La transparencia como hecho histórico

Desde 1983, cuando la democracia entró definitivamente en nuestras vidas, la alegría de poder elegir a nuestros representantes fue una consecuencia de nuestros derechos de ciudadano.

Luego llegó la deformación (como todo en este mundo). Así como la Monarquía deforma en Tiranía, la dictadura en Totalitarismo, la Democracia deforma en Demagogia. Y la demagogia es esto que hoy padecemos.

Entonces, elegir a nuestros representantes, nuestros dirigentes, los altos cargos políticos ya no es una cuestión de capacidad, se remite estrictamente a los gustos y placeres de la clase dominante, ya sea por placer, comodidad, amistad, parentesco o conveniencia, pero rara vez (muy rara vez) por capacidad y merecimiento.

Es extraño que un estamento de la importancia de la Confederación Argentina, donde el papel político también juega su rol importante, haya dispuesto una medida sin precedentes: concursar el cargo más importante al cual se tenga acceso, el de Entrenador en Jefe de las Selecciones Nacionales.

La coincidencia de las voces que “saben de básquetbol” dicen que no hay un referente claro por arriba de otros. Que no existe hoy el Carlos Bianchi de este deporte. Porque también es natural que en básquetbol algún día aparezca un iluminado que saque grandes diferencias a sus pares, pero hoy no existe.

De tal manera la respuesta lógica fue: que los mejores cuatro que entren en la lista de sucesión, para hacerse cargo, que lo hagan por mérito de proyección a futuro, y no por pergaminos (¿que pergaminos son los que valen?), que presenten un proyecto, en el cual se involucre todos los estamentos de la selecciones nacionales. Para que nuestro básquetbol no se convierte meramente en: Argentina 84 – Italia 69.

Escuchar las voces de disidencia en el manejo de la elección provoca que otra vez la piel se erice y entremos en el oscuro túnel del pasado que ya nadie quiere ver.

Los entrenadores de la Liga Nacional de Básquetbol en la Argentina son trabajadores privilegiados, tanto en el sueldo como en el trato. Bien merecido que está. Pero sus capacidades confunden sus responsabilidades. En vez de motivarlos para que den lo mejor de sí, aprovechar la experiencia y sapiencia de cada uno, generalmente se les rinde pleitesía y adulación a cambio de un par de resultados.

No es de extrañar entonces que el Presidente de la Asociación de Entrenadores de la Argentina y de América, Luis Martínez, haya dicho al diario La Nación de su edición del jueves 10 de marzo del 2005, que: “ La Confederación Argentina debería haberse decidido por un entrenador, llamarlo y hablar con él. Si después no les cerraba la propuesta o la filosofía de trabajo, entonces podía buscar otro”. Los entrenadores están mal acostumbrados justamente a eso: al tributo de su jerarquía.

La voz que (en teoría) representa a los demás técnicos lanzó su protesta: “Esto de hablar con todos los candidatos es un manoseo a los cuatro técnicos. ¿Qué es lo que quieren los dirigentes, que cada entrenador vaya a venderse, a caerles simpático o a convencerlos con palabras? Si todos sabemos quiénes son Lamas, Hernández, Sánchez y Tolcachier. Sus antecedentes están a la vista. Además, los cuatro están dirigiendo equipos importantes en la Liga Nacional, están ocupados, metidos en eso. ¿Qué plan pueden presentar si ni siquiera saben cuáles son los compromisos internacionales que tiene la Confederación?”

¿Manoseo?. ¿Es un manoseo?

¿La elección debe remitirse al antecedente?.

Pasan los años y la sensación es que no hemos entendido nada.

Estas declaraciones aturden a la lógica. Cuando uno comienza la profesión que sea, inaudito es que no piense en lo máximo. El periodista, el entrenador, el abogado.

Ser entrenador de la selección es el sueño máximo de un entrenador. Toda la vida esperando ser llamado, para que cuando esto finalmente suceda, ¿no tener siquiera preparado un proyecto?.

