Triple Traición

Que se le escapó a Atenas la final en casa. El festejo, la gloria. Eso está bien claro. Básicamente perdió esa chance por enormes aciertos del rival. En el planteo del partido, en la ejecución y en el porcentaje de triples y lanzamientos libres.

Uberlandia sabía que no le quedaba otra que ser toro en rodeo ajeno. Y lo fue, sin dudas. En la previa, el técnico Helio Rubens declaró: “Es a vida o muerte”. Y fue tal cual. Sólo que los brasileños entendieron por vida un juego inteligente mientras que Atenas confundió los conceptos.

Entonces, un manejo de la base estupendo de Helinho (el partido fue todo suyo) y las bombas de Rogerio, que entendió que a eso debía agregar sacrificio fajándose abajo del aro y penetrando cuando fuera necesario, sumados al aporte en las tablas de Brasilia y Janjao, más un aporte matador de Wanderley en el tercer período, con 3/3 en triples fueron los argumentos.

El restante elemento para empatar la serie estuvo basado en aprovechar la desesperación escénica que sintió el local apenas se vio abajo por mucho enseguida. Atenas no se bancó tener que ir de atrás. Llegó a perder por 18 (39-21) y nunca tuvo la cabeza fresca.

Facundo Sucatzky, tras los cuarenta minutos, lo definió a la perfección. “Faltó tranquilidad. Creo que la ansiedad superó todo y el equipo en ningún momento estuvo al alcance de ganarlo. Los nervios por querer ganarlo hoy, definirlo. Y así arrancamos. Ellos arrancaron muy tranquilos y nosotros un poco ansiosos”.

Esos nervios llevaron a hacer todo al revés. A confundir básquet con boxeo y a los árbitros con enemigos íntimos. El hervidero se calentó tanto hasta un punto cúlmine. Quedaban cuatro minutos y medio y a Osella le cobraron un foul en ataque. Diego, extraño en él, ya venía protestando y la terminó mal. Se dio vuelta y le lanzó un pelotazo al juez Glass, que impactó en sus piernas.

Los árbitros no tuvieron una mala noche, es cierto, pero no juegan más que los jugadores. Sobre todo si tu equipo pierde por 15 todo el juego. Osella salió por faltas y, en el ínterin, váya a saber qué se dijeron Campana y Helio Rubens en la mesa de control que sacó de sus casillas al primero y que originó el consecuente desmadre.

¿Qué le pasó a Campana, el héroe 24 horas antes? ¿El hombre ejemplar, que entendió en el tercer partido cómo había que ganar? El que luchó pero jugó. A él y al pívot, dos tipos con sobrada experiencia en esto de definiciones calientes, se les nubló la mente, otra explicación no queda. Pero arrastraron todo con ellos.

Como media hora pasó con los jueces en el vestuario, los veedores en la tribuna y la gente exasperada. Se decidió seguir, pero eso no merece ser contado. Ya no era básquetbol. No después de ese gran paso en falso.

El mismo paso en falso que tuvo Mario Milanesio (fue expulsado en ese momento y no podrá dirigir en Brasil) en sus declaraciones cuando, en el ínterin del caos, cuando no se sabía qué iba a ocurrir, dijo, textual, lo siguiente:

“No fue el mismo arbitraje para los dos. No fueron totalmente parciales (sic). Durante todo el juego una defensa totalmente ilegal y nosotros permanentemente cualquier roce es foul. Yo creo que estaba todo arreglado. Es la primera vez en mi vida, como jugador y como entrenador, que me cambian una pelota en juego. El dirigente cambió la pelota en juego. O sea, la pelota que jugamos anoche no servía. Estaba todo preparado de arranque. Como si nosotros en Brasil les fuéramos a cambiar la pelota de juego”.

Después, ante la pregunta del periodista de la televisión, casi reaccionó. Pero fue sólo un amago. “Ellos pusieron mucha intensidad y no lo supimos resolver. Más allá de eso hay muchas cosas raras. No es fácil, no es fácil...”.

Muchos se preguntarán qué “no es fácil”. Incógnita absoluta. Hay un cierto tufillo de “la pelota no dobla” frase passarelliana por excelencia regastada y regustada por el periodismo y el ámbito popular. A veces, si no hay nada para decir, mejor hacer eso.

Más calmo, con un mea culpa que no se hará esperar en el seno del plantel, Pichi Campana comentó de cara al decisivo quinto partido del martes en Minas Gerais: “Hay que estar tranquilos y no hacer el juego muy individualista que tuvimos hoy. Muy apresurado y defender mucho mejor de lo que hemos hecho. Atenas jugó mal. Y ellos jugaron muy bien. Y ganaron justamente”.

Será cuestión de no buscar las claves de la derrota en el arbitraje ni en factores aleatorios como la pelota -que, por cierto, cabe decirlo, es igual para todos- sino en tratar de acordarse cómo era encarar un match a todo o nada de la mano de un equipo solidario, que entienda que las cosas no son siempre como parecen y que no hay que cantar victoria antes de tiempo. Ojalá así sea.

Síntesis

Atenas (104): Sucatzky 20, Funes 2, Pittman 17 (X), Alexander 19, Osella 18 (X) (FI); Campana 20, Figueroa 2, Reinick 4. DT: Mario Milanesio.
Uberlandia (113): Helinho 22, Tony Harris 13, Rogerio 26, Estevam 13, Janjao 6 (FI); Wanderson 9, Valtinho 8, Brasilia 16. DT: Helio Rubens.

Parciales: 21-33, 44-54 y 69-77.
Jueces: Glass y Trias.
Estadio: Carlos Ceruti.
Serie: 2-2.
Próximo juego (5º): martes, en Minas Gerais.

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