Independiente no se presentará a jugar esta noche ante su homónimo de Tandil en la reanudación del TNA y la decisión parece precipitar el final del club en el básquet nacional. La nota que presentó para postergar el juego no recibió aún respuesta de la Asociación de Clubes, pero todo indica que perderá el partido 20-0 y, además, será multado con 12.000 pesos por el “faltazo”.
Ayer desde la AdC se informó que el Rojo neuquino adeuda también aranceles de jueces desde diciembre y que, por lo tanto, igual iba a ser sancionado por esa situación. En definitiva, no estaba habilitado para jugar.
“El panorama pinta mal”, se escuchó en los pasillo de la AdC y esa misma frase retumba a cada paso a 1.200 kilómetros de distancia, en las instalaciones de José Rosa y Perito Moreno.
Ayer arribó Pablo Bendel, una de las pocas fichas mayores que quedan en el plantel -junto a Leandro Lauro y Juan Kelly-, con intenciones de rescindir su contrato como ya lo hicieron Mauro Bulchi y Martín Melo. “La idea era que nos quedábamos por el grupo que se había armado, por dar una mano. Pero ya no tiene sentido, tomé la decisión de rescindir de común acuerdo”, dijo el base en diálogo con Río Negro.
Después se reunía con el presidente Gastón Sobisch, para arreglar cómo cobraba lo que le deben. El entrenador, Juan Pablo Boadaz sigue en Buenos Aires, pegado a un teléfono que no suena.
La intención del mandamás Rojo de bajar al mínimo el presupuesto y rearmar un equipo para al menos terminar la temporada, cada día que pasa se choca con la cruda realidad. Prácticamente no le quedan jugadores y por reglamento tiene que presentar como mínimo seis fichas mayores.
Incluso hay que tener en cuenta que para una participación en la Liga los costos más elevados pasan a ser de traslado y estadía, que tampoco están cubiertos.
Muy pocos dirigentes en movimiento, tiempos que apremian y una competencia profesional costosa, conforman un cóctel que empuja a tomar una decisión de fondo.