Carlitos Delfino detalló en una nota con Olé el calvario de dos meses por su lesión cerebral. “Pasé tres semanas en una pieza, a oscuras”. Y cerró con lo que aprendió: “Empecé a valorar más las cosas simples de la vida”. Además el santafesino piensa en Selección: “Yo cerraré la puerta de esta Generación y no será en 2012”. Ya sueña con el Preolímpico.
Y un día volvió a sonreír, a ser feliz... Volvió a ser Cabeza, el pibe alegre y divertido de siempre. Hace apenas horas que el neuropsicólogo Michael McCrea le acaba de dar el visto bueno para volver a entrenarse con normalidad, sin limitaciones, y Carlitos Delfino le da la primicia a Olé . “Pasé el test de impacto que me venía dando tan mal y McCrea aprobó mi regreso al equipo... Todavía no sé cuándo podré jugar, pero ya soy feliz, cambié el humor... Soy otra persona. Hasta hace semanas no tenía ganas de nada y ahora estoy más ameno, hablo más... En realidad estoy 11 puntos, con unas ganas terribles de volver a la cancha”, cuenta y la sonrisa, aunque por teléfono, ilumina la conversación.
¿Cómo le explicás a la gente lo que te pasó? Es como cuando se cae una computadora y tenés que resetearla, luego ajustar la hora, la fecha, el brillo, el color... Todo empezó en marzo, cuando se me cayeron arriba y me pisaron la cabeza... Eso pasó pero luego, en esta temporada, fueron tres golpes en la cabeza en una semana: un rodillazo, un codazo en la oreja y otro en el pómulo. Esas repeticiones de golpes fueron las que me generaron esto. Debería haber parado. Pero empezaba la temporada, andaba bien y quise seguir. Al principio parecía una pavada pero cuando el tiempo empezó a pasar y no podía ni siquiera salir de una pieza comenzás a pensar, todo el tiempo, demasiado...
¿Qué se te cruzó por la cabeza en esa etapa? Pensé de todo, algunas taradeces, como que no iba a volver a jugar al básquet. Me habían asegurado que no era una lesión para finalizar mi carrera, pero tenés tanto tiempo para pensar que comenzás a dudar... Más cuando te ponés a pensar y te duele la cabeza o cuando te parás y te mareás o perdés el balance. Es difícil, te frustra mucho. Se me hizo larguísimo, sobre todo porque otras lesiones te permiten hacer abdominales, ir al gimnasio o tirar al aro mientras te recuperás. Yo pasé tres semanas en una habitación, acostado y a oscuras...
¿Cómo fue eso? ¿Qué es lo peor que viviste? Fue tremendo. No tenía otra opción porque debía relajar la mente... No podía mirar tele ni estar en la compu. Veía todo borroso. Tampoco leer o hablar porque me dolía la cabeza. Me paraba y me mareaba. No soportaba la luz ni los ruidos. Dormía todo el día, había perdido la noción del tiempo. Me despertaba a la madrugada sin saber qué pasaba, qué hora era... Era una cueva de la que salía 40 minutos para almorzar y cenar. A lo sumo pasear el perro, de noche, pero había tanta nieve y yo, con poco equilibrio, podía caerme...
¿Tan mal estabas? Tanto que el test que ahora aprobé me daba siempre mal. Por ejemplo, un ejercicio era escuchar 12 palabras y luego repetirlas. Cuando estás bien recordás 8 ó 9. Yo, la primera vez, luego de pensar minutos, dije dos. Sí, dos... Y después cuatro. Fue frustrante.
Síntomas ya no tenés. Absolutamente ninguno. Dos semanas atrás todavía superaraba las 120 pulsaciones por minuto cuando me entrenaba y me dolía la cabeza, me ponía todo tenso... Ya no por suerte. Me dicen que ya pasé el túnel... Lo comparan con eso. En un momento parecía que lo pasaba pero pensaba tanto que volvía a entrar. Me daban miedos... Es muy difícil manejar la cabeza. Te digita todo.
¿Quiénes fueron tus sostenes? ¿Pediste ayuda psicológica profesional? Mis grandes sostenes fueron mi esposa Martina y mi perro Bongo porque a la familia recién le dije de viajar cuando yo estaba mejor. Ellos me aguantaron mis estados de ánimo. Me pasó de todo. Estaba deprimido y muy sensible, lloraba por cualquier cosa. También, a la vez, estaba irascible, con malas contestaciones. También me ayudó mucho trabajar con un grupo de profesionales de lujo, incluyendo un especialista de la NASA y McCrea, que pasó por la NFL.
¿Qué aprendizajes tuviste en estos dos meses? Esto te marca, te das cuenta de muchas cosas. Empezás a pensar y valorar más las cosas simples, te das cuenta de que uno se preocupa por cosas que realmente no tienen tanta importancia. Hay cosas que no valorás como manejar y hablar a la vez. Yo no podía. Ni siquiera, como dice el chiste, mascar chicle y cruzar la calle (se ríe).
Y eso te pega, ¿no? Sí, cambiás la perspectiva cuando ves lo que podés perder... Me contaron de un jugador de hóckey sobre hielo que estuvo nueve meses para volver y casos de otra gente que quedó con síntomas de por vida. Yo, que para el básquet no soy ni viejo ni joven, pensaba ‘¿qué pasa ahora si tengo que dejar el básquet, qué hago de mi vida?’...
¿Cómo era pensar eso? Muy duro. Pensaba que ya había hecho más de lo soñado, con seis años en la NBA más lo de la Selección, pero a la vez que todavía podría hacer mucho más... Por suerte ya empecé a moverme, a correr, a picar la pelota y a tirar al aro. En realidad, a salir del hueco en el que estaba.
Hay gente que piensa que las cosas no pasan por casualidad. ¿Creés que esto llegó por algo? No sé si es una casualidad o como decís. Lo único que se me pasó por la cabeza, hablando con mi viejo, era que alguna vez había dicho que a los 28 años iba a volver a jugar en el país y esto justo me pasa a los 28. ¿No tendré que cumplirlo? Uno se empieza a plantear cosas más profundas...
Ahora, recuperado, ¿qué pasos debés seguir? Si Dios quiere, en un par de días empezaré entrenarme con el equipo. Todavía no practiqué ni 45 minutos, no giré ni hice nada raro. Necesito ponerme en forma, ganar en piernas para no cansarme tanto y exponerme a alguna caída.
¿Y cómo ves ese proceso de ponerte en forma? A mí no me preocupa el ritmo de básquet porque nunca me costó mucho agarrarlo, sólo debo mejorar atléticamente. Eso llevará un tiempo porque ni en vacaciones paro tanto. Siempre empiezo a moverme en tres semanas, acá pasaron dos meses. Si bien subí sólo dos o tres kilos, hay que recuperar la velocidad, el salto...
¿Cuándo podrías estar bien, en tu nivel? No lo sé... Mi idea es recuperar mi nivel para el All Star (NdeR: 20 de febrero).
¿Creés que te quedará el miedo a sufrir otro golpe, que evitarás penetrar o ir al choque por esto? Si cada vez penetro menos (se ríe)... No creo. Pienso que ya agoté mi cuota de mala suerte. Jugaré como siempre, que pase lo que tenga que pasar. Pensamos en un protector pero lo desestimamos.
Lo importante, igual, notaste que es la salud. Sí, ahora uno cae... Me di cuenta de que el básquet es lo que más me gusta en la vida y que podré volver a jugar. Y eso ya me hace feliz, aunque me digan que tengo que volver en un año.
“Yo cerraré la puerta de esta Generación y no será en 2012” Este parate de dos meses lo hizo pensar mucho y le dio más ganas de jugar al básquet, sobre todo en la Selección. “Sería un caradura si te digo que no voy a estar luego del 2012. Es más, creo que por edad voy a ser yo el que cierre la puerta de esta Generación. Siempre voy a estar dispuesto, me van a tener que echar... Y cuando lo hagan, voy a transformarme en asistente o a comentar partidos por radio. Me encanta jugar en el seleccionado. Son como esas comidas que probás, te encantan y luego no las comés durante un año. Se te hace agua la boca hasta que te la preparan nuevamente...”, opinó Delfino, figura en el Mundial 2010.
¿Qué opinás de la elección de Lamas como DT? Además de ser quien empezó a armar este grupo, fue uno de mis primeros técnicos de la Selección, en un Sudamericano de cadetes. Me gusta. Se abre otro ciclo y todos empiezan de cero. Eso sí, quiero valorar lo de Sergio (Hernández). No sé por qué no siguió, pero ayudó mucho a mantenernos en la elite. Quedó en la historia.
¿Ya te da cosquillas pensar en el Preolímpico? Es la despedida en casa... Sí, ni hablar. Estuve muy concentrado en mi problema y volver a jugar, pero tuve tiempo hasta de ponerme a pensar en el Preolímpico. Va a ser increíble. Un premio para esta Generación y para la gente, que la verá en vivo... Nadie se lo quiere perder, incluso por lo que he leído veo que varios desean volver. Parece que voy a seguir siendo el juvenil del grupo (se ríe). Cuenten con Carlitos.