Corazón de campeón

El polideportivo vibró desde el cemento por primera vez en la temporada fuera de un clásico. Y no tiene que ver con la cantidad de gente (que por suerte colmó el estadio), sino con la intensidad con que se vivió el juego. Hoy cada hincha de Peñarol perdió un año de vida, pero valió la pena, porque el esfuerzo en cancha se pagó con una victoria. Atenas también mereció mejor suerte y no es un acto panegírico con los cordobeses, es la verdad.

Si el espectáculo fue tan bueno fue por su emoción en el desarrollo y por lo imprevisible del resultado, la moneda cayó del lado marplatense pero el juego pagó la entrada.

El segundo juego de la serie salió de lo más raro. La única manera de contarlo (de ninguna manera esta nota puede guardar la emoción del partido) es ordenarlo por cronología. En el primer cuarto Atenas realizó un imposible: que Peñarol anotara solo 10 puntos en el parcial. El número uno de la serie regular tiene 82.7 puntos a favor de promedio en el polideportivo en la segunda fase. Sus porcentajes son normales y encuentra gol con facilidad.

El técnico de Atenas, Medardo Ligorria, eligió una formación inicial diferente, buscando equilibrar (hacia abajo) la talla de su oponente. Por eso Marcus Fleming fue de ala pivote, mientras Lábaque, Figueroa y Malara completaron la media cancha.

Peñarol fue más en los primeros 5 minutos con Osborne otra vez como estandarte ofensivo para un parcial 10-7. Pero Carlos Romano decidió preservarlo en el banco, para dosificar los esfuerzos de su estrella. Desde la salida de Osborne en adelante comenzó la debacle.

La defensa de Atenas primero comenzó en individual pero rápidamente pasó a una zona 2-3, de muy buen movimiento y rotación. Peñarol se encontró con una respuesta inesperada: no halló el aro desde lejos, erró los primeros 4 triples y todo se cayó a pedazos.

La zona de Atenas fue infranqueable con un doble mérito, forzaba a un mal tiro y protegía su canasto. Peñarol atacó a un solo tiro y la visita, rebote en mano, pudo correr la contra. Así pasó al frente y se distanció hasta 10-25 con un parcial 0-13 siendo Fernando Malara el increíble líder anotador con 14 puntos en el segmento. Atenas gozaba de una salud perfecta en ataque.

El segundo cuarto comenzó con un parcial 0-7 para Atenas que lo alejó en el tanteador 10-27 (máxima) y el entrenador de Peñarol seguía con los cambios para dar en la tecla con el equipo que brinde soluciones o el jugador que se despegue del resto, pero no hubo nada. En la rotación cordobesa Cristian Romero y Terrel Taylor aunque no mucho, rindieron lo suficiente para dar una gran mano. Peñarol achicó a 12 (17-29 a falta de 5.00) despertando por primera vez de la mano Pittman pero un minuto de Ligorria frenó el ímpetu del local, para tomar otra vez distancia (17-33).

Con el partido 22-35 (a falta de 1:32), cuando Romano ya había probado con Pelletieri y Ale Diez, hizo su debut Fernando Calvi en Peñarol. Así mismo, peleando, conciente que el juego de pases no aparecía, ni los triples (0/7) Mikulas forzó la sobrecarga del tablero rival y logró el descuento sobre el final de primer tiempo (26-35).

Hasta que llegó la curiosa jugada del final de cuarto. Juan Pablo Figueroa tenía que lanzar dos libres con sólo 8 décimas de segundo por jugar para terminar el primer tiempo. El coach Carlos Romano discutió cara a cara con el árbitro Diego Rougier quien le bajó un técnico. El pitazo le daba dos libres más y la reposición en la última jugada.

El estadio ardía y la gente buscaba equivocadamente a los árbitros como excusa de tanta frustración. Romano olfateó el ambiente y echo nafta a la caldera. Hacerse cobrar un técnico es una jugada para cambiar los pitazos y condicionar a los jueces, típico de un hombre con experiencia. Pero la idea finalmente no resultó buena.

Figueroa solo metió uno de los dos libres que tenía por la falta (26-36), Luego Lábaque metió los dos del técnico (26-38) y en la reposición, Lábaque se la dio a Osella a 8 metros del aro. Peñarol se estaba yendo a los vestuarios cuando el pivote tiró de compromiso al aro y la pelota entró (26-41). Inexplicablemente Atenas tomó 15 de luz otra vez.

