El momento más triste

Se jugó mal en varios pasajes del cotejo, y el mismo entrenador se encargó en la conferencia de prensa de afirmar que fue Argentina el que no supo cerrar el partido ante Angola, de todas formas, detrás de bambalinas hubo un grupo humano y es bueno contar que fue lo que ellos vivieron.

El dicho reza que “con el diario del lunes cualquiera gana el ProDe”, y es un facilismo absoluto caer en echar culpas, señalar con el dedo o hacer notar la ausencia o presencia de tal o cual jugadora. Darle mayor valor a esos detalles, que al esfuerzo de nuestras jugadoras, es menospreciar el corazón de las argentinas que se pusieron nuestra camiseta. Este hecho concreto está más allá.

Las 12 jugadoras que representaron a nuestro país dieron su máximo esfuerzo, de allí a que las cosas salgan como uno las planea es un camino muy distinto. Esta plantilla, al igual que la que consiguió el pasaje a este certamen en Valdivia, dejó el alma en cada balón. Hubo una sola diferencia: El año pasado alcanzó.

Este grupo de Gigantes luchó contra varias adversidades, deportivas y emotivas, y siempre fue al frente buscando dejar bien plantada la celeste y blanca. En muchos aspectos salió victoriosa y en otros se vio superada, pero siempre brindándose en su máximo potencial.

Al terminar el juego ante las africanas, el vestuario no fue lo que se pensó en la previa y mucho menos la espera por el colectivo que las devolvió al hotel. El llanto fue el factor en común. Un silencioso llanto, de esos que demuestran que realmente es sentido lo que se perdió, y que no hay palabra de consuelo que haga pasar el mal momento.

La mayoría con la cabeza apuntando al suelo, otras mirando sin mirar un punto indefinido, como repitiendo una y otra vez una definición que pudo ser para cualquiera, pero que finalmente no fue nuestra. Todas intentando asimilar un duelo personal, cada una en su propio mundo, sin sonido alguno que las pueda perturbar de ese penoso transe. Aún en shock, casi sin entender como se escapó algo que de ante mano parecía asegurado.

Nuestra selección exteriorizaba dolor, uno que nunca puede sentir el que está en las sombras, el que no deja todo, el que vive arrodillado. Esa tristeza inmensa que se instaló en los ojos de cada una, me dio la pauta que estas chicas fueron derrotadas en la cancha, pero que sin dudas murieron de pie.

Emanuel Niel
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