Derrotas Dolorosas y derrotas ignoradas

Esta es la historia de los derrotados, y como casi siempre pasa, en las malas se buscan más las explicaciones, (los por qué) que en el dulce néctar de la victoria. En esta segunda edición de Copa Argentina hubo derrotados que se volvieron a sus casas con un manto de preocupación, otros en cambio, ganaron confianza y credibilidad a pesar de las derrotas.

El año pasado, en la primera edición de la Copa Argentina, el primer papelón lo hizo Andino, quien fue vapuleado sin atenuante por Tucumán BB. Luego se fue derechito al descenso en una campaña donde los factores externos terminaron afectando los de juego.

Este año el equipo de “A” que la pasó muy mal fue Peñarol de Mar del Plata, quizás la más resonante de todas las derrotas en manos del Nacional de Bahía Blanca. Otro casos fueron el de Central Entrerriano, Libertad y Ben Hur. Pero todos ellos por lo menos ganaron uno de los dos partidos contra equipos de TNA.

Como atenuante es destacable que al momento de comienzo de la Copa Argentina, muchos equipos de categoría “A” no cumplían ni 10 entrenamientos juntos. Casi todos estaban sin extranjeros y algunos equipos con lesionados. Por tal motivo, los equipos que cayeron en la primera instancia de la Copa no pueden recibir un examen riguroso, porque sería inexacto.

Lo único que se puede proferir es que en el seno de cada club, sólo Peñarol hizo acuse de recibo y ante sendos reveses decidió no realizar más amistosos hasta que no tenga los extranjeros, en cambio el resto de los derrotados siguió jugando partidos amistosos.

No obstante, para la segunda fase y especialmente la tercera serie de la Copa Argentina el rodaje, aunque no satisfactorio, era mayor para todos. Entonces los equipos dejaban vislumbrar la fisonomía de cada uno.

De los últimos cuatro derrotados el más castigado por la realidad fue Quilmes. Y justamente en los perdedores de la tercera serie hemos de detenernos para ahondar un poco más en sus actualidades.

Quimsa, el equipo de Daniel Jaule se sacó un muy bien 10 felicitado, (como en la escuela), ya que el equipo santiagueño que participará del Torneo Nacional de Ascenso, dejó primero en el camino a Ben Hur de Rafaela y luego a Asociación Mitre de Tucumán (otro equipo TNA), para caer dignamente ante uno de los más poderosos equipos de la Liga Nacional: Boca Juniors.

Boca tiene un presupuesto de un millón de pesos entre gastos operativos y sueldos (cuerpo técnico y jugadores) y frente a eso, Quimsa luchó con: las corridas de Diego Righetti, la puntería de Fernando Small y la polenta de Kelvin Wylie y Pablo Hoya bajo el canasto, como armas salientes. Entre la enorme localía (5000 personas por partido) y el nuevo grupo de trabajo, Quimsa mira el futuro muy optimista.

Por su parte, Estudiantes de Olavarría que había comenzado la Copa con victorias sin problemas ante Olimpia (TNA) y Pico FC, sin mayores sobresaltos, claudicó ante un aguerrido Argentino de Junín.

El equipo de Ariel Amarillo mostró el selló distintivo de los últimos años: gente joven, defensa presionante, salida rápida y juego de muchas posesiones. Pero contra un equipo que le puso un freno a la rápida marcha que imprime Diego Alba, y con fuerza en el juego interior lo complicó hasta el punto de ganarle los dos partidos.

Claro que las derrotas fueron en un marco de paridad (75-74 y 100-104 en suplementario), en donde el destino final del juego se jugó prácticamente hasta la última bola, en los dos partidos.

A su vez en la última derrota de local, Estudiantes sólo utilizó a Matías Barberis y Federico Arce como relevos. Sin extranjeros, con apenas 7 jugadores y Dario Mansilla y Pedro Calderón como únicos jugadores altos, el papel fue muy digno.

Estudiantes archivó en sus recuerdos las viejas marquesinas de jugadores estrellas que ya no están y que le dieron los títulos junto a un técnico que se recibió de grande con ellos. Pero se convirtió en el único equipo del país que cambia de técnico y mantiene la filosofía de trabajo y juego.

Regatas de San Nicolás fue de menor a mayor, cumplió frente a Andino en la primera serie, eliminó ganando los dos juegos a Belgrano en la segunda y luego estuvo cerca de sacarle un partido a Atenas en la tercera.

La llegada de Eric Williams (11.5 puntos y 6.5 rebotes de promedio en cuatro partidos) potenció el trabajo cercano al canasto del equipo de Horacio Castro, sobre todo en el aspecto ofensivo, ya que Ernesto Currat tiene condiciones más defensivas y Alejandro Olivares quedaba muy expuesto.

La media cancha regatense tiene variantes y gol con Festa, Sánchez, Muñoz y Pablo Fernández. No obstante, la premisa es la defensa, ya que en los 6 partidos Regatas apenas recibió 74.5 puntos en contra de promedio.

Una de las claves de Regatas es el orden ofensivo y en el último partido en Córdoba, Atenas logró desequilibrar su traslado prolijo y le provocó 25 pérdidas a un equipo que no suele cometer muchos errores.

Por último, la derrota más dolorosa se la llevó Quilmes. En Mar del Plata la expectativa es grande por lo que pueda mostrar esta temporada el cervecero. Los argumentos están sostenido en la plantilla que logró conformar. Pero una sola serie lo dejó con mas dudas que certezas.

Hasta los juegos frente a Gimnasia de La Plata, Quilmes ostentaba un promedio de 96 puntos a favor en cuatro partidos, siendo el equipo más goleador de la Copa. Pero ante el Lobo platense solo sumó 70.5 de promedio.

El equipo de Gonzalo García supo como desnudarle los errores, a un equipos que formado por buenos tiradores se vuelve anárquico cuando lo presionan. Mientras Quilmes juega “feliz”, tiene gol en todas las posiciones, pero cuando le niegan su juego, pierde rápidamente la calma y juega a los autitos chocadores.

La preocupación de Pepiche tendrá foco en como divide las ofensivas. Se notó como utilizó mucho tiempo al “Lobito” Fernández, para que su base titular pueda darle algo de orden al equipo prescindiendo por momentos de Juan pablo Sánchez y Cequeria en cancha.

Quizás la peor situación de una derrota contundente para Quilmes sea no tener en este inicio de temporada bien definido al líder del equipo.

Algo es claro, mientras Quilmes gane, Milton Bell le pasará el balón para que la tire hasta el utilero, pero cuando van abajo, no se la dará ni a su mamá, la pelota es de él. Pepiche deberá hacerle saber esto a los demás tiradores del equipo que el dueño es Bell.

De lo contrario sin roles definidos, terminan forzando todas las situaciones y siendo victimas de un equipo muy prolijo y paciente como Gimnasia.

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