Demasiado

Lo único que esta caótica situación social que vive la argentina no ha podido destruir, es la capacidad de asombro. Siempre hay lugar para más. Todo los días hay un hecho nuevo para que uno termine diciendo ¿Y esto de donde viene?.

Anoche en el estadio de Once Unidos cuando estaba por empezar el partido llegaron unos 50 hombres de entre 35 a 50 años, gritando por Obras Sanitarias. Nada que ver con la hinchada de Obras que conocemos en Capital y que alienta a su equipo viernes y domingo. No eran ellos.

El grupo carecía de mujeres, de jóvenes, de niños. También de camisetas identificatorias del equipo tachero. Uno con un tatuaje de Tigre, otro con uno de Boca. No eran de la barra de Defensores de Belgrano, club de fútbol emparentado con Obras. ¿De donde salieron?.

No eran turistas, digamos un grupo muy homogéneo para serlo. ¿Y de donde sacaron su amor por Obras si en Buenos Aires no van y ni siquiera fueron a la final del Super 8?

Hace exactamente 17 años que veo a Quilmes en Once Unidos. Es decir han pasado 16 veranos viendo llegar grupos de veraneantes a alentar a sus equipos. Han pasado play offs y se conocen que los hinchas que llegan en grupo como mínimo manejan banderas y remeras del club.

Era un grupo de hombres, en cuero, como los que se ven cotidianamente en los grupos de choques de los sindicatos, que están pagos en las marchas gritando a favor o en contra de alguien. ¿Y por qué gritaban por Obras?. Yo esperaba con toda naturalidad que alguno de ellos en algún momento pidiera un off side.

Finalmente uno no puede más que indignarse. Hace muchísimos años que no hay problemas de violencia en Once Unidos. Acaso eso que nadie sabe que fue porque nunca se pudo ver (algunos dicen que un chicle) que supuestamente le pegó en el ojo al por entonces técnico de Atenas, Carlos Bualó, haya sido el Gran Problema en Once Unidos en los últimos años.

Pero esta vez las cosas estaban espesas. Porque este grupo estaba ahí, rodeado de policías, haciendo sentir que “menos mal que vino toda la policía que vino”. Y corridas, y handys activados, y celulares abiertos y un operativo a pleno con mucha funcionalidad.

Luego la evidencia que en 2 horas este grupo no logro cantar una sola canción a favor de Obras que no sea “A estos putos les tenemos que ganar”.

La violencia existe. Como existe la paz. Los pibes enfermos de violencia envueltos y protegidos por el poder de la multitud también están en el básquetbol. Lo saben todos. Y entonces es natural que se necesiten 80 policías cuando se fabrica un lugar donde se genera violencia.

Al terminar el partido un grupo de hinchas de Quilmes quiso “ir a buscarlos”, “dar la vuelta”. Con un cordón de elite formado fuera de Once Unidos, los policías que estaban adentro reprimieron al medio de la multitud que salía del estadio con balas de goma. Apenas un par. Con tan buena puntería que le pegaron en las piernas a una chica adolescente.

Por su puesto que no pasó nada. Era imposible que pase algo porque solo faltaban los helicópteros. Y agrego: Imposible que pase algo fabricado para que pase.

Fabricado por quién o por quienes, que convenga a quien o a quienes no se sabe y no sé si se sabrá. El Club Quilmes tiene la obligación institucional de ir a la justicia a resolver este tema. A averiguar quien le metió en Once Unidos una amenaza de bomba.

Volviendo a casa y pensando lo que no quería pensar, me dije “Cuánto mejor es que cuando se tiren balas de goma se le pegue a una niña adolescente y no a un enfermo de la barra, el golpe de efecto, la publicidad… es mucho mayor. Como el circo tiene caballos de la montada (para un espectáculo de básquet) entonces le hace falta decorarlo con una niña sangrando” Tal vez por estar muy cansado noté que mi pensamiento era el de un malvado, de un malicioso y no sé quien podría pensar así. Por lo tanto lo descarté.

Lo único que todavía no logro sacarme de la cabeza son dos preguntas ¿Qué hacía esta gente ahí? ¿Y por qué gritaban por Obras?.

Pablo Tosal
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