Memoria

Argentina históricamente ha sido un país sin memoria en todos los aspectos y situaciones de la vida, tanto los que tienen directa relación con nuestra cotidianeidad como a aquellos algo más banales; Y como el deporte puede considerarse “lo más importante de lo menos importante” de nuestros días, tampoco queda exento de los desmemoriados.

En la semana, Emanuel Ginóbili dio a conocer su decisión de no participar del campeonato mundial que se llevará a cabo en Turquía a partir del próximo 28 de Agosto, un tema que estuvo en boca de todos, no solo de aquellos habituales seguidores del básquetbol sino también de los que lo hacen en cada mundial y Juego Olímpico. Por ende, como cada cosa que trasciende más allá de su ámbito para pasar a ser vox populi, las opiniones crecen como la soja, y por supuesto las hay de todo tipo.

Es casi redundante decir que cada pensamiento es respetable siempre y cuando se formule bajo las reglas del respeto y con cierto argumento que lo sustente: Desde dicho punto de partida, todo puede ser discutible y debatible. Hace días que Manu está en el ojo de la tormenta en las mesas de café y sobremesas de toda la Argentina: Nuestro príncipe se convirtió en sapo.

De un momento a otro, sin ninguna princesa que pueda socorrerlo con un beso, el bahiense pasó a ser el villano de la película, de ese mismo film del que fue, es y será el principal protagonista. Pero la memoria no es algo que se ejercite con frecuencia por estos pagos.

Ginóbili optó por contarle a todo el país que no formaría parte de la selección nacional que jugará el mundial a través de su columna en el diario La Nación; Allí explicó el porqué de su negativa.

“Como es de público conocimiento, después de un par de años de intentos, con mi mujer seremos papás de mellizos en mayo. Me gustaría estar presente en cada uno de esos momentos que nunca más se repiten, ayudar a mi mujer en todo lo que necesite y disfrutar cada minuto de esta experiencia única”. La paternidad es el primer motivo que esgrimió Gino. A juzgar por los comentarios escuchados y leídos durante la semana, es un argumento de poca validez. Cada persona es única y tiene una manera particular de desenvolverse en la vida, pero seguramente todos prioricen a sus hijos por sobre todas las cosas de la Tierra. No obstante, existen quienes minimizan esta cuestión y que consideran que el mejor basquetbolista argentino de todos los tiempos es “antipatria” (término nefastos, si los hay) por optar acompañar a su mujer es ese camino tan importante que se forja de a dos, como lo es la familia.

Luego agregó: “La otra de las razones que me hizo tomar esta decisión, y que también es importante, es que mi cuerpo no está listo para jugar tres años seguidos con la selección, no tener un buen descanso, ni una apropiada preparación física”. Este es, quizás, la razón que más irritó a los hinchas, quienes seguramente ya no tienen presente lo que Manu vivió en 2008, post medalla de bronce en Beijing.

Ginóbili había viajado a los JJ.OO luego de una lesión y en contra de los pensamientos de toda la dirigencia de los San Antonio Spurs, quienes por reglamento no pueden prohibir que sus jugadores participen en este tipo de certámenes, aunque sus “sugerencias” son casi un secreto a voces. En este contexto viajó, jugó y contó con la pésima fortuna de volver a lesionarse, para luego tener que ser operado.

En su viaje de regreso a San Antonio, Manu se sorprendió al ver a la persona que lo había ido a recibir al aeropuerto: Nada menos que Gregg Popovich lo esperaba en tierra firme para “darle apoyo”. Todo un mensaje del DT.

De allí en más, el debate sobre si los Spurs debían o no renovarle en la temporada siguiente se trasladó a Texas; Manu estuvo a un paso de cortar la gran relación que existía con la dirigencia de la franquicia y hasta con el público, que mediante foros y opiniones a través de la web mostraba su disconformidad ante la “desobediencia” del argentino para con el cuerpo técnico y médico del equipo. Como si esto fuera poco, debió soportar - siempre con altura - que Buck Harvey, una de las principales plumas de San Antonio, lo criticara con dureza en una de sus habituales columnas en el San Antonio Express-News.

Francamente es una lástima que nadie recuerde estos episodios y le reclame a Manu que no se la juega por la camiseta de la selección. Los mismos que le reprochan el cuidar su físico para jugar con los Spurs quizás no tengan en mente la final de Indianápolis 2002, cuando jugó lesionado debido al esguince que sufrió en la semi contra Alemania.

Existe un hecho fundamental: Ginóbili ya no puede sortear los radares de la dirigencia de San Antonio. Acaba de firmar una extensión de contrato por tres años más, y es lógico que esta vez (la única) no quiera instalarse en contra de sus “dueños”. Porque en la NBA los jugadores son mercancía, objetos, un día están en un lugar y al otro “los mudan”.

Quizás, la mayor razón que enciende la intolerancia es el acto inconciente de relacionar absolutamente toda situación deportiva con el fútbol. No separar los tantos entre estos dos deportes (de los cuales me declaro fanático) es un grave error. En el mundo del básquetbol existente dos grandes instituciones como la FIBA y la NBA, mientras que en el deporte número uno por excelencia solo está la FIFA.

Mientras que en básquetbol se espera con ansias la participación de la mayor cantidad de estrellas posibles en su mundial, en el fútbol son contadas con los dedos de la mano aquellas que se lo pierden, ya sea por lesión o porque su selección no clasificó ¿Imaginan a Messi, Cristiano Ronaldo, Xabi e Iniesta bajándose de Sudáfrica por cuestiones personales? En el negocio del básquet las reglas las imponen otros, y hay que aceptarlo.

Es un hecho que Ginóbili no estará con la selección en Agosto y que nadie se encuentra a gusto con su determinación. Lo que hay que analizar, en frío y despojándose de las pasiones, son las razones y desde allí tratar de entenderlas. Para ello necesitamos de la memoria, no parece ser demasiado.

Sebastián Ciano
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