Guerra de estilos

Uno de los problemas que encuentro como periodista de básquetbol es hacerle entender a mis amigos futboleros que ocasionalmente ven básquetbol justamente que el fútbol y el basquet son muy diferentes. Se podrá decir que mantienen la matriz en común: deporte en conjunto por oposición. Perfecto, es verdad, después de eso, son disímiles hasta para analizarlos.

Sin embargo, hay una raíz que se mantiene inalterable en cada disciplina por más que se mueva el cielo: el resultado final lo deciden los hombres. Digamos ante la misma táctica enfrentada, ¿quien gana?. “El resultado perfecto es el 0 a 0”, dijo el técnico de fútbol, Carlos Bilardo. Estoy en desacuerdo, pero eso es material de otra redacción, ahora preguntemos algo superior ¿Y en basquet?

En la edición de ayer del diario La Nación, el periodista Miguel Romano le hizo una oportuna nota al técnico de la selección nacional, Sergio Hernández. El título de la nota, extraída de una frase del técnico, ya era toda una obviedad al problema universal de quien es quien en este mundo: “La Argentina tiene estilo propio”.

La frase sobresaliente de dicha nota es la siguiente, según decía Sergio Hernández: “Encontramos el equilibrio entre el ritmo audaz de posesiones cortas y el juego más pausado, bajando la cantidad de pérdidas y buscando un pase más. Y no fue difícil adaptarme porque estos jugadores ya tienen el chip incorporado y saben cómo se debe jugar. Creo que después de muchos años se puede decir que la Argentina tiene un estilo propio, bien definido, que es el que le dio grandes resultados. Después de la medalla de oro todos están convencidos de cuál es el negocio y no me costó esfuerzo conseguirlo. Saben que lo mejor se consigue defendiendo muy duro y siendo solidario“.

Decir que Argentina encontró un estilo con estos jugadores, es correcto. Digamos si los doce integrantes de la selección olímpica juegan en Italia y España y en dichas liga se práctica el básquetbol más lento y amarrete del mundo, por ende, a los talentos individuales de cada jugador solo había que adosarles la disciplina táctica que ya sus cotidianas vidas europeas llevan en cada uno.

El deporte tiene algo muy especial y muy llamativo: desnuda dentro del campo de juego quien es quien… pero en la vida. Se juega como se vive.

Cuando Emanuel Ginóbili llegó a la NBA lo primero que notó como gran diferencia al primer mundo europeo es que la mega estrella Tim Duncan entraba en calor saltando los cables de la TV, cuando en Italia, el periodista que pisa el campo de juego era deportado a África. Los yanquis montan un show en movimiento. Los europeos hablan otro idioma…

“Así les fue a los yanquis en los últimos años” dirán todos al unísono los mercaderes de los resultados. Son los mismos que se emocionan porque Emanuel Ginóbili fue campeón de la NBA. Una cosa o la otra. Se defenestra al Dream Team y con ellos a la NBA, o se venera todo, incluso las derrotas de la selección yanqui. Lo contrario es discurso puro. Y ya sabemos que desde que Aristóteles estudió el arte de la retórica, casi todo se puede argumentar. Dios y el Diablo incluso.

Así, caemos en el mundo del básquetbol con grandes frases como: “Sergio Hernández ni ningún técnico pueden jugar a correr y tirar en el ámbito internacional”. “El modelo internacional es el de 5 contra 5”. Brillante. Emocionantes discursos de los defensores del 65 a 60.

Luego, claro aparece una selección brasileña que tiene un sello particular desde que Naismith inventó el básquet: tirar a la carrera desde lejos (a la brasileña) salen campeones del pre mundial con ese estilo, pero curiosamente no es el que mundo adopta.

¡¿Qué han ganado los brasileños?!! Pueden vociferar algunos. Mejor aún, sería la respuesta ¿Qué no han perdido?!. Repito: No caigamos en el lugar fácil de la comparación con el fútbol, que ofreciendo la más hermosa demostración de destreza son por lejos los mejores del mundo, por arriba de los picapiedras amantes de las tácticas.

Los secretos bien guardados de los técnicos pronto serán revelados. Quizás alguien cuente que la mejor táctica del mundo en básquetbol tiende a dejar al mejor jugador del equipo, en la posición más cómoda y libre para convertir. Eso significa que si mi mejor jugador tira a la carrera de tres puntos, mi táctica será irremediablemente esa.

No habrá oportunidad entonces de equivocarse con la sentencia: cada selección juega según el material humano que tenga y la confianza que se tenga de sí mismo. Dentro del marco lógico del orden que toda función equipista impone. Jugar más lento no es jugar mejor… es jugar más lento.

Un equipo marca zona y el rival la ataca con 2/21 en triples. ¿La atacó bien o la atacó mal? Puede que los tiros tomados no sean salidos de sistemas propios ni con balance perfecto, pero seguramente fueron tiros limpios. Muchas veces se resuelve lo siguiente: si la ataca con 14/21 en triples lo hizo bien, si el porcentaje es malo “no tuvo recursos contra la zona”. Dios mío, cuantas palabras.

Existen varias formas de juzgar un trabajo. La más sencilla es por resultado. Soy de los que piensan que en básquet el resultado se aproxima mucho a la realidad. Si se ataca una zona con 2/21 en triples es porque hay que entrenar el tiro de tres puntos, no el ataque a zona. No debe existir nada más difícil que el atrape al pick and roll en el eje de cancha. Inmarcable. Sin embargo hay muchas situaciones que son atrapadas en el eje. ¿Que hay que hacer? ¿Despedir al técnico?.

El jugador es el que resuelve siempre. Siempre. Leandrinho resolvió un torneo él solito. Argentina jugando su ritmo “Clink caja” modelo europeo iba fenómeno. Cuando apareció la destreza de Leandrinho el castillo de naipes se derrumbó.

Por caso, Italia eliminó a un enorme Lituania en las semifinales de Atenas 2004 con 18/28 en triples (64%). A decir verdad, sin Oberto y contra Lituania ganar la final hubiese sido una montaña empinada. Pero, Italia sacó de la final a Lituania jugando a lo que creía estaba bien. Luego en la final Italia lanzó 11/31 en triples (35%) y aquí es donde los hombres sabios querrán poner el índice en la buena defensa argentina. Aquí es donde me levanto y me voy.

Se pueden tejer maravillas tácticas pero primero se cree y luego se ejecuta. Digo como corolario de esta larga perorata. El problema no es el estilo, el problema es como se desarrolla con el material que uno cuenta.

Así Argentina deberá estar en paz con lo que piensa a futuro, su juego debe ser los que sus jugadores puedan jugar. Es estilo campeón olímpico no existe más que por sus circunstancias. De lo contrario viviremos atados al pasado negando la posibilidad de la creación de un futuro mejor.

Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar