A Boca lo guía un duende

Impotencia. El único adjetivo que calificaba a Boca Juniors en la noche de ayer en el colmado estadio de Once Unidos era “impotencia”. A Falta de 4.30 para el epílogo del partido la diferencia favorecía al cervecero y todos nos apurábamos para sacar pasaje para el domingo en caballito para el quinto juego. Era imposible que Boca levantara la diferencia, primero por la solidez de Quilmes y luego por la propia impericia de Boca, que a esa altura era una sombra.

Es necesario empezar por el final porque todo el partido sólo fue la excusa para ver al jugador más determinante de la Liga Nacional hacer maravillas en una cancha y guiar a su equipo a la victoria. Quinteros se valió de tres aspectos fundamentales, a saber: su enorme corazón, puro talento y un estado físico impecable.

La imagen todavía es fresca muy clara y precisa. Carlos Duro, el técnico de Boca pidió “minuto” con su equipo hundido en el ostracismo. Quilmes ganaba 69-57. Restaban 4:30 para el quinto juego de la serie. Nadie creía en el milagro que Boca pueda ganar, nadie claro salvo Quinteros. El coach mandó a sus tres jugadores más temperamentales a la cancha: Quinteros, Malara y Leiva junto al base más determinante, Cequeira, y el mejor extranjero, Williams. Lo ponía todo.

Los hinchas de Quilmes hasta allí estaban “pipones” por haber visto una defensa excepcional. Quilmes se había puesto el overol en el minuto cero y laburó con un amor propio y una contracción a la lucha envidiable, digna de ganar un partido. ¿Cómo podían perder ese partido?

El juego del básquetbol ayer dio otra cara lección en un partido determinante: se gana convirtiendo más goles que el rival. Quilmes pudo realizar la mejor defensa del torneo, pero se quedó sin gol los minutos finales. Boca aprovechó para acercarse y metió un parcial final de 14-2 para empatar el partido.

Incluso la última bola fue una síntesis de la suerte de Quilmes para atacar. Con el partido empatado en 71 Pablo Gil tomó un tiro de tres puntos, el rebote largo le quedó a Leandro lauro que lanzó un doble de 5 metros y medio, la pelota picó en el aro y dio un rebote corto que fue “cacheteado” en soledad por Pedro Calderon, sonó la chicharra final del partido y la bola dio dos vueltas en el aro y salió. “Ni el tiro del final te va a salir”.

En el primer suplementario, Quinteros otra vez se tornó protagonista, entre dos equipos que se desgastaban en defensa. Quilmes no pudo o no supo poner la bola en el juego interior y sacar ventajas. Su ofensiva se trabó del todo y Boca realizó una defensa increíble, extendiendo la presión toda la cancha y provocando importantes pérdidas en el local.

Desde el primer suplementario se notó una diferencia esencial entre los dos equipos. Boca tuvo a lo largo de la serie una rotación más larga del banco de suplentes y llegó enterito físicamente a la recta final. Quilmes en cambio tenía a un Wilson agotado, con dolor en su tobillo y el resto más cansado que vivo. Malara, Cequeira y Quinteros “volaron” al lado de los jugadores quilmeños, por capacidad atlética tomaron numerosas segundas instancias y en el segundo tiempo suplementario ya barrieron todas las ilusiones.

Sabiendo que Quilmes no podía más, Boca apretó el acelerador en defensa, a conciencia que ese era su momento en el partido y generó que Quilmes no convirtiera puntos en todo el suplementario final. Los 5 puntos que el local hizo los consiguió en los 30 segundos finales cuando la derrota ya estaba consumada y sólo decoraron el resultado.

El técnico de Quilmes, Alejandro Mangone, tomó la decisión que Patrick Savoy no juegue en todo el partido, aunque el ala pivote estaba cambiando e incluso jugó 15 segundos en el cierre del primer tiempo. Tal vez Savoy hubiese sido de utilidad ante la merma física del plantel, pero quedará para el terreno de la especulación. El Coach asumió la responsabilidad de ganar o perder sin él.

El partido es una analogía perfecta de lo que fue Quilmes en la temporada, problemas internos como Savoy sin jugar por penitencia, lesiones que maltratan a los jugadores como el tobillo de Wilson y la columna de De la Fuente, una defensa sacrificada, solidaria y una ataque anémico carente de juego asociado y por último la suerte esquiva que mira para otro lado como el palmoteo de Calderón para ganar el partido que dio dos vueltas al aro antes de salir.

Boca Juniors que sufrió 36 minutos, que lució perdido en la cancha, que abdicó ante una defensa impecable que lo maniató tuvo como virtud divina no entregarse nunca. Si algo debía demostrar Boca es hambre, ganas de ganar. El espíritu de jugadores que lo han conseguido todo a nivel nacional sigue de pie. Por su puesto que con Quinteros todo es más fácil.

El entrerriano esta en la cresta de su carrera. Determinante por movimientos físicos y talento, pero también por capacidad mental, madurez y temple. Se puso un equipo completo al hombro y lo llevó a la victoria.

Síntesis
Quilmes (71) (80) (85): Leandro Lauro 4, Pablo Gil 21, Byron Wilson 20, Pedro Calderón 11, Claudio Chiappero 14 (FI); Juan Pablo Sánchez 8, Esteban De La Fuente 5, Esteban Pierdominici 2, Patrick Savoy 0 y Facundo Piñero 0. DT: Alejandro Mangone.

Boca Juniors (71) (80) (96): Diego Alba 0, Paolo Quinteros 37, Fernando Malara 7, Kenneth Williams 17, Martín Leiva 6 (FI); Matías Sandes 0, Luis Cequeira 16, Anthony Bishop 11 y Fernando Funes 2. DT: Carlos Duro.

Parciales: 24-15, 39-35, 58-47 y 71-71.
Arbitros: Diego Rougier y Gabriel Tarifeño.
Estadio: Once Unidos.
Público: 2100 personas

Pablo Tosal
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