La noticia golpea. Y se hace difícil de aceptar. Un pibe de 19 años falleció el jueves a la tarde de un ataque al corazón mientras se entrenaba en la Universidad de Anderson, en Carolina del Sur. Se trata de...
Autor:Pablo Tosal
El base de 1m95, que había sido reclutado por el técnico Doug Novak cuando jugaba en Unión de Mar del Plata, se entrenaba como cualquier otro día en el Abney Athletic Center cuando se sintió mal y se dirigió al vestuario. Allí se cayó y fue encontrado por uno de sus compañeros. Un miembro del cuerpo técnico intentó reanimarlo, pero cuando llegó la ambulancia, ya era tarde.
Barovero, quien había sido sometido a un exhaustivo examen cuando ingresó al equipo, aún tenía el hematoma causado por un golpe fuerte en el pecho hace dos meses. Los médicos le habían aconsejado dejar de practicar y recién hace 20 días había retomado la actividad. “Estamos muy tristes por esta muerte tan repentina. Cedric era un excelente estudiante y un atleta dedicado. Dejó una gran impresión en los profesores y compañeros de estudio y de equipo. Nuestros rezos están con su familia”, declaró Lee Royce, el presidente de una universidad que intervenía en la 2 división del básquet universitario. “Fue admirado y respetado en una forma que muchos jugadores desearían”, contó Novak.
Cedric, quien el año pasado fue premiado en su ciudad con el Lobo de Mar, había jugado poco en su primera temporada, sólo 18 minutos en seis partidos (dos puntos y tres rebotes), pero soñaba con ser parecido a John Stockton, su ídolo. No pudo ser. Sus padres viajaron para cremarlo y traerlo de vuelta a Mar del Plata.
Rodolfo Puleo - Diario Olé
Muy honesto y luchador
A Cedric lo dirigí desde que tenía ocho años hasta que se fue a Estados Unidos. Fue un chico honesto, luchador, perseverante, gran compañero y excelente alumno. Terminó como abanderado en el colegio Carlos Tejedor y cuando se presentó la chance de la beca en el Anderson College, lo alenté más por su capacidad académica que por sus cualidades basquetbolísticas. Sabía que iba a lograr un título universitario y podía volver a la Argentina a intentar lo que soñaba: jugar en la Liga. Quería ser base porque su tío Héctor llegó a jugar en ese puesto en la Selección. Acá lo utilizábamos de todo terreno porque hacía un poco de cada cosa. El sabía que no era ningún talento, que debía lograr todo en base a sacrificio. Le iba muy bien y era feliz. Lo recordaré por siempre.