segunda falta. El ingreso de Pablo Gil por el “Lata” dio vuelta el partido. Peñarol, entrara quien entrara, no tuvo más juego.
Para Peñarol quedará la idea de que no fue pisado y terminó dejando una dignísima imagen. En vistas a los play offs es hasta una buena noticia. Y para Quilmes un tiempo corto para el festejo grande. Merecido por cierto.
Pablo Tosal
Peñarol (81): P. Viera (2), J.P.Sánchez (6), C.F. Rodríguez (35), A. Olivares (18), H. Montenegro (15), formación inicial; M. Hedman (2), R. Canutti (3), P. Ortega, J. Rostán, R. Amaro y D. Ferrero. Entrenador, Carlos Romano.
Quilmes (92): M. Ibarra (2), D. Farabello (15), D. Cavaco (17), O. Arce (14) y L. Boozer (17), formación inicial; P. Gil (27), L. Cequeira y F. Horvath. Entrenador, Oscar Sánchez.