El más grande deportista argentino del momento sigue levantando admiración en tierras ajenas. En la noche de la coronación de los Spurs, Ginóbili recibió la mayor ovación en la ceremonia de entrega de los anillos previo al debut con Denver.
Imposible no emocionarse cuando en la entrega de anillos del campeón de la NBA la ovación más grande es para un argentino. Ahí está nuestro Manu Ginóbili otra vez, encargándose de hacer historia con la naturalidad de siempre. En la lista del anuncio del plantel, los dos últimos nombres que se escucharon fueron el del bahiense y el de Tim Duncan.
Juliana Hawn, la esposa de Peter Holt, el director de San Antonio Spurs, fue la encargada de repartir los premios luego de que Mike Philips tocó el himno norteamericano en un solo de saxo. Manu también es una de las principales figuras en las imágenes en las que se recuerda la última conquista (junto con Duncan y Tony Parker). La gente delira, especialmente cuando se muestra una serie de jugadas en las que el argentino cae aparatosamente tras penetrar, anotar y recibir una infracción.
Ver los anillos alcanza para entender por qué se habla tanto de ellos. Esta vez son negros, con un fondo dorado donde se encuentran el logo de los Spurs e incrustaciones de diamantes. La franquicia, además, les hizo una réplica (menos costosa, por supuesto) a todos aquellos simpatizantes que compraron el abono para toda la temporada.
Antes de la fiesta, Manu Ginóbili contó: “El primer anillo lo tengo guardado en mi casa, junto con la medalla dorada de los Juegos Olímpicos. No los puse a la vista porque? [sonríe], tengo miedo de que me los roben. Por ahí entra gente desconocida en tu casa para hacer un arreglo, ¿viste?? y, uno nunca sabe? No es tan fácil conseguirlo como para perderlo”, afirma, con cierta picardía. Acerca del valor sentimental del trofeo, el bahiense agrega: “¡Uf!, es imposible ponerle un número. Para mí, por ejemplo, tiene más valor el segundo porque me parece que costó más y porque me sentí más partícipe, más protagonista”.
Apenas dura 20 minutos la ceremonia. Arranca el partido contra Denver y la primera buena noticia es que Manu es titular. Ya está mejor del golpe que sufrió en el muslo derecho durante un entrenamiento. Y los primeros puntos del año para los Spurs llegan con un doble suyo. Otra vez ruge el SBC Center: “¡Olé, Olé, Manu, Manu!”. Inolvidable.
“Cuesta meterse en el partido después de la fiesta -había anticipado Ginóbili-. Uno tiene que tranquilizarse. Viene de mucha exaltación, la gente grita, se pasan las imágenes de la temporada anterior por la pantalla gigante. Todo eso te conmueve.”
Pero esta temporada tiene otra particularidad. Por primera vez dos argentinos comparten el mismo equipo. Antes del encuentro, Fabricio Oberto estaba tan nervioso como siempre: “Espero no hacer un papelón como el que hice cuando debuté en la Liga contra Ferro, en Caballito. No sabía dónde estaba ni para dónde correr. Tengo los mismos nervios de aquel día en que debuté con Atenas. El día que no sienta esa adrenalina antes de jugar, me retiro”, se sinceró el pivote.
Pese a todo, se mostró de buen humor. Faltaban apenas minutos para la acción; Ginóbili pasó frente a Oberto y, ante la pregunta sobre cuál fue el pedido más insólito que le hizo su compatriota mientras se acostumbra a la nueva ciudad, Manu reveló: “Me preguntó dónde podía comprar una guitarra”. Oberto, que está ubicado en el rincón más lejano del vestuario, explica: “En España teníamos un grupo musical con el Yacaré [Federico Kammerichs]. Mientras él toca, yo canto. Pero acá todavía no hice mucho”.
A su lado está Bruce Bowen y enseguida se suma a la charla (habla algo de español, ya que está casado con una cubana): “Manu me dice que toca bien, pero cada vez que me lo dice cierra un ojo. De los argentinos a mí me gusta Diego Torres”, sorprende el alero norteamericano. “Pero ya le hice escuchar a Rodrigo y le gustó”, agrega Oberto, que al parecer no tuvo problemas para adaptarse al equipo. Le preguntan con qué se conformaría en su primer juego y su respuesta no sorprende: “Con que el equipo gane”. El mismo espíritu que llevó a seis argentinos a la cima del basquetbol. Una NBA cada vez más criolla.
Oberto, otro orgullo argentino
El cordobés Fabricio Oberto se convirtió anoche en el sexto argentino que llega a la meca del basquetbol mundial.
El pivote, nacido en Las Varillas, con la camiseta número 7 de San Antonio, ingresó cuando faltaban 2m17s para terminar el primer cuarto del partido contra Denver. Lo hizo en lugar de Tim Duncan y enseguida tomó un rebote y anotó un doble para su equipo, tras una asistencia de Robert Horry.
Pepe Sánchez fue el primer argentino que jugó en la NBA (por una diferencia horaria, ya que le tocó estar en la Costa este de los EE.UU., en Nueva York), pero el mismo día también se presentó Rubén Wolkowyski.
Una multinacional
San Antonio, con siete foráneos, será este año el plantel con mayor cantidad de extranjeros: Tim Duncan (Islas Vírgenes), Manu Ginóbili y Fabricio Oberto (Argentina), Tony Parker (Francia, pero nacido en Bélgica), Rasho Nesterovic y Beno Udrih (Eslovenia) y Sean Marks (Nueva Zelanda).