El “respaldo” del equipo

Si algo queda claro tras haberse disputado ya siete encuentros en este XV Campeonato Mundial de Basketball Japón 2006, es que desde conducción técnica de la Selección Nacional se entiende al básquet como un juego de conjunto. Pero esta característica excede las medidas reglamentarias del rectángulo y se hace extensiva a cuestiones de planificación previa, fundamentales para lograr una optimización de los recursos basquetbolísticos y el consecuente perfeccionamiento del volumen de juego a escala grupal.

En la planificación comienza a tomar trascendencia el trabajo de los asistentes técnicos. Tanto Gonzalo García como Enrique Tolcachier, realizan scouting que permiten a los planteos posteriores de Hernández ser acordes a particularidades y a la magnitud de los adversarios que se enfrentan. Hasta el momento, el cuerpo técnico argentino “leyó” cada uno de los juegos disputados de manera inmejorable. No tuvo errores tácticos y en ninguno de los casos se vio superado desde lo estratégico por sus adversarios, más allá de la notable calidad de los jugadores que integran sus planteles.

Basándose en defensas combinadas, desgastantes e incisivas (con aceitados mecanismos de ayudas) Argentina recupera pelotas que le permiten “correr la cancha” hacia el canasto contrario a través de sus jugadores más veloces o bien llegar al gol a través de ataques pausados conducidos de manera soberbia por José Ignacio Sánchez.

El reparto en el goleo es otra de las claves de un equipo que juega en calidad de tal y que promedia 89.4 conversiones por encuentro, logrando a la vez “secar” a sus rivales ofensivamente a partir de la agresiva y estratégica actitud defensiva. Apoyándose en esta característica la Selección Nacional bajó los porcentajes medios de efectividad de Turquía, Nueva Zelanda, Nigeria, Venezuela y Serbia Montenegro, obligando a sus adversarios de turno a tomar opciones de tiro incómodas y restándoles de esa forma poderío en ataque.

Si bien es cierto que las conjeturas previas al inicio del torneo daban al equipo de Hernández como el favorito a obtener el grupo (pese al la discreta actuación en las presentaciones pre mundialista), resulta llamativa la autoridad con que éste se “sacó de encima” a los competidores directos en la pelea por llegar a octavos de final con un cruce favorable. La superioridad fue notaria, al punto que Hernández pudo poner en cancha a cada uno de los integrantes del plantel, dándole de esa manera descanso a los exponentes más destacados del equipo y minutos en el parquet a quienes menos responsabilidades asumen a la hora de cerrar los juegos.

A pesar que muchos presagiaban en la figura de Emmanuel Ginóbili la principal vía de gol del conjunto nacional, el perimetral de San Antonio no es más que “otra” pieza dentro de un mecanismo que hasta el momento no se vio resentido en ningún aspecto. Y este es otro mérito del cuerpo técnico que tiene a Hernández como Entrenador Jefe, que a su vez deja ver la capacidad e inteligencia de sus asistentes a la hora de plantear los juegos de manera acorde, repartiendo de manera equitativa los minutos en cancha de sus dirigidos y aprovechando de éstos sus aptitudes al máximo.

Más allá de la tranquilidad y la coherencia en la conducción del conjunto nacional, queda claro que en este cuerpo técnico resulta fundamental la tarea de los entrenadores de Regatas Corrientes y ex Atenas de Córdoba. Sus conocimientos y experiencias a nivel internacional (repiten en su condición de asistentes del equipo mayor y han tenido a cargo seleccionados juveniles) aportan de modo satisfactorio a la hora de encontrar puntos débiles en los rivales a enfrentar, más allá de contar en el propio plantel con enormes individualidades que ya metieron nuevamente al básquet argentino entre los cuatro mejores del planeta FIBA.

Por otra parte cabe destacar la coherencia de la CABB al mantener la estructura del cuerpo técnico, más allá del cambio obligado de Hernández por Magnano tras la decisión del cordobés de abandonar su cargo para pasar a dirigir en el básquet italiano a nivel clubes. Teniendo en cuenta las amplias diferencias, y en relación a la competencia local de la LNB (donde los proyectos a largo plazo y consecuentes son poco comunes), desde la Confederación Argentina se logra concretar un modelo a seguir, que respeta términos y condiciones contractuales más allá de los resultados y los nombres.

En este marco resulta paradójico que el actual entrenador de Regatas se haya ido “por la ventana” de Libertad de Sunchales en medio de la fase regular de la pasada temporada luego de adjudicarse la última edición del Torneo Súper 8. Y en la misma medida no deja de llamar la atención que Tolcachier no tenga club en el cual dirigir dentro de la nueva edición de Liga Nacional que se avecina. Cosas de nuestra competición local, a la que sin dudas le resultará muy difícil promover otra generación de “basquetbolistas estrellas”, teniendo en cuenta la realidad actual de las instituciones nucleadas en la Asociación de Clubes y el modo de proceder adoptado por la misma.

Gabriel Eugenio Martínez
Especial para www.pickandroll.com.ar