Argentina caminando a cuartos de final (Enviada Especial)
En el primer partido de octavos de final, Argentina venció cómodamente a China por 95 a 71 y sigue invicto mostrando un gran rendimiento grupal. El chaqueño Rubén Wolkowyski hizo un excelente trabajo controlando al gigante chino Yao Ming.
Autor:Florencia Cordero
Los cuartos de final del Mundial 2002 ya han reservado un puesto para Argentina, invicta, avasallante y lanzada desde que empezó el campeonato, donde han demostrado que todos los pronósticos han sido ciertos: nuestra selección dispone de la calidad necesaria para pisar el podio.
Rubén Wolkowyski abrió el camino de la victoria para el equipo albiceleste con una sensacional defensa sobre el gigante chino de 2,26 metros Yao Ming. La fortaleza del pivote argentino, más las ayudas defensivas sobre él, impuso un muro prácticamente infranqueable para Ming y, por extensión, un seguro de vida para el equipo de Rubén Magnano.
La candidatura argentina a los metales cobra cada día más fuerza. En la cancha despliega un juego rico en esos matices que revalorizan el básquetbol de cualquier equipo, y no sólo por sus altos promedios de efectividad, sino por cuestiones como el espíritu colectivo.
Luis Scola decía al término de la primera fase que quería mejorar en todo, absolutamente en todo, para ayudar más a su equipo. Contra China, Argentina puso de manifiesto la solidaridad de sus jugadores con un total de dieciséis asistencias en los dos primeros cuartos.
Evidentemente, el marcador no podía ocultar lo que sucedía sobre la cancha: diecisiete puntos de diferencia a cinco minutos del descanso (42-25), los asiáticos desesperados en busca de soluciones y, mientras tanto, sus dos estrellas, Ming y Menk Batere, el pívot de los Nuggets de Denver, desaparecidos en la niebla.
El jugador de Denver, después de veintiocho minutos, estaba clavado en un punto y desmoralizado por la efectividad de la defensa argentina. A esas alturas, Ming descansaba en el banco con la frustración dibujada en el rostro.
La competitividad de la escuadra dirigida por Rubén Magnano ha convencido a todos. También a China, que a falta del último cuarto rezaba para que el reloj les librase del suplicio que vivían sobre el parqué: 72-49.
Pero aún restaba el último tramo y, desde el punto de vista argentino, parecía que el marcador marchaba al revés. La formación albiceleste siguió a su ritmo y eso tiene un nombre, ambición, que permitió ampliar la ventaja hasta los 24 puntos finales (95-71).
Argentina 95 (32+16+24+23): Sánchez (3), Ginobili (8), Sconochini (11), Wolkowiski (12), Oberto (8) -cinco inicial-, Montecchia (8), Scola (13), Palladino (14), Nocioni (10), Fernández (3), Victoriano (3) y Gutiérrez (2).
China 71 (14+20+15+22): Nan (3), Shioiang (4), Weidong (3), Bateere (13), Ming (11) -cinco inicial-, Xiaobin (5), Fangyu (11), Liu (12), Feng (6), Chen (1) y Cheng (2).
Arbitros: Pitsilkas (GRE) y Oget (TUR). Sin eliminados