La final de la Liga Nacional Movistar se vive a pleno y genera pasión en todos los rincones del país. El tercer partido de la serie, disputado en el estadio Luis Conde (quedó muy chico), desbordó por completo la pálida organización de la AdC.
Los periodistas tuvieron que ingeniárselas para ver y seguir las anotaciones del partido en la incómoda platea que queda detrás de la mesa de control ya que no hay pupitres, no se ven los corners y hay que pararse con cuidado para no chocarse con un alero que sirve para apoyar las cámaras de TV. Todo esto luego de pasar tres exhaustivos controles (en uno hace falta mostrar el DNI).
Para quien redacta esta nota, llegar a vestuarios para hablar con los jugadores fue tarea imposible (hay que esperar al aire libre, sobre la puerta que sirve de ingreso a la platea. Ojalá que el viernes a la noche no llueva).
Si llegar a vestuarios fue tarea imposible, ni hablar de la impresentable zona mixta, ubicada en el pasillo que conduce al vestuario de los árbitros y compuesta por una valla de contención. El jugador, por no decir el que pasa como pancho rumbo al vestuario, es introducido en el pasillo y responde 50.000 preguntas al mismo tiempo y se hace lugar hasta para saludar a algún que otro colado que pide por una camiseta. (si hay tantos controles, ¿cómo se filtran los hinchas en la impresentable zona mixta?).
Para culminar con esta pobre organización, vale aclarar que por la zona mixta no pasó ningún jugador de Boca.
En los playoffs siempre se dice que un partido es muy diferente al otro. Espero que para el trabajo de la prensa pase lo mismo, aunque lo dudo mucho.