Se vive el clásico

Un super clásico se mide por la emoción. En la historia, es justo decirlo hubo encuentros entre Peñarol y Quilmes que no levantaron expectativa, al punto de juntar apenas 2500 personas en el Polideportivo por una Copa Argentina. Fueron las menos, pero las hubo.

De todos modos la historia nos regala hoy un punto de efervescencia muy particular. Más marcado por el lado de Peñarol, más prudente por el lado de Quilmes, pero sin dudas alentador para el espectáculo.

Antes de inundar la nota de datos fríos, siempre es bueno recodar porque esta vivo el basquet, más en la Argentina ¿por lo cómodo de sus estadios?, ¿por el nivel de juego?, entiendo que no, sencillamente por la pasión de la gente. Por eso está vivo el clásico.

Mientras Peñarol vive un dulce presente, Quilmes busca el equipo con algunos atenuantes. Es bueno repasar la actualidad de los dos equipos mientras se hace la vigilia para el clásico.

Veamos como se sustenta la euforia del milrayitas que tiene el mejor record de la Liga (6-1). Hasta aquí ha jugado sólo dos partidos fuera de casa: En el Capital ante Obras Sanitarias y en Bahía ante Estudiantes, casualmente los dos equipos que compraron plaza. El otro partido lo jugó como visitante según el fixture ante Quilmes pero bien sabemos que es su propia cancha con su gente, su banco de suplentes, su vestuario, etc.

De los cinco partidos que Peñarol disputó en el estadio Polideportivo gano cuatro y perdió uno. La cronología es la siguiente: 76-71 (Quilmes), (62-84) Boca, 99-88 (Ciclista), 90-75 (Madryn) y 80-68 (Comodoro). Salvo pasajes del partido con Gimnasia de Comodoro el equipo no lució. Siempre ganó con esfuerzos defensivos, apoyados en la enorme jerarquía de sus dos extranjeros: Josh Pittman, el mejor extranjero de la Liga, y Jason Osborne que creció muchísimo desde que comenzó la preparación.

En niveles de juego, Peñarol es uno de los pocos equipos que lastiman con el contraataque corriendo muy bien la cancha (el otro es Regatas). Peñarol suma en siete partidos un promedio de 79.9 pts a favor (58.4% en dobles, 34.7% en triples y 85.9% en libres) todos buenos porcentajes. Toma 31.6 rebotes por juego (13º en la liga) y reparte 12.9 asistencias (3º). Tiene 6.1 recuperos y 12.3 pérdidas.

A su vez le convierten 74.3 pts (49.3% en dobles, 33.6% en triples y 70.8% en libres). Le toman 30.3 rebotes y 10.3 asistencias. Sus rivales pierden 11.0 pelotas por juego y recuperan 6.4

Más allá del récord 6-1 tanto lo que deja ver en cancha como en los números no dicen gran cosa de Peñarol, entonces ¿Por qué gana?. Porque tiene una gran fe en si mismo. Porque Peñarol ha demostrado que es un equipo que se sabe ganador y esta en racha. Hay un mérito importante en el técnico, no en el aspecto táctico pero si en el psicológico.

Carlos Romano debe administrar muchos egos. Tiene 10 jugadores listos para saltar a la cancha y debe dejar conforme a todos. El técnico no tiene empacho en sentar a quien sea, se llame como se llame. Uno de los puntos fuertes es su dominio sobre “Paco” Festa y Sebastián Rodríguez. Un técnico con poca personalidad podría tener un gran problema allí y hasta ahora todo marcha sobre rieles.

La liga recién comienza y falta mucho rodaje para los 16 equipos. Peñarol tiene como virtud que ha mantenido el mismo plantel desde comenzó el primer entrenamiento en Agosto pasado. Aunque todavía le falta mucho, en la regularidad del equipo saca las mayores diferencias.

Un dato aleatorio al rendimiento de la temporada es el clásico en Si. En los partidos entre Peñarol y Quilmes cuentan otros argumentos que escapan a la realidad de cada uno. Pero eso será motivo de la previa de mañana.

Por su parte Quilmes va encontrado el equipo con buenos resultados. El cervecero tiene récord de 3-3 y en la suma general esta +1. Esto significa que ganó dos partidos de visitante y perdió uno de local. En realidad el partido que pierde es en el Polideportivo ante Peñarol. En el lugar donde busca edificar sus alegrías, en el estadio de Once Unidos, apenas jugó un partido: ante Estudiantes de Bahía Blanca y lo ganó 109-101.

Es curioso que un equipo, en teoría, con escaso poder de tiro perimetral como Quilmes tenga un muy buen golea a favor (84.3) entre los mejores de la liga, entendiendo además que jugó 5 de los 6 partidos fuera de Once Unidos. Quilmes ataque con 53.6% en dobles, 38.2 % en triples y 85.5% en libres. Toma además 33.0 rebotes por juego (11º) y reparte 10.8 asistencias. Finalmente pierde 13.3 pelotas y recupera 8.0.

Mientras que su rival ataca con 83.7 pts (52.4% en dobles, 42.6% en triples y 66.0% en libres), le toman 32.7 rebotes por juego, sufre 10.7 asistencias del rival y 8.3 recuperos mientras provoca 13.5 pérdidas. Son buenos números aunque ninguno determinante.

La dinámica de juego se caracteriza por jugar estacionado el mayor tiempo posible, dominar los tiempos a partir de la sapiencia de Sebastián Ginóbili y obligarlo al rival a jugar cinco contra cinco para dominarlo con su defensa. El crecimiento individual de Diego Brezzo fue la mejor noticia para su técnico que necesita compensar la lucha en el juego interior.

En el recuento de las derrotas, Quilmes cayó en el Polideportivo ante Peñarol (71-76) en un partido que es difícil argumentar porque perdió. Después en Madryn ante el Deportivo 105-92 en lo que fue probablemente su peor juego en la liga. Luego cayó en la bombonerita frente a Boca 87-80 en tiempos suplementario.

El equipo de Oscar Sánchez dejó dos veces en el camino la oportunidad de ganar partidos importantes, ante Peñarol en el clásico teniendo el desarrollo del juego dominado y frente a Boca ganando por 16 a falta de dos minutos para el cierre del tercer cuarto.

Esto abre la incógnita para un equipo que tiene mucha jerarquía en los cinco titulares y De la Fuente como para permitirse perder en el final partidos cerrados. Hasta aquí es el gran punto flaco del cervecero. Será por eso que el plantel en la noche de hoy, antes del juego, en vez de pensar en el rival de mañana, solo verán el video del partido con Boca. Quilmes busca despejar sus propios fantasmas corrigiendo los problemas de equipo.

A este análisis de los dos equipos le falta el otro 50%, el costado emocional. En los clásicos, como en el básquetbol cotidiano siempre tiene mucha incidencia la táctica y la estrategia, pero se juega en un gran porcentaje con los factores externos. Sobre esto se hará hincapié mañana en la previa, cuando el reloj ya vaya corriendo decididamente en busca del clásico de todos.

Pablo Tosal
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