Atenas sufrió para ponerse 2-0

La vedette, como hace mucho tiempo no ocurría en el Polideportivo Cerutti, fueron los torrentes de adrenalina que se necesitaron para aguantar unos más que largos 40 minutos, donde en el parqué la lucha no dejó espacio a los distraídos o desmotivados.

El deber está cumplido. El 2-0 en los juegos de ida de la semifinal de la Liga quedó en casa, se hizo valer la localía y ahora queda por delante tratar de cerrar la serie en Sunchales el lunes o eventualmente el miércoles (por eso de que más vale pájaro en mano que 100 volando).

El partido estuvo invadido por una tremenda determinación para disputar cada pelota y cada centímetro del terreno. Atenas pareció sufrir en el último cuarto la falta de recambio para mantener el ritmo, cuando sus hombres le esquivaban a su quinta falta ante un Libertad que, sin grandes figuras en general, tiene cada puesto cubierto con dos jugadores.

Parecía ser que Atenas había olvidado aquellos bajones que supieron costarle demasiado caro en la serie regular. Pero anoche, las lagunas volvieron a aparecer. A falta de 2m12 para el final del tercer cuarto, Herrmann (de nuevo pieza vital en el andamiaje de Seguí), con un doble y un tiro libre, puso las cifras 76-63, pero en 1m52s, Libertad metió un parcial de 15-1 (eso sí, con Marcelo en el banco) y pasó a ganar el juego (77-78).

En el segmento final, el juego quedó servido para el que menos se equivocara o más resto tuviera. Y fue para Atenas, porque mantuvo determinación, mayor convicción y más vergüenza para sumar esos puntitos que alimentan su esperanza de lograr un nuevo título de Liga Nacional.

José Artaza

Atenas (101): Milanesio (10), Lábaque (15), Herrmann (36), Gutiérrez (17), Easterling (10), formación inicial; Pelussi (11), Funes (2) y Maldonado. DT: Horacio Seguí.

Libertad (97): Sucatzky (16), Cerutti (24), E. Pérez (13), Benítez (7), R. González (27), formación inicial; Michel (4), Grooms, Navarrete y Acosta (6). DT: Daniel Rodríguez.

Parciales: 27-26, 50-47 y 77-78.

Árbitros: Raúl Chaves, Eduardo D´Atri y Fernando Sampietro.