(Opinión, Oscar Sánchez) Desde el comienzo, observé un Atenas muy concentrado. Esa concentración le permitió una buena rotación del balón y un excelente control del juego de Milanesio, consiguiendo así altos...
Autor:Pablo Tosal
A todo eso, en el arranque le agregó el desequilibrio físico de Easterling sobre Osella en el juego interno, y el acierto de utilizar a Lábaque no sólo como ayuda base, sino como ayuda base tirador.
En el segundo cuarto, Estudiantes mejoró por dos factores: puso una formación con tres perimetrales bajos y salió a buscar el partido con más carácter. Todo eso hizo que Atenas tomara malos tiros, que Milanesio no tuviera tantos espacios y que Herrmann se “posteara” demasiado de espaldas al cesto para sacar ventajas sobre Ginóbili.
Pero Atenas lo desequilibró con un golpe estratégico: la defensa zonal. Con Milanesio en el banco, Funes ocupó más espacio en la primera línea, muy activa, y Estudiantes se empecinó en penetrar y descargar la pelota hacia el perímetro, olvidándose de Osella y McCray. Esa defensa fue la clave.
La defensa individual lastima al equipo cordobés porque Estudiantes saca provecho de la endeblez defensiva de Marcelo Milanesio. Seguí se animó a desplegar una defensa combinada en el segundo partido y ahí comenzó a marcar diferencias notorias.
Estudiantes pagó muy caro haber estado 18 puntos abajo en el primer cuarto, pues esa circunstancia le exigió un gran desgaste físico para equilibrar el desarrollo. Apurado, leyó el juego de manera equivocada y así escogió soluciones poco acertadas.
(*) Entrenador de Quilmes de Mar del Plata. Para La voz del Interior y Olé