Es para vos, Magic

La NBA tiene un nuevo campeón, y esos son los Boston Celtics, que anoche le dieron un paseo memorable a los Lakers tras vencerlos por 131 a 92 para conseguir así el título número 17 de su historia luego de 22 años de sequía.

Este logro se gestó allá por el mes de agosto, cuando en la cabeza de Danny Ainge (Manager) comenzaba a surgir la idea de cambiarle la cara al equipo más ganador en la historia de la NBA. Fue por esa razón que el ex jugador celta se la jugó y armó un tridente que no solo tenía talento, sino también hambre. Al frustrado Paul Pierce le llegó la compañía que tanto había esperado: Kevin Garnett y Ray Allen.

Los tres no solo fueron fundamentales en la serie regular, sino que también sobre ellos se definió esta final. Anoche, el ex Minesota fue el guía con 26 puntos, 14 rebotes y 10 de 18 en tiros de campo. Allen fue mortal desde la línea de tres puntos (7/9) para totalizar también 26 tantos y ser, junto al jugador defensivo del año, el goleador de su equipo.

Pero fue justamente la defensa lo que caracterizó a los Celtics, desde el principio de la 2007/2008. Ayer, lograron gran parte del título en el primer tiempo, donde dejaron a Los Angeles con un 29.6% de cancha. Los de Phil Jackson solo anotaron 8 tiros de campo en 27 oportunidades. Arrasador. Kobe Bryant, como en cada uno de los partidos, fue el único que sacaba la cara en los primeros 24 minutos de acción con 14 puntos. El MVP de la fase regular cerró su planilla con 22 (7/22 de cancha).

Garnett, que jugó una serie por debajo de su nivel, dejaba atrás los altibajos y comandaba a Boston con 17 (8/11) y 6 rebotes. Pierce lo seguía con 10 y 9 asistencias. Los dirigidos por Doc Rivers terminaron la primera mitad ganando 58-35, pero lo mejor, increíblemente, estaría por llegar.

Los locales continuaron defendiendo con una concentración y una tenacidad elogiables. Los Lakers, como en toda la serie, no contaron en absoluto con Pau Gasol ni Lamar Odom, quien anotó su primer gol de campo con menos de 8 minutos para el final del partido. El español finalizó el juego con 11 puntos (4/7) y 8 rebotes, al tiempo que Odom hizo 14, con 2 de 8 de cancha, y bajó 10 tableros.

Las variantes de Rivers en el poste bajo, con el bloque conformado por Kendrick Perkins, Leon Powe, P.J Brown, y en menor medida Glen Davis, se devoraron el juego interior angelino. Párrafo aparte para Rajon Rondo; Antes del cierre del límite de traspasos (fines de febrero), los Celtics contrataron a Sam Cassell para que el dos veces campeón le aportara toda la experiencia de la que Boston carecía en la posición de base. Sin embargo, el joven armador demostró que está a la altura de una

circunstancia como ésta. Anoche la rompió con 21 puntos, 7 rebotes, 8 asistencias y 6 robos.

El último cuarto estuvo de más, y quizás también los últimos 5 minutos del tercero. Fue un auténtico baile el que sufrieron los Lakers ante su máximo enemigo basquetbolístico.

Pierce fue (merecidamente) nombrado el MVP de las finales, y no es para menos. Desde la aparición “milagrosa” luego de la caída en el tercer cuarto del segundo juego, hasta los 38 puntos de la segunda y última derrota de Boston en la serie, el alero demostró ser el que marcaba el camino para los Celtics. No solo lideró al campeón en ofensiva a través de los 6 encuentros (21,8 ppp), sino que también fue, quizás, la pieza más importante en el costado defensivo, al anular a Kobe en varios pasajes de la serie. También lleva sus méritos Allen en este aspecto: Entre ambos lograron que el gran Kobe estuviera aislado dentro de un equipo que jugó la final dependiendo pura y exclusivamente de su inspiración.

En Boston el momento de las tensiones quedó atrás, y ahora llegó la hora de bañarse en champagne y fumar habanos. El llanto de Garnett en el inicio de los festejos lo dice todo. Los Celtics recuperaron su gloria y volverán a colgar una nueva bandera luego de 22 años. Red Auerbach ya tiene su gorra puesta en el cielo.

Sebastián Ciano
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