No es preocupante, es doloroso

El básquetbol es un escolazo que no es sencillo de catalogar. Cuesta por donde se lo mire buscar un eje común por donde se pueda encontrar la verdad. Es decir, es fácil encontrar argumentos para defender posturas. Existe incluso atenuantes intangibles que cuentan a la hora del análisis como por ejemplo la bendita suerte (quien quiera creer que crea).

Antes de meternos de lleno en el análisis de la actuación argentina en los Juegos de Río de Janeiro, vale refrescar el concepto apuntando algunas situaciones.

Pocas veces se verá en la historia contemporánea del básquetbol una selección como la que obtuvo el segundo puesto en el mundial de Indianápolis 2002. Lo tenía todo: jugaba bien, mataba, defendía como ninguna, no tenía estrellas. En la semifinal se lesionó Ginóbili, el mejor jugador. En la final (incluso sin él) ganábamos por 8 pts faltando 1:40 para el cierre ante una gran Yugoslavia. La inexperiencia y las malas decisiones nos privaron de tener el final que se correspondía a semejante torneo.

Dos años después jugando por debajo de ese nivel, encontrando soluciones individuales más que colectivas, la Argentina obtiene la medalla de oro. Así es el básquetbol. A España se le lesionó Pau Gasol en la semifinal con Argentina, pero no le sucedió lo de Argentina en Indianápolis y ganó la final. Otros tiempos, otro rival y sin dudas que España ha tenido mala suerte en los torneos internacionales, pero esta vez se le dio.

Argentina llegó a los Juego Panamericanos de Río con un cúmulo de sensaciones encontradas por las bajas que se dieron en las convocatorias. En su momento Pick and Roll publicó una nota titulada “Aunque se bajan el colectivo va lleno”. Creemos firmemente en la capacidad del jugador argentino, con espíritu ganador y de equipo antes que los nombres.

De todos modos no se puede tapar el sol con las manos. Hay errores de los jugadores inocultables alimentados por una mala gestión desde el banco de los suplentes del cuerpo técnico. Este grupo de jugadores estaba en condiciones de jugar la final con Brasil y se vuelve con el cuarto puesto. El espíritu crítico nos ayuda a no relajarnos en estas ocasiones si queremos seguir avanzando.

Entre los puntos más salientes se pueden destacar.

Gonzalo García fue el técnico de la selección Argentina U-21 en el mundial del 2005 que se disputó en nuestras tierras y que terminó con un doloroso 6to puesto. Luego fue echado dos veces en el ámbito local de sus equipos de liga en las dos últimas temporadas (Libertad de Sunchales y Regatas Corrientes). Ahora vuelve con las manos vacías de los Panamericanos. ¿Cuántas chances le da una compañía de seguros a un conductor que chocó cuatro veces en 2 años?.

Todos sabemos que Gonzalo García es un técnico capacitado, pero tiene que rever en que aspecto está fallando en este período.

No me caben dudas que el entrenador en básquetbol es el que mayor grado de incidencia tiene en la suerte final de un equipo en el ámbito de los deportes profesionales. “Ganan y pierden los jugadores” es un término futbolero que no le corresponde al básquetbol.

Más allá de la incidencia del técnico es cierto que la mejor táctica del mundo busca dejar sólo al mejor tirador en el lugar que necesita, con tiempo y espacio. Ahora si el tirador falla ya no es culpa del técnico y aquí corren entonces los problemas repartidos de los protagonistas.

Argentina lanzó en este campeonato con el 31% en triples (33/106) Es un número bajo que padeció el equipo en situaciones extremas como “ganas o te volvés a casa”. Cuando el tiro perimetral no ingresa hay dos situaciones visibles: La mano helada de los tiradores y la poca disciplina táctica de encontrar el mejor tiro de tres puntos posible.

Aparejado a la falta de puntería Argentina tuvo su Gran Problema en los Juegos como fue la lucha por los rebotes. El promedio fue un bochornoso 35.0 a favor y 47.4 en contra!. No se debe culpar a la falta de centímetros en la pintura. Los jugadores carecieron de gesto técnico en el boqueo defensivo y el entrenador careció de voz de mando para repetirles lo que ellos ya saben que tienen que hacer. Los jugadores miraban la pelota todo el tiempo en vez de la mirar la marca. Argentina permitió un número increíble: 67 puntos en contra de segunda chance.

Llegar a la selección es mucho más que un premio. No es una oportunidad de mostrarse. Es el resultado de la elección que toma un cuerpo técnico a sabiendas de sus condiciones de juego. Un jugador de selección saca diferencias técnicas por el resto de los jugadores de la competencia. Debe necesariamente estar en un nivel de exigencia máxima y tiene menos chance de equivocación. Puede perder o ganar, equivocarse y errar los lanzamientos, pero no puede olvidarse de los gestos técnicos. Inadmisible.

Luego se podrá argumentar los cambios realizado por el cuerpo técnico, si fueron oportunos o no. El resultado puesto indica que se falló en el cierre, pero también los jugadores que estaban en cancha erraron los libres.

En el partido contra Estados Unidos, donde Argentina tenía todo definido, incluso el horario del partido siguiente, tanto Román González (17:40) como Diego Lo Grippo (17:39) jugaron innecesariamente. Para perder igual era mejor darle descanso al menos a la dupla de pivotes. Faltó picardía para preservar a los jugadores.

En el ámbito internacional es muy difícil jugar con dos bases de baja contextura. Facundo Sucatzky (1.76 mts) y Luis Cequeira (1.80 mts) otorgan ventajas defensivas propias de su talla, dejando de lado la aptitud de uno y otro para defender. Claro esta que Cequeira impone más presión a la bola que el mejor pasador histórico de la Liga.

De todos modos, en los dos partidos claves sufrimos contra jugadores de la misma envergadura. En semifinales ante Puerto Rico, el base rival José Juan Barea (1.80 mts) fue la gran figura de la cancha. Por la medalla de bronce el base suplente Fernando Martínez (1.75 mts) y Leandro García Morales (1.88 mts) fueron las figuras de la remontada de Uruguay.

Si se elige a Sucatzky como base de relevo, hay que tener conciencia que la pelota llegará bastante limpia a juego interior cuando se defiende. No se puede negar el primer pase, pero no hubo alternativas para esta situación. Los bases fueron dominados en los partidos claves. Cequeira (9/26 en dobles, 35%) y Sucatzky (7/24 en triples, 29%) no pudieron mostrar todo lo bueno de su faceta ofensiva.

Finalmente salvo Román González (14.4 pts, 7 reb y 13 de valoración por partido) el resto estuvo por debajo de su nivel individual. Incluso Lo Grippo y Diego García. Además, la lesión de Matías Sandes privó a la selección de un jugador que nunca se sabe que puede aportar. Pero es un jugador menos.

Es inevitable hablar de frustración cuando se contaba con material para estar en el podio. Argentina tiene un grupo de jugadores privilegiados que están descansando y han renunciando temporariamente a la selección. Otro grupo esta en Bahía Blanca soñando con el pasaporte a los juegos. Este tercer grupo tiene la jerarquía necesaria para representar a un basquet argentino que esta en los primeros planos mundiales. Pero se volvió a fallar, por errores propios. La medalla de oro conseguida en Mar del Plata en el 95 es un recuerdo lejano que cada vez más se añora repetir.

Pablo Tosal
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