De la actitud al orden

El 28 de agosto del 2004 Argentina llegó a la gloria infinita (y jamás pensada) de ser campeona olímpica. La medalla de oro de Atenas 2004 quedará eternamente en la memoria colectiva del pueblo basquetbolero. Por eso es inevitable el parangón con nuestra actualidad. Solo 5 años después Argentina debutó a nivel continental con un equipo que jugó a no jugar.

Siempre es bueno saber cual es el fondo, porque desde allí solo queda subir. Argentina tocó fondo con Venezuela y empezó a reconstruir su imagen. La selección número uno del mundo FIBA aún tiene mucho que demostrar.

Lo primero que recuperó la amilanada selección actual fue su conducta de juego. Se puede perder, porque esto es deporte, pero se debe estar concentrado SI o SI. Fue lo que se vio ante Brasil. ¿Desacoples? Muchos. ¿Falta de fineza con el aro? Totalmente. Pero el paso uno de la reconstrucción fue dado.

La actitud no sólo es poner huevos. Es jugar concentrados para hacer lo imprescindible para el equipo. Es estar metido con los cinco sentidos dentro del partido. Hacer el balance defensivo, el famoso “cerco reboteador” ante cada lanzamiento del rival, es saber respetar el libreto preestablecido.

Este primer paso se vio aumentando ayer cuando la selección salió con una nueva partitura con dos ala pivote en vez de jugar con un pivote dominante y supo aprovecharlo como si siempre hubiera jugado así. Como se recordará el modelo de la “Generación Dorara” fue jugar siempre con pivote. Los jugadores desde el primer minuto se acomodaron al formato para sacar provecho de esta formación y lo hicieron.

Hoy vemos a Leo Gutiérrez, festejar como un juvenil cuando mete un triple, ya que la carencia de efectividad sin dudas fue un factor que se hacía cada vez mas pesado. Es bueno saber que de apoco se va recuperando la mano caliente de nuestros tiradores.

Tener al “Yacaré” Kammerichs en un buen nivel, como se lo vio ayer, es otro síntoma alentador. Nuestros aleros, tan poco intimidantes en la previa, deben despertar y ser agresivos. Así se sueltan todos.

Cantero jugando como escolta al lado de Prigioni es una apuesta más para salir del mal trance, pero sale bien. La selección tiene un pasador más en la cancha y no pierde agresividad en ofensiva. Estamos cortos en el perímetro, pero ese defecto es insolucionable ahora.

Además estamos todos prendiendo velas para que aparezca Paolo Quinteros. No creo que la ausencia de Delfino le juegue en contra. Es verdad que lo vimos forzar mucho más de lo natural los tiros (alguno de ellos fueron bloqueados) porque entre otras cosas había una mala situación de cortinas, pero su altura no conspira contra su voracidad anotadora. La está errando y punto, por claramente también erra los tiros cómodos. Aparece él y el barco se termina de acomodar.

Por último el párrafo especial. Cuanto menos dependamos de Scola, el único y verdadero As de espadas en este torneo, mejor jugaremos y mejor nos irá. Scola aparecerá cuando se lo necesite, pero el aprovechamiento a su doble marca es lo que debe darle de comer a la selección. Contra Panamá salio redondo. Scola no quiere terminar el torneo como goleador, quiere terminar el torneo como campeón. Lo sabe él, lo saben sus compañeros, ahora falta que lo ejecuten. De apoco se puede lograr.

Esta tarde contra República Dominicana el orgullo argentino otra vez tiene que dar una prueba de crecimiento. Ganar es imprescindible para llevarse dos victorias a la segunda fase, de lo contrario, pasará con cero puntos (se descarta que Brasil le gane a Panamá).

A veces perder no es una mala noticia. Por ejemplo contra Brasil, había síntomas para la esperanza. Contra Dominicana la levantada en el juego debe (por necesidad) ratificarse con una victoria. Son las presiones de estos torneos y se debe saber asumir como tal.

Foto: Gentileza Demian Schleider – www.infoliga.com.ar

Pablo Tosal
www.pickandroll.com.ar