Maldición, va a ser un día hermoso

Hubo tres días de nubes, dos de lluvia. Aunque no se trate de una lluvia intensa, copiosa, sirve apara amainar el calor. Una pausa en el infierno.

El calor de Las Vegas es desértico, es decir, seco, con viento caliente, y todo sobre el cemento de la ciudad que vive de noche. Por eso cuando me levanto lo primero que hago es abrir la ventana y mirar para afuera, a ver si el cielo trae buenas noticias.

Se ingresa a un lugar y la temperatura cambia al ritmo del aire acondicionado, así todos los lugares habitables tienen uno, sobra el derroche de electricidad y de repente pasas de 20 grados a 50… con solo abrir la puerta. ¿No querrán volver las nubes?. Nos dicen que las trajimos nosotros, ya que llueve muy pocas veces al año (107 mm de promedio anual).

Esto me hace acordar a la influencia de uno con el entorno. Así como nos dicen que trajimos las nubes algunos apostadores creen que le traemos mala suerte. Un casino se queda con el 86% del volumen apostado. Para ser claro, existe un 14% de chances de ganarle a la ruleta. De todos modos algunos creen que la mala suerte la traemos con nuestra presencia.

Así paseamos de mesa en mesa y nos quedamos de parado mirando como se juega la vida una persona en la “rula”. Al tercer tiro que lo limpian, se da vuelta y te mira como diciendo: “Si no te vas te pego un tiro en cada pierna”. Esta bien, se leer muy bien las miradas…mejor me rajo. Y sigo mi camino de mesa en mesa.

Antes de salir para Las Vegas pensé “imposible que me ponga a leer allí, esa ciudad no debe permitir la lectura”, entonces dejé “El evangelio según Jesuscristo” de José Saramago por la mitad y me vine. Error. Primera y última vez que viajo sin libro.

Sucede que cuando no salís y el cansancio gana por escándalo, lo mejor es sentarse a leer después de cenar. La alternativa que encontré fue ver televisión. Y bueno, al menos no hay chicas patinando por un sueño o bailando por no se qué, pero lo que hay tampoco es bueno. Quizás como excusa vale decir que en pleno verano boreal no es temporada alta de tele. Recién este lunes comenzaron las clases aquí.

Los noticieros repiten cuatro noticias todo el día y con eso roban pero, al parecer, está toda la nación muy escandalizada por dos temas: un senador que le habría pedido sexo a un muchacho en el baño de un aeropuerto y por un jugador de Football americano hiper famoso que lo engancharon organizando peleas de perros. Algo así como las riñas de gallos pero más Hot. Ambos están en cana. En la Argentina para que un diputado o senador vaya preso tiene que matar al Papa Benedicto XVI. No menos.

Además los programas informativos de la televisión esta semana pusieron dos debates centrales en el tapete. El primero: se especula que ahora los integrantes del ejército americano no están más en la milicia por amor a su patria sino como un trabajo bien rentado (Cobran mas de 20 mil dólares por mes). El otro tema que tuvo en vilo al majestuoso Larry King (el de los pantalones con tirantes), fue el de la obesidad. Aquí existe un programa como “cuestión de peso” que monta un show sobre ese tema. El 70% de los americanos son gordos.

Última por hoy. Uno lleva su terruño a donde va (“mi patria y mi guitarra la llevo en mi”, cantaba Serrat). Entonces decido vestir como marplatense en Las Vegas. Llego al estadio en ojotas, bermudas, gorrito y remera. Un bolso cruzado con mis cosas y anteojos oscuros. Al parecer esta mal.

“Acá son re caretas, todo el mundo debe vestir bien, en los casinos y restaurantes más todavía”, me contaba un argentino (santafecino) residente en esta tierra. De todos modos la acreditación me la dieron y pasar… me dejan pasar. Por lo tanto el objetivo está cumplido. Ahora si, apago el televisor y me voy a dormir.

Pablo Tosal - Enviado especial
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