Definitivamente la cultura es otra. Desde que se arriba al aeropuerto internacional de Bangkok el olor que se percibe es raro y muy desagradable. No entra dentro de la categoría de alimentos en descomposición ni tampoco en materia fecal, pero realmente ese “aroma” está impregnado en toda la ciudad. De la mano, la suciedad. Si bien aún no recorrí nada, como para decir “toda la ciudad es sucia”, en el trayecto que une mi hotel (a 3 cuadras de las chicas) y el aeropuerto la vista no es agradable. En otras palabras, la primera imagen no es buena.
Ni hablar de un tráfico abarrotado, sin semáforo en el radio donde me moví (veremos mañana). El detalle es que ya es parte de la cultura y esta gente no se hace demasiado problema por esto. Cruzar una avenida de vereda a vereda puede demandar, como me ocurrió hoy, más de 10 minutos. Seguiremos investigando al respecto.