Las apuestas en tiempos dificiles

Cuando no bien había comenzado la segunda fase de la temporada 08/09 las cosas parecían no poder estar peor en Peñarol. El primer mes de competencia oficial de Liga había traído consigo una serie de golpes directos a la mandíbula del equipo marplatense que lo dejarían tambaleando por un largo rato.

Con todo el trastorno que supuso para los dirigentes la realización de la Final de la Copa Davis en el Polideportivo, más la dramática noche del 7 de noviembre en Olavarría en ocasión del clásico, y la consecuente quita de puntos y eliminación del Súper Ocho, se conformó un combo explosivo que dañó seriamente los ambiciosos cálculos económicos previstos, siempre sostenidos en buena parte por la inestimable colaboración del corte de entradas en la boletería.

Tanto se padeció que lo deportivo quedó en segundo plano para todos (mejor registro de la zona sur con 10-4 en la primera fase)

Si lo mencionado en el párrafo anterior resultaba suficiente, se sumaría otro factor tan inesperado como difícil de sobrellevar, la lesión de Marcos Mata. En el primer juego de la Segunda Fase, ante Lanús, el jugador descolgó un rebote y al caer se produjo la lesión que lo alejaría de la acción hasta la próxima campaña. Con el estado de situación ya enmarcado, la opción de un reemplazo parecía inaccesible en aquel momento, por lo menos por un tiempo.

Después de haber declarado públicamente que no habría reemplazo para el chico formado en Kimberley, los dirigentes, persuadidos por Sergio Hernández de la necesidad de conseguir una ficha que complementara a Vega en el puesto de alero, comenzaron a trabajar silenciosamente en la búsqueda y no tardaron en encontrar una respuesta. Luego de haber barajado nombres tales como Fernando Malara, Gabriel Díaz, Federico Radavero y Leandro Palladino se decidió por la chance más cercana al gusto y el conocimiento del Coach.

Fernando Malara venía de jugar recientemente en México con buenos números y ya había trabajado con “Oveja” tanto en Estudiantes (O)-02/03- como en Boca 03/04 y 04/05, habiéndose consagrado campeón en el 04 junto a Sebastián Rodríguez.

Más allá de los antecedentes, la contratación del alero de 1.94 mts no dejaba de ser una apuesta que generaba incertidumbre. Malara había perdido con el correr de las temporadas su reputación de jugador de elite en la LNB, algo que había conseguido especialmente a partir de su paso por Boca y que luego lo llevaría a Atenas. Y tanto se había alejado de aquella imagen que en la última campaña había disputado sólo 30 partidos en total repartidos entre Sionista (22) y el descendido Central Entrerriano (8) con promedios inofensivos (4 puntos por partido), aunque justo es decirlo, sosteniendo su perfil de especialista defensivo.

En línea con lo sucedido en la 07/08, el mercado entre temporadas no le ofreció a Malara ninguna chance que lo sedujera y por tal razón el “negro” esperó su momento, cambió su mentalidad y se preparó para algo diferente: “Para mí y para mi familia es muy importante poder volver a tener una chance en un equipo grande, trabajé para eso, me preparé y vengo a dar lo mejor de mí, no quiero desaprovechar esta oportunidad”, señaló el alero que vio luz en la Liga en 1997 con Independiente de Pico, como parte de una camada brillante de jugadores jóvenes que alistaba entre otros además a Diego Alba, Martín Aguirrezabala y Gabriel Míkulas.

No bien se sumó al equipo, luego de haber visto desde el banco la victoria ante Atenas por 88-82, Malara debutó ante Quimsa convirtiendo 5 puntos en 19 minutos por la 5º fecha de la Segunda Fase. A partir de allí, Fernando se hizo dueño de la posición de tres en Peñarol, desplazando a Vega al banco de suplentes, y más allá del traspié como conjunto en la Liga de las Américas, comenzó rápidamente a solidificar la estructura equipista con una prestación personal de alto calibre.

Hoy, con 12 partidos disputados por Liga (jugó tres más por Liga de las Américas) Malara alcanza un promedio cercano a los 12 puntos por juego con porcentajes de tirador serbio: 73% en dobles y 54 % en triples en 23 minutos, agregando 3.5 rebotes y 2 asistencias, sencillamente notable.

No es casualidad que Peñarol ostente hoy el mejor record del país y que haya alcanzado un rendimiento defensivo y ofensivo muy regular, tanto en casa propia como ajena… si el equipo ya era muy bueno sin Malara, está claro que ahora es un poco mejor todavía. El alero completa la amenaza ofensiva que suma cinco armas anotando en doble decena, jugando por diseño del técnico a partir de la ventaja/ desequilibrio que generan Román González en primer término, y Jackson después.

Lejos de menospreciar la tarea que venía realizando Marcos Mata en su primer año como inicial indiscutible, físicamente el mejor alero externo de la nación, cierto es que su juego todavía se está desarrollando y que no había alcanzado hasta su lesión un rendimiento ofensivo consistente (6 puntos por juego con 32% triples), aun cuando su aporte defensivo siempre fue bueno por actitud, concentración y su capacidad en el juego aéreo por salto y longitud de brazos y piernas.

Malara, gracias a Peñarol y por suerte para el equipo de Mar del Plata, encontró en esta oportunidad una posibilidad grande como la que esperaba para redescubrirse como jugador y demostrar que merece el respeto de un tipo que pone al equipo por sobre sí mismo, que tiene talento individual y que toma lo que el juego le da sin forzar situaciones. Conoce el juego, es ganador y su nivel de entrega lo ubican rápidamente entre los favoritos de la gente.

Pocos pensaban por noviembre que algo bueno podía pasarle a Peñarol, pero con una sola ficha en bolsillo, apostaron pleno al negro 13 y la ruleta les sonrió. Esta vez ganó Peñarol, también Malara.

Foto: Majo Gil (mjgil@pickandroll.com.ar)

Leonardo Hiller
Especial para www.pickandroll.com.ar