(Opinión) Por Garay y Santiago del Estero muchas veces en los últimos años sonaron fanfarrias para saludar el venturoso futuro deportivo del club en manos de los chicos formados en sus divisiones inferiores.
Autor:por Sebastián Arana
Mucha agua bajo el puente corrió desde la aparición protagónica del “dúo dinámico” integrado por Juan Manuel Locatelli y el malogrado Homero Rasch en la segunda temporada de Marcelo Plá a cargo del equipo de Liga Nacional hasta el famoso equipo de Liga Junior del año anterior, que iba “a comerse a los chicos crudos” en la provincia y terminó tristemente eliminado en el primer play-off de riesgo que tuvo enfrente, y de local.
Durante ese lapso varios jugadores jóvenes asomaron las uñas y ninguno lamentablemente dio la talla. Los últimos acontecimientos dieron por tierra con otro postulado instalado en la temporada anterior. Se dijo que lo de los chicos que jugaron a las órdenes de Carlos Romano en la última temporada había sido muy valioso para acompañar a Fernando Rodríguez y Alejandro Olivares en la dura misión de mantener la categoría.
No debe haber sido tan importante, por lo menos para el criterio del entrenador Daniel Rodríguez. De esos chicos, el único que sigue -con muy buenas posibilidades de jugar y dar un salto de calidad, por otra parte- es Juan Pablo Sánchez, paradójicamente tan formado en Peñarol como Sergio Aispurúa. Porque Unión, en su momento, hizo la apuesta para traer al mendocino desde su provincia y lo formó durante varios años.
Después, ¿qué pasó con Lisandro León Liguori, Pablo Ortega, Diego Ferrero y Bruno Romano? No estuvo muy claro si el primero fue tenido en cuenta, pero él está decidido a irse a Italia y se marchará a probar suerte en octubre.
Pablo Ortega fue cedido a préstamo por un año a River Plate para jugar el Torneo Nacional de Ascenso. Daniel Rodríguez, en tanto, apostó sus fichas a Mariano Van Gool, el juvenil base de Kimberley, a quien le ha visto indudablemente superiores condiciones que las de los dos citados bases.
A Bruno Romano, por otra parte, se le dio el pase libre. Para que se vaya adonde mejor le parezca. Y, como con Van Gool, Rodríguez prefirió un alero de otro equipo marplatense, Fabricio Viola, también de Unión.
Por último, Diego Ferrero, con pase en el club, quiere continuar su carrera en España. Los dirigentes lo dejarán ir, siempre y cuando el interesado pague lo que deba.
En consecuencia, las ilusiones que fundadas o no se pusieron en ellos, ya no tienen razón de ser. Habrá que ver si, además de Juan Pablo Sánchez, Daniel Rodríguez logra en el futuro condiciones de desarrollo interesantes para Javier Abbadie, Maximiliano Marzilli y Nahuel Calvo, los únicos productos jóvenes de la cantera de Peñarol que se utilizarían durante la próxima competencia.
Como todo está por verse, mucho ruido y pocas nueces. Parece aventurado sostener que el futuro de Peñarol está garantizado por el semillero, como se dijo en la presentación oficial del equipo. La dichosa cantera, hasta aquí, o no produjo piedras de buena calidad o no las exhibió por diferentes motivos.
Y si el trabajo de los entrenadores-formadores se continúa midiendo por la cantidad de títulos logrados en un torneo local en el que sólo compiten diez equipos en lugar de por la calidad de los basquetbolistas producidos, las garantías de tranquilidad, a futuro, son todavía más dudosas.
Sebastián Arana es periodista del diario “La Capital” de MAr del Plata