En el momento, y a través de las imágenes televisivas, no quedaba claro si el lanzamiento de Oga fue dentro del tiempo reglamentario o no. Luego, en las repeticiones posteriores al encuentro, el reloj provisto por la televisión indicaba que cuando la japonesa se desprendió del balón, aún quedaban 0.2 segundos…
La imagen reveladora apareció después, ya que en un plano abierto se pudo constatar, que el reloj televisivo tenía una diferencia de 0.25 segundos, con respecto al reloj de juego, y al cotejar los dos relojes con el instante preciso en el cual Oga arma el lanzamiento, queda en evidencia que el balón no se desprendió de sus manos, hasta que el tiempo de juego finalizó.
Peor aún. Repasando la última jugada, se puede ver con claridad como el reloj no se movió pese a que Oga ya tenía el balón en sus manos. Un verdadero bochorno.