La actitud y el compromiso de Peñarol en la reanudación fueron superlativos. Allí sacó todo lo mejor de adentro, y salió a recortar la ventaja. Era esperable que la defensa local se pusiera muy dura y Romano pidiera una marca individual con furioso hombre a hombre extendido en toda la cancha. Peñarol salió a buscar el partido.

Además contó con cierta complicidad de Atenas que se olvidó de ser solidario con el hombre con balón. Peñarol marcó excelente línea de pases y en el conjunto cordobés faltaron las cortinas. Así se ponían en cinco contra cinco, sin pase posible y lo único que podían hacer era resolver uno contra uno. Atenas forzó los lanzamientos y Peñarol solidificó su rebote.

Por primera vez en el partido el local corrió la contra y con un Pittman haciéndose cargo de la función la brecha se fue acortando. El estadio se encendía y Peñarol ya estaba lanzado. Con el resultado 34-45 (a falta de 6.00) Osborne comete su cuarta falta y debió sentarse. Pero después de estar 0/10 en triples, Festa logró la primera conversión de tres puntos en el momento justo. Cuando terminó el tercer cuarto la diferencia ya no existía más (50-52).

Al segmento final le sobró emoción. Peñarol salió echo una tromba y pasó al frente por primera vez hasta sacar 5 (57-52). El minuto de Ligorria encausó el temporal y Atenas otra vez mejoró. Esta vez con una media cancha más alta con Romero, Malara y Figueroa. A falta de 5.30 el partido estaba igualado en 57.

De allí al final fue palo y palo. Doble y doble para castigar los nervios o la euforia de la gente. Para Peñarol fue clave un rebote ofensivo que salva Locatelli que terminó en triple de Rodríguez y las dos bombas de tres puntos que metió Festa (artífice importante del sábado y de ayer).

Atenas que frenó a Pittman con una defensa cajón y uno, no tuvo un tirador confiable. Desaparecido Lábaque, algo de Romero más el empuje de Fleming provocaron que a falta de 40 segundos el partido llegara 66-65. En una reposición del costado, Juan pablo Figueroa roba una pelota que podría haber sido decisiva, pero la regaló de manera increíble y Peñarol sólo aprovechó con un libre de Míkulas (67-65). Allí cortaron con falta a Juan Pablo Figueroa (a falta de 12 segundos). Figueroa erró el primero y tiró a errar el segundo con la enorme fortuna que el rebote le quedó para él. Del ofensivo, Fernando Malara tuvo el tiro de tres puntos para ganar a falta de 3 segundos pero la pelota se quedó corta. Así desató el festejo con gusto a deshago.

En Atenas, si esta derrota no hace mella y el ánimo del plantel no se decae, todavía tiene mucho para dar y mejorar. Pero es notable que hace un mes jugaba por los cuatros puestos de abajo y ahora demuestra que quiere voltear al máximo candidato y de visitante.

Mientras los hinchas locales se prometen un campeonato, cantan, bailan, sueñan con el título, el equipo en la cancha demuestra que también lo quiere. Cuando la noche pintaba oscura, sacó a relucir viejas condiciones anímicas que todo buen campeón debe tener y que el básquetbol moderno aún no cambia. Espíritu tiene, el tiempo dirá el resto.

Síntesis
Peñarol (67): Sebastián Rodríguez 7, Juan Manuel Locatelli 3, Josh Pittman 21, Jason Osborne 8 (x) y Gabriel Míkulas 10 (FI); José Muruaga 3, Sebastián Festa 9, Marcos Mata 2, Fernando Calvi 4, Alejandro Diez 0 y Matías Pelletieri 0. DT: Carlos Romano.

Atenas (65): Bruno Lábaque 4, Juan Pablo Figueroa 7, Fernando Malara 17, Marcus Fleming 11 y Diego Osella 12 (FI); Cristian Romero 7 y Terrell Taylor 7. DT: Medardo Ligorria.

Parciales: 10-25, 26-41 y 50-52.
Arbitros: Diego Rougier-Jorge Chávez.
Estadio: Polideportivo Municipal (4800 espectadores)

Foto: Majo Gil (mjgil@pickandroll.com.ar)
Crónica: Pablo Tosal
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