Este Sábado ante Gimnasia, Quilmes afrontará el compromiso más difícil de los cuatro juegos que tiene la era Escaraín. Para tal fin saldrán un día antes. Mañana a las 14 el cervecero pone proa a la Plata.
Autor:Pablo Tosal
El camino recorrido hasta el momento por el nuevo Quilmes es corto. Apenas cuatro partidos. Tres victorias y una derrota. Los rivales también eran equipos en proceso de formación y las actuaciones fueron de lógica producción discontinua.
Ante Quilmes AC ganó su primer juego. El primer rival de turno era un equipo TNA que se está formando con nombres propios muy inferiores al cervecero marplatense. El base Daniel Clavell jugó su última temporada en la “A” en el descendido Racing Club en la temporada 96/97, Julián Olmedo con sus 27 años es un veterano del TNA, que ya enfrentó a Quilmes en la categoría defendiendo los colores de Lanús. También estuvo Walter Cordero, que pasó por Mar del Plata, pero con poco minutos, como juvenil, en el equipo de Quilmes que descendió.
Luego, los nombres del equipo de Gustavo Cullingham, se pierden entre otros jugadores que repiten en la institución y otros pibes nuevo.
Lo hecho por el equipo de Escaraín fue suficiente para ganar la serie. El primer partido se lo llevo por doce (98-86) con el peso de sus internos (20 pts de Chiappero - 17 pts de Simoni), pero en la revancha, sin Simoni, Quilmes se complicó hasta el punto de ir perdiendo por 14 puntos en el último cuarto. Terminó perdiendo por tan sólo dos puntos (75-73).
Luego, frente a Peñarol jugó un gran primer partido, casi sin fisuras defensivas. Pero en el rigor del análisis, vale destacar que mucho ayudó la inoperancia ofensiva del rival.
En el segundo juego, en un partido que dominó de punta a punta, terminó con la soga al cuello y no perdió por que el triple de Juan Pablo Sánchez fue “alterado” por una bomba de estruendo. La serie la ganaba igual, pero no debió sufrir tanto para ganar, siendo superior en el juego.
En la tercera fase de la Copa, deberá enfrentar a un rival que repite a 4 de sus 8 mayores de la temporada pasada (G.R. Fernández - L. Lauro - G. Moravansky y R. López). Gimnasia se reforzó muy bien en todas las posiciones. Un especialista en uno contra uno como Fernando Rodríguez (que además tiene tiro perimetral), un tirador confiable como Oroná, y dos internos rústicos a la hora defender y con bueno tiro de media distancia (Jorge Benítez y Oscar Arce).
Gimnasia es un equipo mucho más largo que el que presenta Quilmes. Con mas variantes. Y Escaraín lo sabe. Por eso viaja un día antes, aunque la distancia sea sólo de 360 kilómetros.
Para superar esta instancia, Quilmes cuenta con la solidez que mostró su defensa. Dicen que los equipos se arman de atrás para adelante. Y Quilmes sigue ese camino. La presión tres cuarto de cancha, modelo selección nacional, es efectiva. Pero los recursos se agotan a medida que las piernas se cansan.
El técnico se animó frente a Peñarol a ensayar defensas zonales, pero ante el caudal de tiradores de GELP, seguramente se verá por primera vez defensas combinadas.
En ataque, lo más positivo fue el goleo repartido. Salvo los 30 puntos de Cavaco en el primer juego contra Peñarol, nunca dependió de alguien en particular. Constante rotación del balón en el perímetro (de hecho juega muchos minutos cuatro abiertos y un solo poste bajo) hasta llegar al tiro más cómodo.
En el segundo juego contra Peñarol, cuando el equipo del “Zeta” ajustó la marca, las cortinas para el desmarque y la movilidad se hicieron insuficientes. Fue el peor momento del ataque cervecero. No por falta de puntería, sino por falta de espacios, lo cual es más preocupante.
El sábado comienza una serie que pinta para nuevo clásico en la Liga. Dos equipos con hinchadas muy pasionales y buenos jugadores. De resultado incierto.