En la semana fue cortado justamente del equipo que visitaba al cervecero. Ya sin club, invitado por la dirigencia, Milton Bell, el extranjero más emblemático de la historia del Club Quilmes de Mar del Plata, llegó a Once Unidos para ver el partido.
Entró a promediando el primer cuarto y recibió una ovación de todas las tribunas. El aplauso generoso de la gente con memoria. Se sentó en el medio de la platea en primera fila, con amigos y dirigentes. Saludó y vio el partido.
En el entretiempo la dirigencia le dio una plaqueta y las más de mil personas que acompañaron anoche al tricolor lo volvieron a ovacionar. El locutor “Pati” Gambini el dio el micrófono y Milton, con sus rastas largas parecía un líder de una banda reggae a punto de cantar.
En perfecto castellano agradeció el reconocimiento, dijo que llevaba en su corazón el club y el estadio. Los recuerdos y la gente y se despidió deseando felices fiestas para todos. Lo curioso ocurrió después. Cuando dejó el micrófono, Milton salió corriendo para la mitad de la cancha, llegó al círculo central y se agachó a besar el piso. Los hinchas casi se tiran a abrazarlo.
Hace justo diez años atrás Milton Bell escribía la historia del ascenso para Quilmes. Su retorno a primera y una página difícil de borrar ganando todos los Play off de visitante con él como figura. Luego en la “A” tendría con Quilmes otras tantas batallas ganadas. Pura magia de una persona especial.