Hace más de 110 días que Rubén Magnano se fue. Tiempo suficiente para sentarse y escribir la Biblia. Si alguno siquiera osa decir que su tiempo completo lo dedica al club en el cual trabaja, es que la hipocresía nos ganó por afano.

Tiene mucha razón el Señor Martínez cuando en su defensa dice: “Todos sabemos quienes son Lamas, Hernández, Sánchez y Tolcachier”. Seguro. Lo que todavía no sabemos es el proyecto que cada uno debe presentar para el bien de la selección.

Después los alegatos tragicómicos ya son materia de todas las áreas. Así, metidos en un mismo embudo resultadista, se producen escenas como en el sorteo del Mundial Sub 21.

-Nos hubiese gustado preguntarle al entrenador de la selección, que opinaba del grupo en el sorteo, pero lamentablemente no está – dijo un periodista, con fina ironía a manera de pregunta.

Invadido por el bochorno, desde las sombras, me preguntaba para mi ¿Y que querés que te responda?.

No hemos entendido nada

La CABB está poniendo en juego la continuidad de un plan exitoso, con el deber de aumentarlo y mejorarlo, y “nos” interesa el sorteo del mundial. Para que entre frases hechas “nos” contesten siempre lo mismo.

Antes que saber que opina un técnico sobre el grupo del Mundial, deberíamos preguntar que tiene para ofrecer el nuevo técnico, lleve el tiempo que lleve su elección. También es para destacar que es imposible que los sub 21 entrenen hoy juntos porque la competencia doméstica está en marcha.

Aunque no se debe perder de vista el eje de la discusión. El hecho de fondo. La CABB esta buscando un entrenador que, por experiencia y capacidad, presente un plan de gestión de selección. Que un dirigente acepte este hecho ya es un primer punto ganado por el bien del básquetbol argentino. En su momento, el dirigente tendrá la obligación de argumentar la decisión de acuerdo a las entrevistas realizadas.

Por último existe un párrafo que es de atención. Desde esta misma página se criticó la gestión de Rubén Magnano. La gente tomó su partido: Si ganas, no hay critica posible, si perdés, no servís para nada. Hay un hecho que quisimos plantear pero no se vio, “si ganas, aún podes mejorar”.

Decía en la parte final de su discurso el controvertido pero nunca indiferente, Fidel Castro, en su visita a la Argentina: “Debemos entender que un mundo mejor es posible, pero existe una instancia superior, cuando lleguemos a un mundo mejor, inmediatamente debemos pensar que un Mundo mejor es posible”. Brillante.

Por eso la crítica debe existir en los momentos de gloria. Y si algo estuvo mal (o muy mal) en la gestión de Magnano fue su relación dictatorial, y su cínico “De esto no voy a hablar, de esto si”. La selección no es un juguete de nadie.

Otra vez, citando las palabras de Luis Martínez vemos que la indeferencia hacia la gente, es visto por ciertas esferas como un hecho que enaltece: “…considero que el elegido debe tener una baja exposición pública, como la que tenía Magnano -es decir, hablar poco y trabajar mucho-, y, fundamentalmente, mucho liderazgo”.

Baja exposición pública si, pero no confundirse con “haga lo que haga, no pienso dar explicaciones”. Debe trabajar mucho y dar todas las explicaciones del caso.

La dirigencia de la CABB tomó la decisión primaria de la consulta. A pesar que ellos mismos tienen sus candidatos, primero escuchan. Ya se reunieron con Enrique Tolcachier, el viernes al mediodía con Sergio Hernández (quien fue crítico del sistema de elección), el miércoles lo harán con Oscar Sánchez y finalmente el jueves con Julio Lamas.

Sea quien sea el elegido, habrá sin dudas muchas voces en contra y a favor, pero habrá también una batalla ganada que es inapelable, a pesar de las voces oscurantistas del pasado: la batalla de la transparencia en la elección, que cambia el capricho por el proyecto en busca de un futuro mejor.

Pablo Tosal
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