Siempre se vuelve al primer amor

Y cosa rara… la radio es de los tres estamentos periodísticos (Radio, TV y escrito) el más favorable a la participación de personajes que ensucian el periodismo mas que construirlo. Todo el mundo habla, pero no todo el mundo escribe, ni mucho menos presta su postura para hablarle a una cámara. Así a la radio llega francamente cualquier cosa. Como el periodismo no es un trabajo colegiado en donde la firma lleve el sello de los años de estudio, como el abogado, arquitecto o escribano, sólo vale pagar el espacio y la luz roja te dice: AIRE.

Y repito: amo a la radio. Hablar al aire lo hace cualquiera. Hacer radio no es tan fácil. La radio tiene, incluso para el periodismo deportivo, una virtud divina: es el hecho artístico. Si sólo se tratara de informar resultados y una tabla de posiciones, le pediría a mi hermana que me lea el diario.

Por la mañana es desesperante prenderla, es menester saber que pasa con el tiempo y es tan estúpido como abrir la ventana y mirar para afuera. Cuando sentís el aire entrar te cagás de frío (más en Mar del Plata), sin embargo esperamos empecinados que el locutor/a de la radio nos diga que hace 2 grados y ese maravilloso invento llamado sensación térmica diga “– 3” para entonces si soltar la frase: “hace un frío de locos”.

El hecho artístico de la radio no esta en la impostura de la voz, no radica en la falsedad de la situación lógica. Un buen día de 1984 Antonio Carrizo entrevista en la radio a Jorge Luis Borges. El notable locutor/animador le dijo: “maestro estamos al aire”, Borges respondió: “lo sé, algo ha cambiado en su voz”.

Esa adrenalina la siente quien hace radio. Sabe que la voz cambia y no debe impostarse, sólo cambia.

Hacer radio era tiempo atrás el hecho informático de mayor velocidad. La radio estaba en tiempo real antes que nadie. Hoy no es así. La televisión y la Internet han logrado que eso se iguale o se supere por capacidad de imágenes. ¿Entonces que es la radio?. Acaso ¿sólo la compañía de los pobres y un nicho en vías de extinción? Desearía que no fuera así.

Escucho radio desde que tengo memoria y la radio ha cambiado conmigo, como ha cambiado la sociedad. La radio por antonomasia no tiene una definición estricta.

La radio, como elemento dinámico y continuo, ha decidido por razones ininteligibles dividirse en programas, incluso las radios que sólo pasan música. Todo está segmentado, empieza algo, termina, continúa otra cosa que no tiene nada que ver con lo anterior. Y esto no sería lo peor, sino que te hacen saber que ya no pertenece a lo anterior. Es como que en Pick and Roll las noticias de la NBA y Liga B vayan en días distintos y nos jactemos de eso.

Soy de los que piensan que en los programas de básquetbol se puede hablar de recetas de cocina, no como fórmula sino como recurso, o bien como un simple hecho casual. Se habla de vinos como se habla de la vida, se analiza un ataque a zona y se participa de una exquisita combinación musical. La radio es nuestra vida misma.

Hay algo que la radio regala como un Dios. La creación del entorno de lo que está pasando lo pone uno. Es como que te lean un libro, pero sin elegir cual. El hecho artístico de la radio es la fascinación de no poder bajar del auto hasta que el periodista/animador/locutor no termina su comentario.

Están los que hacen le hacen mal a la radio, como los que le hacen mal a la vida, pero de todos modos la radio da revancha permanentemente. Uno busca en el dial y siempre encuentra de que enamorarse. Aunque ese amor dure fulgurantes 35 segundos.

Los dueños de las radios han convertido al medio en un lugar perverso. Hoy la radio es uno de los pocos lugares en el mundo donde se paga por trabajar. Y aún más grotesco, la gente acepta. Acaso la necesidad del ego y la vanidad, tal vez el sheite de querer hacer cosas distintas para cambiar el mundo (o al menos parte de él), quizás simple curiosidad. Pero la gente paga por hablar. “Vos pones la tarasca y decí lo que quieras, pero antes ponela”.

Afortunadamente (y de la mano del último de los Mohicanos) vuelvo a la radio. El tiempo será testigo si por mucho o poco. Pero lo hago en las condiciones que pretendía. A mi lado estará Bernardo “Jump Josh” Rolón, tan grande ser humano como periodista.

No hace falta un notebooke con Internet en el estudio, ni el televisor con todos los canales codificados. Hace falta tenerle amor a la radio y tratar de hacer algo digno en función de ella.

El basquet será una excusa, una de las tantas que nos inventamos para vivir. Si querés perder el tiempo lo podemos hacer juntos, date una vuelta por el 101.9 FM de lunes a viernes de 13 a 14 (muy pronto on line). Prometo decir lo que pienso, de ahí para abajo… esta todo permitido.

Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar