El gran salto

No es objetivo de esta nota hacer un análisis del dirigente deportivo modelo 2006, pero es necesario dedicarles unas líneas, que ya hemos hecho repetidas veces en esta página, para poner un punto claro en el génesis del problema.

Los clubes siguen siendo Sociedades sin Fines de Lucro y es importante que así continúe la historia, por el rol primordial que ocupan en la sociedad. Por ende su comisión Directiva debe ser ad Honoren. Gente voluntariosa y con capacidad que emprende cruzadas para mantener en pie una institución.

En modo alguno queremos que se termine el romanticismo que el club implica. La película “Luna de Avellaneda” pinta un fiel reflejo del amor que siente un dirigente por un club. La historia esta llena de ejemplos de personas que han dejado su patrimonio y su vida en pos de la vida de un club.

Pero la ecuación: Trabajo personal – vida particular – quehaceres de un club, no es una ecuación que funcione cuando se trata de una deporte profesional que tiene como sostenes presupuestos que van del millón doscientos mil a los dos millones y medio de pesos.

Parece demasiado esfuerzo para un comerciante, profesional o empresario que salga de su tarea cotidiana para verse envuelto en los “problemas” que significa “armar” un equipo de liga nacional. Aún teniendo un buen presupuesto para gastar suele ser engorroso primero y siempre deficitario.

La Liga Nacional desde hace un largo rato que abandonó el romanticismo del comienzo. Su estructura comercial – financiera, requiere de funciones específicas (como los equipos necesitan un base y un pivote) para atender las exigencias del mercado.

Los dirigentes deportivos pueden estar capacitados o no. Conocer el mundo del básquetbol (los menos) o ser simple seguidores-entusiastas (los más) pero en estas líneas no se pretende discutir el grado de conocimiento sino la disponibilidad horaria para un trabajo que requiera de cinco sentidos y 25 horas por día de dedicación, como lo requiere cada proyecto que uno desee que salga bien.

Allí aparece la figura de Manager General con potestades ejecutivas. Si se considera que tener un manager es llamar por teléfonos, organizar reservas de hoteles, horarios de entrenamientos y alquiler de micros, el mismo trabajo lo podría hacer digamos… mi mamá desde su casa.

Las potestades de un Manager General deben ser amplias y especificadas por contrato, con objetivos a cumplir y explicaciones que dar en determinados períodos. El régimen verticalista de toda estructura supone algo como: Comisión Directiva – Sub comisión de Básquetbol de Liga Nacional – Manager General – Cuerpo Técnico y asesores (Prensa – auxiliares) – Jugadores.

Los presidentes de los clubes y los secretarios generales son los que legalmente tienen la obligación de firmar los contratos de cada jugador. No es cambiar la firma, es cambiar el operador de la transacción.

Los Manager jerarquizados y profesionales en principio contendrían la voluntad de los dirigentes pasionales de pagar sobre precios por los jugadores a la hora de armar un nuevo equipo. Un par de buenas operaciones por no pagar sobre precio le costearía al Manager su salario de todo el año. Es decir el Manager se paga sólo.

Poco les cuesta a los agentes de jugadores que viven de esto, que hace años que están en la Liga que sueñan y respiran básquetbol de Liga Nacional, dominar a los dirigentes. Luego los directivos se quejan, pero ya es tarde.

La idea más sensata para los directivos Ad Honoren de los clubes es sentarse en la platea del estadio a ver a su equipo para disfrutar, sufrir o gozar y luego terminada la temporada recién entonces emprender un análisis de la función del Manager. Tal vez un proyecto inicial de dos años sería ideal para un trabajo con proyección de futuro.

Aunque hay algo notable e inevitable en nuestra sociedad exitista y pasional. Argentino como somos, los dirigentes con mucha, poca o nula capacidad tienen un hilo en común que los emparientan: adoran salir en la foto. Y esto es decisivo.

¿Por qué habrían de meterse en un problema cotidiano que por lo general trae más problemas que alegrías? ¿Por amor?. Es muy difícil que el juego del poder no seduzca. En realidad todo hombre con plata quiere Poder. Y todo hombre con Poder, quiere más Poder. Por lo tanto, delegar todo en manos de un desconocido, que ni siquiera es hincha del club (es mejor que no lo sea) suena a descabellado para los propios directivos.

Tiempo atrás hablamos en Pick and Roll del “ciclo” de los dirigentes deportivos en el básquetbol de liga. Salvo raras excepciones llegan con voluntad de ayudar, en virtud del desconocimiento del mercado comenten mil errores. Como el conocimiento dirigencial es empírico (prueba y error) una vez que saben lo suficiente para hacer valer su experiencia se cansan y se alejan, sin dejar legado, ni escuela, ni proyecto. Se llevan todo como el viento. Este ciclo (llegar con entusiasmo e irse saturado) dura aproximadamente entre cinco y siete años.

La pregunta que a esta altura surge inevitable es ¿Quiénes son las personas en condiciones de ser Manager General?. La liga nacional con más de 20 años de historia ya empezó a dar emblemas del juego como entrenadores (Richotti, Romano, Cadillac, Oroño, Mario Milanesio), por lo tanto también hay una importante porción de ex jugadores que conocen el juego, el mercado, los agentes, la interna y que pueden capacitarse (o ya lo han hecho) en el mundo del marketing empresarial. Al revés (profesional de Marketing insertado en el básquetbol) es posible pero más difícil.

La Liga Nacional requiere muchos aspectos importantes para trata en breve: nueva infraestructura edilicia, en su mayoría los estadios quedaron chicos y obsoletos para seguir creciendo, el tema de los Manager Generales, la reestructuración de los pases de los jugadores con pertenencia de los clubes y un largo etcétera.

Los clubes deben dar pasos decisivos en el futuro cercano para detener la caída y comenzar la verdadera idea de futuro. Una liga Nacional que ha maravillado al mundo merece una nueva oportunidad en vez de un horizonte incierto.

Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar