El 1 no se borra

Todo hacía suponer que el partido del año sería un “toma y dame”, “hacha y tiza” o lo que Ud. quiere poner como analogía de un partido parejo. Pero el juego fue de un sólo equipo y las penurias del otro. Fueron 10 minutos de paridad por 30 de un dominio arrollador del milrayitas. ¿Por qué pasó esto?. Las conclusiones más rápidas invitan a pensar en dos cosas: Peñarol es un equipo que esta maduro y listo para jugar para salir campeón. Quilmes, por el contrario, no fue digno de tener el número uno.

El marco fue sencillamente impresionante. Un partido merecedor de una final, el color, la gente, el calor. El espectáculo luego lamentablemente no devolvió la expectativa (anda a contarle a los hinchas del espectáculo, que solo gozan o sufren) pero este partido era más que Quilmes- Peñarol. Era el uno contra el dos.

Las impresiones que quedan grabadas del partido son:

* Peñarol hizo que el segundo de la tabla y candidato al uno, pareciera un equipito.

* Quilmes salió muy inocente a jugar un partido vital.

* Mientras hubo partido, Pittman fue determinante.

* Quilmes no pudo en toda la noche defenderlo a Peñarol dos ataques seguidos

* Por el contrario no convirtió dos ataques seguidos.

* La mentalidad ganadora de cada individualidad milrayitas hace parecer al equipo invencible cuando están todos en esa sintonía.

* A Peñarol le salieron todas.

* A Quilmes no le salió ni nada.

Treinta y un puntos de diferencia no existen entre el primero y el segundo, salvo en el partido de anoche donde increíblemente Quilmes jugó mejor los primeros diez minutos, y sin embargo perdió el parcial por dos: los argumentos son sencillos. Primero Peñarol tomó 4 segundas instancias y las transformó en gol. La carencia de rebote en su propio tablero de Quilmes fue alarmante y segundo, los tres dobles con faltas que convirtió Peñarol. Quilmes metía la mano como queriendo no incomodar el tiro del rival.

Peñarol aprendió la lección del último clásico en diciembre pasado y salió a jugar cada pelota como la final del mundo, en cambio Quilmes encaró al partido como un espectador. La gran diferencia fue de actitud.

Quilmes, prolijo, salió con el libreto en la mano. Poste bajo, circulación del balón, ofensivas estacionadas, tiros cortos, balance defensivo. Peñarol salió con el corazón en la mano. Un tiro de 6 metros de Pittman sobre la marca, cero juego de sus bases, falta de peso interior y todo Pittman para sobrevivir.

Sin embargo cuando terminó el primer cuarto terminó el tanteador decía: Quilmes 20 – Peñarol 22. Eso ocurrió cuando Quilmes jugó mejor, después cuando Peñarol fue superior el tablero fue escandaloso.

En el segundo cuarto el partido se abrió de manera decisiva. De manera impensada Quilmes cambió el libreto y tiró todo por la borda. Peñarol presentó una defensa zonal de frente par, que ajustaba según Quilmes presentara su ofensiva. Con la agudeza mental impecable para ejecutar la estrategia, Peñarol sacó réditos perfectos de su defensa. Primero porque contó con la energía suficiente para marcar, bloquear el canasto propio, no permitir segundas instancias, y luego se despertaron los tiradores. Un triple de Pittman, otro de Locatelli, dos de Muruaga.

Es curioso, pero José Muruaga por caso, llegó al clásico en franca decadencia: 6/35 en triples (17%) en los últimos 13 partidos. Pero la confianza para jugar al clásico agranda a todo el plantel. Se nota. Muruaga tomó (y metió) los dos primeros triples como en el patio de su casa. Luego terminó el juego con 3/3. Esas diferencias son las que hacen un partido. Porque primero fue Pittman, pero después Locatelli tomó un triple sobre la marca, mal parado y sin cortina (y lo convirtió). Y cuando hubo de jugar poste bajo, Osborne de espaldas al cesto, se divirtió con sus marcas.

Perdiendo sólo por dos, Quilmes confundió los caminos y cambió el ritmo prolijo por uno más de intercambio de pelota, permitiendo que Peñarol pueda correr a cancha abierta. Se quedó sin gol (cinco minutos sin convertir) y lo pagó muy caro. Peñarol se fue arriba por 18 cuando terminó el primer tiempo.

Hubo un detalle llamativo. Es difícil que al básquet se juegue sin base. Pero en el partido de la Liga Nacional 06/07 que el uno y el dos de la tabla se disputan la punta fracasaron los cuatro bases (dos de cada equipo) en el mismo juego (¿bienvenido básquetbol moderno?). Quizás este dato hable muy bien de Peñarol como equipo, que en una noche sin brillo de Rodríguez o Festa funcionó como equipo igual.

Con el partido en manos enteramente del líder de la liga, Quilmes tenia la misión de cambiar el espíritu para el segundo tiempo, abandonar la tibieza mostrada para sacar los dientes, pero nada de eso pasó. Peñarol con una autoridad sin reproches, digna de una gallardo puntero no lo dejó reaccionar nunca. La diferencia en el resto del juego no hizo más que ampliarse.

No bien comenzó el tercer cuarto ya se instalaron los 20 puntos de diferencia (28-48). Desde allí Peñarol dominó a voluntad con su dupla de interiores (Míkulas 10 pts y Osborne 9 pts) que manejaron los tiempos a su antojo. Quilmes lo intentó con todas las formaciones posibles, cuatro perimetrales y un grande, tres grandes y dos perimetrales. Pero no metía ni los tiros libres.

El partido llegó al último cuarto totalmente desvirtuado. El partido abierto por 19 puntos para Peñarol y la certeza que jugando así Quilmes necesitaría de otro partido para alcanzarlo, porque en este, ni en sueños. Encima como frutilla del postre, en el segmento final el equipo de Carlos Romano se despechó con un show de goles de toda índole. Pittman fue una saeta que debió dejar una foto para que lo vean. La secuencia fue: un doble (giro y contra giro), otro más (freno y tiro), un triple (abierto) otro triple (sobre la marca) y un triple mas (también abierto sobre la izquierda). Demoledor.

El cervecero salió a jugarse el todo por el todo con 0/5 en triples ¿?. Imposible. No era justamente la noche quilmeña, que fue puro marco y nada de equipo. La foto que grafica el final del partido fue: un triple de Locatelli cayéndose, mientras Quilmes no podía meter un triple ni a pie firme.

El partido se fue con un atronador canto de euforia de un lado y la digna despedida de un público completamente defraudado. Peñarol jugó por el uno, jugó para campeón y ganó, Quilmes faltó a la cita. Quizás vislumbrando una revancha cercana.

Síntesis
Peñarol (97): Sebastián Festa 0, Juan Manuel Locatelli 16, Josh Pittman 31, Gabriel Mikulas 17, Jason Osborne 19 (FI); Sebastián Rodríguez 0, José Muruaga 9, Matías Pelletieri 2, Marcos Mata 3, Alejandro Diez 0, Nicolás Lauría 0. DT: Carlos Romano.

Quilmes (66): Sebastián Ginóbili 13, Javier Martínez 10, Ramzee Stanton 13, Chukie Robinson 8, Pedro Calderón 9 (FI); Juan Pablo Sánchez 3, Agustín Carabajal 6, Diego Brezzo 2 y Esteban De La Fuente 2. DT: Oscar Sánchez.

Parciales: 22-20, 46-28, 71-52
Árbitros: Alejandro Chitti – Fabricio Vito
Estadio: Polideportivo Islas Malvinas (6500 espectadores)

Galería de Imágenes (640 x 480 pix): Pedro Calderón, Josh Pittman, Javier Martínez, Hinchada de Quilmes, Hinchada de Peñarol, Festejos Peñarol

Fotos: Majo Gil
Crónica: Pablo Tosal
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